La reforma política pasó su primer debate en la Comisión Primera del Senado, tras casi siete horas de discusión. En lo aprobado hasta el momento, que es susceptible de modificaciones, sorprenden algunos cambios sustanciales como los derechos que tendrán los congresistas para ser gobierno o participar en elecciones sin renunciar a sus curules.
Uno de los temas centrales de la discusión es el régimen de incompatibilidades e inhabilidades que dejó abierta la posibilidad para que los congresistas puedan participar de elecciones populares a alcaldías y gobernaciones, sin tener que renunciar a sus actuales cargos.
Actualmente, cuando los congresistas desean inscribirse para participar de elecciones públicas o ejercer cargos públicos, deben renunciar con un año de anterioridad para no quedar inhabilitados. Sin embargo, una de las propuestas incluidas en la reforma, es que se elimine esa limitación.
En ese caso los congresistas podrían participar de campañas políticas para ser candidatos a alcaldía o gobernaciones y, en caso de que no ganen la elección. Sin embargo, esto entraría en vigencia a partir del 2026, pues la entrada en vigencia, hasta el momento de la discusión, es que en 2023 se realice con las mismas normas.
Según el presidente del Senado y ponente del proyecto, Roy Barreras, el objetivo es que los partidos puedan dar movilidad a sus miembros de la bancada y llevarlos a otros cargos públicos y elecciones, debido a que las curules serán de la corporación.
Esto en contraposición de las listas cerradas y la limitación de periodos que contempla la reforma política. Es decir que no habrá voto preferente para el Congreso, concejos ni asambleas y cada elegido solo podrá ocupar dos periodos en la misma corporación.
Este mensaje fue bien recibido por una bancada que ha sido crítica de algunos puntos de la reforma, como Cambio Radical. El vocero del partido independiente, David Luna, reconoció durante la discusión que ese debe ser uno de los avances que se planteen en la nueva regla política.
“El sistema político está lleno de inhabilidades. Ese ejercicio le ha hecho mucho daño al país porque creemos que con ello estamos controlando y ejerciendo la tesis de los frenos y los contrapesos. Termina habiendo candidaturas en cuerpo ajeno, el hermano, el tío, el primo, el sobrino. Hay un artículo sobre eso, particularmente el que hace referencia a los ministros. ¿Qué tiene de malo que los políticos hagan política permanentemente?”, sostuvo el senador Luna.
Otra de las posibilidades que abre la reforma política y que fue recibida con beneplácito en el primer debate, es que los congresistas también puedan ser llamados por el Gobierno nacional para que ocupen cargos en el Ejecutivo, como ser ministros. Aunque en este caso sí deberán renunciar a su dignidad.
“Las incompatibilidades de los congresistas tendrán vigencia durante el período constitucional respectivo. En caso de renuncia, se mantendrán durante el año siguiente a su aceptación, si el lapso que faltare para el vencimiento del período fuere superior, excepto para el desempeño de cargo o empleo público previsto en el numeral 1 del artículo 180, caso en el cual solo deberá mediar la renuncia”, establece el artículo 7 de la reforma en su ponencia de primer debate.
Sin embargo, uno de los temas que más ha generado discusión es el transfuguismo, es decir que los congresistas puedan cambiar de partido político, que la reforma contempla en una sola vez después de la aprobación y que no ha caído bien en el Centro Democrático.
La reforma, por ser un Acto Legislativo, tendrá ocho debates por lo que se espera que su aprobación se extienda hasta el primer semestre del próximo año. Aunque el senador Barreras ha tratado de acelerar su discusión para evitar que se disuelva la votación.
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