El discurso del presidente Gustavo Petro en la 77° Asamblea General de las Naciones Unidas, dejó el claro mensaje de lo que él considera como un fracaso, hablando de la lucha contra las drogas. Colombia es uno de los países que está bajo la lupa, al punto que tanto la ONU, como el gobierno de los Estados Unidos ,realizan informes anuales, con cifras, en temas como erradicación, exportación y producción de estas.
En esta semana, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC, en su más reciente informe, además de destacar las tendencias hacia la legalización de algunas sustancias, por ejemplo, el cannabis, resaltó el impacto ambiental que tienen estas prácticas; en este último apartado el país tiene unas serias implicaciones.
Según el informe de la entidad, más allá de la erradicación y todo lo que conlleva la lucha contra las drogas, el factor ambiental es fundamental, considerando que es una parte integral y directamente relacionada, principalmente con su desarrollo; asimismo, señalaron algunas zonas de los departamentos de Norte de Santander y Putumayo como puntos en los que se concentra la producción de cocaína en el país.
En su discurso, el presidente Petro hizo un llamado para cambiar la estrategia en contra de los cultivos ilícitos por acciones más contundentes, tal y como lo ha precisado antes, respecto al tema de la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos. A propósito de ello, por estos días vuelve a sonar la iniciativa que en su momento el escritor y periodista Juan Carlos Botero, hijo del pintor Fernando Botero, propuso en su momento para hacerle frente al tema del control del narcotráfico.
Desde 1997 se han extraditado más de 1.000 colombianos a Estados Unidos y aún así el negocio del narcotráfico se mantiene. ¿Qué es lo que falla aquí? ¿La extradición en sí no funciona para combatir el tráfico ilegal de drogas? En su iniciativa, denominada ‘Extradición Estratégica’, Botero plantea que el instrumento judicial no ha sido correctamente aprovechado.
La extradición podría ser usada para dividir a los carteles y dejar maniatado a los narcotraficantes. La práctica del tráfico ilegal de drogas en el territorio nacional, y hacia otros países, sería impracticable.
“Tomemos el caso del cartel de Cali. Esta organización duró décadas penetrando la sociedad colombiana. Infiltró las finanzas, el comercio, el deporte, la cultura, la política, la justicia, el entretenimiento, el campo y la construcción. Por esa razón, alcanzó una solidez de hierro. No obstante, este cartel se desmanteló en un año. ¿Cómo? Gracias a la aplicación de una triple tenaza: el pago de recompensas, la depuración de la Policía y el Bloque de Búsqueda”, narra Botero en una de sus columnas en El Espectador.
“¿Por qué funcionó esa tenaza?”, continúa. “El pago de recompensas hizo algo que el Estado no había podido: vulnerar el blindaje del cartel, pues tornó los guardaespaldas en posibles delatores, y eso llevó a los capos a desmantelar sus aparatos de seguridad. Por eso, al ser capturados, éstos siempre se hallaban solos. A su vez, el saneamiento de la Policía impidió la filtración de los operativos. Y el acoso del Bloque de Búsqueda asestó el golpe de gracia”.
La ‘Extradición Estratégica’, desde la óptica de Botero, consiste en utilizar en contra de los narcotraficantes esa triple tenaza, aprovechada en conjunto con la extradición como método disuasorio. Es decir, se le aplicaría a todo narco que haya sido capturado y se le niega todo contacto con el mundo exterior una vez adentro de la cárcel. Si reincide en el negocio luego de purgar su condena, será de nuevo apto para la extradición.
“Esta es una idea en la cual yo le he trabajado muchísimo. El momento en el que la plantee es muy diferente al actual”, señala Botero, en conversación con Infobae. “En esa época había un verdadero temor a la extradición por parte de los narcotraficantes. Fue muy astuta, en su momento, esa manipulación tan inteligente de los medios que hizo Pablo Escobar, con esa frase y esa imagen de “preferimos una tumba en Colombia, que una cárcel en Estados Unidos”. Y veía uno a estos sujetos como si fueran patriotas nacionalistas y no vulgares criminales. Todo llegó a tal punto que, por ejemplo, cuando sucede lo del vuelo 203 de Avianca, la encuesta nacional que se hizo sobre la extradición mostró a un 80% de gente que estaba a favor de ella. Un año después, Escobar tenía el mismo porcentaje pero de gente en contra de la extradición”.
Botero aclara que si bien no ha establecido diálogos con el presidente Petro, está dispuesto a colaborar si llega el momento. “Me sorprende mucho que Petro la haya lanzado”, señala.
“Hoy creo que puede tener validez. Si se aplica bien, puede traer grandes beneficios para el funcionamiento de la sociedad. La gran lección que nos dejó Escobar y los carteles de Medellín y Cali es que por más penetrada que esté la sociedad, por más recursos que puedan tener y por más violencia que puedan generar, nunca van a llegar a ser mayores que el Estado. De modo que ante el acoso que pudiese emplear el Estado sobre ellos, sobre su forma de operar, no habría manera de que ni los jefes ni los que vienen detrás de los jefes, resistan”.
Botero cuenta que, en su momento, la propuesta fue presentada ante el gobierno de Samper, pero era evidente, por razones familiares, que no se iba a acoger. “Hubiese podido darles las coordenadas de El Dorado y aún así no me las hubiesen aceptado”. Cuando se pensó, relata, la idea era volver inviable el narcotráfico, no solo tumbar a los carteles. “En mi opinión creo que nos hubiésemos ahorrado muchos muertos”.
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