Uno, dos, tres, cuatro… veinte; por lo menos veinte hombres se pueden contar en la pintura que adorna el techo del Salón del Protocolo, también llamado Salón de la Constitución, en el Capitolio Nacional. La obra tiene 36 años y poco se había hablado de ella, no fue hasta ahora que generó revuelo porque fue tildada como misógina que empezó a discutirse.
Fue el presidente del Congreso de la República, Roy Barreras, quien en un recorrido por el Capitolio encontró la obra y señaló que en ella había más caballos que mujeres. Esto, porque la única mujer que se ve es una monja, y casi no se aprecia porque está en una esquina, como un fantasma.
Además, el único negro en la imagen es un hombre que está encadenado, un esclavo. Tampoco hay representación indígena ni campesina en la pintura.
“Solo machos, el esclavo encadenado. Hay más caballos que mujeres. Este es un mural machista, misógino, además feísimo”, aseveró Barreras.
Resulta que esta obra fue pintada por el antioqueño Ramón Vásquez Arroyave, quien nació en Ituango el 5 de agosto de 1922 y murió el 14 de marzo de 2015. El maestro fue un apasionado de las humanidades; se desempeñó como colaborador del periódico El Colombiano, El Correo y La Defensa. Además, enseñó en institutos de Arte y también fue docente de la Universidad de Medellín, entidad que ayudó a fundar.
Lo que más le gustaba a Vásquez era pintar. Pese a que dominaba todas las técnicas, lo que más le llamaba la atención era la pintura al óleo.
Henry Gonzáles Velásquez, quien fue su alumno, afirmó a Radio Nacional que Vásquez “hacía una mezcla muy bonita con el óleo tradicional y los fluorescentes”. Indicó que jugaba con los colores y las perspectivas para generar “un contraste muy bello”.
“Si al lienzo en blanco le hace falta el espíritu, entonces yo se lo pongo, por medio de la embrujadora línea como decía Belisario Betancur. Ese espíritu es mío, me lo dio Dios”, aseguró el pintor en una ocasión.
En 1982 se le asignó la labor de pintar un mural en el Capitolio Nacional, el cual no terminó sino hasta 1986. La idea del maestro era hacer una conmemoración de la Constitución Política firmada en 1886, por lo que recoge los momentos de las Constituciones de Colombia de 1821, 1832, 1853, 1858 y 1873.
Esa conmemoración a las firmas de las constituciones firmadas en Colombia podría explicar en gran medida por qué no hay mujeres, campesinos, ni afrodescendientes en la pintura. En las épocas en las que se firmaron las normativas la participación de esa población era baja.
En el caso de las mujeres, en Colombia ellas empezaron a tener autonomía en 1932, con la reforma de la Ley 28 de ese mismo año, fue que se consideró a la mujer como sujeto de derechos, pues antes de esto no tenían la capacidad de tomar decisiones, ni siquiera al cumplir la mayoría de edad. Quien fuera el padre, decidía por la mujer, y una vez se casara, era su esposo quien se encargaba de tomar las decisiones.
Después de esa ley, nueve mujeres las que lograron llegar por primera vez al Congreso de la República en 1958 y en 1975 fue la primera vez que las mujeres pudieron votar en Colombia. Así, con una participación rezagada, fue que esta población se empezó a meter en la toma de decisiones nacional.
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