La historia del sargento (r) de la Policía que pidió la eutanasia por enfermedad generada por el glifosato

Gilberto Ávila Llano lleva varios meses intentando visibilizar el abandono en el que lo dejó la institución después de conocer su diagnóstico médico

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Foto de archivo. Un avión Turbo Thrush fumiga cultivos de hoja de coca con glifosato en zona rural de Tarazá, en el departamento de Antioquia, Colombia, 30 de noviembre, 2020. REUTERS/Eliana Aponte
Foto de archivo. Un avión Turbo Thrush fumiga cultivos de hoja de coca con glifosato en zona rural de Tarazá, en el departamento de Antioquia, Colombia, 30 de noviembre, 2020. REUTERS/Eliana Aponte

Gilberto Ávila Llano es un sargento retirado de la Policía Nacional, que en 1981 alcanzó su sueño y era entrar a la situación; a sus 59 será el tercer colombiano que accederá a la eutanasia por cuenta de un Parkinson juvenil que sufre hace 16 años años, y que se lo achaca al glifosato.

El uniformando retirado solicitó el pasado 21 de abril de este año (2022) que pueda acceder a la eutanasia, luego de tres años de haberle dado vueltas a esta importante decisión.

Ávila trabajó desde 1987 en la Dirección Antinarcóticos con fin de luchar contra el narcotráfico implementando la aspersión en diferentes áreas del glifosato a los cultivos ilícitos en diferentes zonas de Colombia.

“Hace tres años he pensado que lo mejor es terminar con esto que llevo 16 años padeciendo. Llevo dos cirugías fallidas. Lo peor está por venir. No puedo hacer nada. Si me acuesto no puedo voltearme sin ayuda. Cada dos horas me quedo rígido. Con la pasta puedo moverme dos horas al día, que aprovecho para hacer algunas cosas”, señaló el uniformado a El Espectador (EE).

Tras años de padecer el Parkinson, él tomó la decisión de la eutanasia con el fin de poner fin a su suplicio dignamente antes de convertirse en una carga para su hermana y un sobrina, su única red de apoyo familiar.

Este sargento retirado busca visibilizar la “negligencia” de sistema de salud de la Policía Nacional, que -según él- ha puesto diferentes trabas para que el uniformado pueda acceder a los medicamentos que requiere para el tratamiento de su enfermedad. También busca que se haga realidad la sentencia de 2015 de la Corte Constitucional que prohíbe la erradicación de los cultivos mediante este químico (Glifosato).

Aun cuando estaba en esa división de la Policía Nacional (2009) se le diagnosticó formalmente Parkinson: “Cuando yo informé a la Policía que tenía Parkinson me dieron $30 millones. Eso fue como haberle dado un dulce a un niño. El problema no fue ese sino que después de eso se volvió una tortura acceder al sistema de salud y a los cuidados paleativos. Ni me reconocieron la enfermedad”, señaló Ávila al Espectador.

Uno de quienes acompañan su pelea es el el sargento (r) Carlos López, quien tratará de seguir llevando la historia de Ávila a pesar que él ya no esté. Este otro uniformado octubre radicará una acción popular para más de cien policías, para que se tengan mejor acceso a la salud y diferentes tratamientos para padecimientos como los cáncer, Parkinson y otras patologías neurológicas.

López señala que lo más triste es todo lo que ha tenido que luchar para que le den una simple cita con un especialista, ya que - mediante tutela- a tratado de acceder a ellas a pesar del grado de deterioro que tiene Ávila por esta enfermedad.

“Él es quien debe salir a la calle para tomar transporte y llegar a esas citas médicas. Cuando ha tenido que interponer tutelas ante el sistema de salud de la Policía también lo ha hecho solo y lo más triste de todo es que esas tutelas se las han impugnado siempre, como si ese nivel de deterioro en la salud no importara”, señaló el veedor Carlos López.

Según este medio de comunicación, Ávila -quien recibirá la eutanasia este lunes 26 de septiembre, a las 10:00 a.m.- dice que su “última voluntad es que su caso no se repita y que a ningún otro policía le suceda lo mismo que a él”.

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