Con una amplia y variada oferta cinematográfica, que incluyó géneros como la animación, la ficción corta, el documental y los largometrajes de ficción, el África Film Festival celebró su cuarta edición en Quibdó, la capital del departamento del Chocó.
Durante una semana, el cine se tomó las calles de la ciudad con sus proyecciones, charlas y talleres. Cerca de 40 invitados nacionales e internacionales, entre los que destacaron los nombres de Gustavo Angarita Jr., Carolina Guerra, Maio Rivas Molina, Eda Liliana Valencia, María Gaitán Valencia, Iván Herrera, May McCausland, y Maritza Blanco, y muchos más, además de una muestra itinerante de cine africano, ocuparon espacios como la Biblioteca Banco de la República, la Biblioteca Pública Departamental Arnoldo Palacios, el Centro de Memoria Afrodiaspórica de Colombia ‘Muntú Bantú, entre otros.
La cita, además de apreciar de buenas piezas del cine africano contemporáneo, se planteó como un espacio dispuesto para la discusión de la diáspora africana y la situación actual del cine colombiano, hecho por afrodescendientes. Así, los organizadores del evento le apuntaron, una vez más, a la formación de jóvenes interesados por la industria audiovisual, brindándoles herramientas básicas para sus futuras carreras en el cine.
“Este espacio cultural legitima el cine como creación audiovisual y producto creativo que responde a la necesidad de expresar pensamientos, sentimientos y miradas subjetivas de la realidad socio-cultural de un pueblo y reconoce el papel discursivo y estético del séptimo arte en el fortalecimiento de la identidad étnica y la construcción de una memoria histórica contemporánea que pueda ser legada a las nuevas generaciones”, destacaron los organizadores del QAFF, en cabeza del cineasta congolés Wilfrid Massamba.
El también fotógrafo ha dedicado su vida a demostrar la fuerza del cine en contextos difíciles. Ha participado en distintos proyectos con este enfoque en Kosovo, Jordania, Panamá y Colombia, entre otras latitudes.
Massamba ha sido director de la fundación artística Basango y ha participado con proyectos suyos en el Festival de Cine de Cannes. Hoy lleva el cine a distintas zonas del país en las que los afroamericanos tienen poco acceso al séptimo arte, de la mano de entidades como la Alianza Colombo-Francesa de Cartagena de Indias. Actualmente está radicado en Colombia y trabaja con la productora Claudia Cruz, en Yerbabuena Films.
Pues bien, liderado por él, se le ve yendo de un lado a otro durante los días del festival, encendiendo y apagando los proyectores, dando entrevistas, moderando eventos, coordinando talleres, y hasta traduciendo, el QAFF tiene como misión principal acercar la cultura africana a Colombia, a través de eventos y oportunidades de intercambio cultural que tienen como punto de referencia el cine.
Fueron 41 películas de 22 países las que compitieron en la edición de este año, en las categorías de Mejor Largometraje, Mejor Documental, Mejor Película Experimental, Mejor Película de Animación, Mejor Guión, entre otras. Diez de ellas se proyectaron como parte de un programa especial junto a la Comisión de la Verdad, con el ánimo de rememorar los testimonios de diferentes actores y víctimas del conflicto armado en el país.
¿Mis favoritas? En la categoría de documental, El maestro Laba Sosseh, de Maky Madiba Sylla y Lionel Bourqui; en largometraje, Bantú Mama, de Iván Herrera y Clarisse Albrecht; en cortometraje, El sonido de las flores de caña de azúcar, de Nicolas Séry; y en la categoría experimental, Vitiligo, de Soraya Milla, una pieza descolocadora.
De todo lo que vi, recomiendo ampliamente estos cuatro filmes, pero también es bueno considerar los títulos premiados, a saber:
- Mejor Largometraje: Bantú Mama, de Iván Herrera y Clarisse Albrech.
- Mejor Director: Ramata Toulaye, por Astel.
- Mejor del Jurado al Mejor Documental: In the billowing night, de Erika Etangsalé.
- Mejor Director de Documental: Welket Bungué, por Calling Cabral.
- Mejor Película Experimental: Vitiligo, de Soraya Milla.
- Mejor Película de Animación: OPAL, de Alan Bidard.
- Mejor Director de Fotografía: Amin Berrada, por Astel.
- Mejor Banda Sonora Original: Reparaciones, realizada por Carolina Borja.
- Premio SUDU al Mejor Cortometraje: Khadiga, de Morad Mostafa.
- Mejor Documental: Balanta, de Gregor Kuhlmann y Fernanda Piñeda.
- Mejor Cortometraje: En lo profundo de la Ciénaga, de Camilo Cortés.
Todas estas producciones recibieron una estatuilla que simboliza el árbol Baobab, el mítico árbol africano, como representación a la paz y la longevidad.
Cabe destacar el esfuerzo de los organizadores por llevar a cabo este encuentro en medio de una ciudad que vive una situación de violencia tan convulsa y que día a día busca la forma de escapar de su realidad. Ver a los jóvenes, y también a los viejos, congregarse a merced del cine y al menos por unas horas vivir las vidas de otras personas, en otros lugares y otros tiempos, es una experiencia surreal.
Si bien el evento podría ser un tanto más inclusivo, dicho desde el punto de que no toda la gente en la ciudad sabe que se hace un festival de cine, lo que han logrado los organizadores en apenas cuatro ediciones es de destacar. Ojalá que el próximo año sea mucho mejor.
Esta edición del QAFF, que se llevó a cabo del 12 al 17 de septiembre, contó con el apoyo de entidades como el Ministerio de Cultura, ANAFE, Radio Nacional de Colombia, RTVC, Embajada de Francia en Colombia y el Goethe Institut, entre otras.
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