Totó tocó por última vez en Bogotá y en el Parque Simón Bolívar retumbaron las gaitas y las tamboras. El caribe colombiano ya no estaba tan lejos de estas cordilleras y los 60 años de carrera de la reina de la cumbia tampoco parecían muchos.
La despedida de los escenarios de Totó La Momposina, de 82 años, fue el sábado 24 de septiembre en el Festival Cordillera. “Totó. Totó. Totó” gritaba el público con los músicos ya en tarima. La maestra no aparecía todavía, pero la fiesta ya había comenzado. Los aires de la cumbia y el porro se colaban entre los asistentes que ya comenzaban a bailar.
El escenario Cotopaxi se llenó. Bogotanos y colombianos de todas las regiones que llegaron a la capital pedían, bailando, cantando y gritando, que la maestra apareciera. Totó no se hizo esperar más y entro a la tarima con un traje amarillo y florido, un chal, para el frío bogotano, y un turbante. Ambos rojos.
“Me contaron lo abuelos que hace tiempo navegaba en el César una piragua que partía desde el Banco, viejo puerto, a las playas de amor en Chimichagua”
Con la maestra ya en tarima, comenzaron a sonar sus canciones más famosas, esos himnos folclóricos con los que recorrió el mundo y puso a bailar a todos los que escuchaban la potencia de su voz y con los frenéticos ritmos colombianos. Junto a Totó, además de su banda, estaba su nieta Talita Oyaga, que sirvió de apoyo y demostró que el legado de su abuela, y su voz, seguirán vivos en ella.
Pero Talita no fue la única invitada especial del concierto. También estuvo, en uno de los momentos más emotivos, Adriana Lucía, que interpretó, acompañada en algunos versos por la maestra Totó, El pescador y Yo me llamo cumbia.
“Habla con la luna El pescador Habla con la playa El pescador No tiene fortuna oh, oh Solo su atarraya oh, oh”
El público parecía mecerse, iban en la balsa del pescador. Totó bailó y cantó. El público se desvivía en gritos de amor. “Es divina”. “Mira cómo baila. ¡No! ¡Qué belleza!” se decían unos a otros y se dejaban llevar. Las tamboras les movían los hombros, las caderas, giraban sobre sí mismos, y en la tarima Totó movía el cuerpo, las manos, cantaba y dejaba salir una que otra lágrima.
“Yo me llamo cumbia, yo soy la reina por donde voy. No hay una cadera que se esté quieta donde yo estoy”
La reina se sentaba, tomaba un respiro, algo de la aromática que le tenían cerca, miraba a su público, otro sorbo. Adriana Lucía se le sienta al lado y le canta. La reina sonríe, la escucha. Cantan juntas. La voz de Totó retumba, poderosa, viva. Adriana Lucía terminó la canción, las lágrimas ya no se podían contener.
“Qué viva el legado de Totó la Momposina, que no vamos a permitir que se acabe nunca”, dijo Adriana Lucía. “Totó, Totó, Totó”, el público.
En seguida se subió Nidia Góngora, una de las voces más potentes y reconocidas del Pacífico colombiano, que le pidió al público aplausos para su reina, para Totó. También le dio las gracias. “Gracias, Totó”. Después salió al escenario Mónica Giraldo para cantarle a la maestra una canción que le compuso.
“Totó iluminó nuestro camino a pie hasta Bogotá, hacia los bailes cantados, hacia el caribe, hacia las músicas del río Magdalena, por esa razón le compuse esta canción, Viene llegando Totó, trayendo sus canciones, sus ojos negros brillantes dicen verdades. Se oye su voz a lo lejos. Brilla su encanto cantando. Cantando va su canto. Totó La Momposina, así lo canto yo”, dijo Giraldo comenzó a tocar su guitarra.
Al terminar su canción, Giraldo le entregó un ramo de flores y le leyó una carta.
“Querida Totó:
Quienes estamos hoy en este parque, en el Festival Cordillera, quienes tenemos el honor de acompañarte en este escenario, en esta ocasión tan importante, somos, apenas, una pequeña fracción de los cientos de miles de personas que conforman tu público. Tu amado público, Totó, a lo ancho del mundo. Como tu público queremos agradecerte, desde el fondo del alma, por todo el amor, el respeto con el que trabajaste para nosotros al lado de tus músicos dando tu vida entera.
Gracias Totó. Gracias por tanto”.
Para ir cerrando el concierto Totó cantó Rosa.
“De las flores La más hermosa Eres tú mi linda rosa Sobre la vida Regando flores la llamaré Rosa de mis amores Lo que traigo es mi pregón Rosa, qué linda eres. Rosa, qué linda eres tú”.
La maestra bailó, cantó, y junto a su banda, contagió del sabor caribeño la fría Bogotá que coreaba “Rosa, qué linda eres. Rosa, qué linda eres tú”, cantaron una canción más y Totó bailó y se paseó por todo el escenario, bailó con el guitarrista y con sus demás músicos. También con un bailarín. Al terminar, la maestra, en medio del abrazo de su banda y sus invitados, gritó, por última vez desde una tarima.
“¡Qué viva Colombiaaaaaa! ¡COLOMBIA! ¡COLOMBIA! ¡COLOMBIA!”
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