El exministro de Hacienda y Crédito Público del Gobierno de Iván Duque generó una gran polémica por su propuesta de reforma tributaria que nunca llegó a debatirse, pero aún así detonó un estallido social que terminó por costarle su puesto en el gabinete.
El proyecto de reforma tributaria de Carrasquilla incluía entre otras propuestas, gravar nuevos productos de la canasta familiar con el IVA del 19 %.
El actual líder de la cartera económica, José Antonio Ocampo, presentó un nuevo proyecto de reforma tributaria, que muchos aseguran. es muy similar a la de Carrasquilla.
Esa propuesta busca recaudar 25,4 billones de pesos el primer año, que en su mayoría serían aportados por personas naturales. Según el Gobierno nacional, los más adinerados deberán pagar más.
Alberto Carrasquilla renunció al ministerio el 3 de mayo de 2021, meses después llegó a la junta directiva del Banco de la República, y no había vuelto a hablar con los medios de comunicación sobre lo que pasó con su proyecto y mucho menos sobre la iniciativa del Gobierno de Gustavo Petro.
El economista bogotano habló en exclusiva con Infobae Colombia sobre la ponencia de José Antonio Ocampo, la gestión del presidente Gustavo Petro y el panorama de la economía colombiana.
Infobae Colombia: ¿Cuál es su opinión sobre la reforma tributaria propuesta por el ministro Ocampo? ¿Qué le agregaría o le quitaría?
Alberto Carrasquilla: Me parece que varios de los diagnósticos que la sustentan son pertinentes y válidos. Uno, el monto ($25 billones anuales adicionales) es adecuado, o incluso, de cara a la presión que ya enfrentamos fiscalmente por la vía de mayores tasas de interés mundiales, la necesidad de ejecutar cuantiosos subsidios al consumo de gasolina y la necesidad de pagar la deuda que se tuvo que contratar durante la pandemia, por no hablar más a mediano plazo y sus requerimientos en materia de la transición energética y el envejecimiento de la población.
Dos, en materia del impuesto de renta, la tributación de las personas naturales es muy baja en Colombia, tanto en términos absolutos, como en términos relativos, con la tributación empresarial. Me parece que la propuesta, sin embargo, es muy tímida al concentrarse en elevar la carga de quienes ya pagan y no involucrar más personas de manera progresiva. El primer colombiano que pagaría este impuesto, bajo la propuesta, recibe unas cuatro veces el ingreso promedio observado en el país, mientras que el patrón internacional es la mitad o menos.
IC: Algunos sectores afirman que cuando usted estaba en el ministerio e intentó lanzar su propuesta, tenía el mismo fin, o parecido ¿por qué considera que su propuesta no fue bien recibida y por qué no pasa lo mismo con la actual?
AC: En sentido estricto, mi propuesta nunca se discutió, así que contesto su pregunta en dos fases: primero, un telón de fondo que me parece importante y, segundo, el aspecto de mi propuesta que considero más polémico.
Que una propuesta elaborada con cuidado, ni siquiera se discuta sugiere algo muy preocupante y es que, llegado un determinado punto en la polarización política, el debate racional, riguroso y exigente, desaparece. En su lugar, surgen controversias contra unos y otros símbolos, caricaturas casi, de las las ideas inicialmente expuestas. Ese deterioro del debate público, que ocurre aquí y en prácticamente todo el mundo, creo que merece ser estudiado con mucha profundidad por los costos que le genera al proceso de formación de capital social.
Respecto a la propuesta misma, el tema más controversial es la ampliación que propuse para la base gravable del IVA. El IVA es un impuesto regresivo: como porcentaje de sus ingresos, las personas de altos ingresos pagan menos que las personas de bajos ingresos. La salida colombiana al problema de la regresividad del IVA es excluir de la base gravable un conjunto amplio de bienes y servicios que son consumidos por todas las personas, sean de bajos, medios o altos ingresos. Esta exención es, de lejos, la exención mas protuberante del estatuto tributario colombiano y representa algo así como 4 o 5 puntos del PIB. La exención logra, por supuesto, un menor gravamen en cabeza de la población menos pudiente. Sin embargo el grueso del beneficio derivado de la exención queda en el bolsillo del 10 % más pudiente.
La distribución del beneficio tributario es, pues, hiper regresiva. La solución que yo propuse es sencilla: gravemos toda la canasta y financiemos el pago del tributo por parte de 30 % más pobre de la población, haciéndole llegar a esos hogares una transferencia monetaria igual o algo superior a lo que estimamos que pagan. Ello repercutiría de manera importante en los indicadores de desigualdad y de pobreza, al tiempo que lograría un recaudo neto de 3 o 4 % del PIB, pagado por los más pudientes de una manera mucho más consistente con la eficiencia económica que los impuestos directos sobre la inversión y el ahorro.
IC: Con el inicio del gobierno Petro se ha generado mucha incertidumbre en la economía nacional, incluso, los mercados extranjeros siguen dudando sobre sus inversiones en Colombia, considera usted que se han hecho los esfuerzos suficientes para que se tranquilicen las empresas e inversiones ¿Qué haría falta?
AC: Algunas de las propuestas tributarias tendrían efectos muy sustanciales en la rentabilidad de la inversión en general y en la inversión de sectores muy importantes, como el minero energético, en particular y por esta razón hay mucha inquietud. A eso hay que sumarle un incremento muy sustancial en la tributación de las relativamente pocas personas naturales que ya pagan. Ya iremos viendo cómo se atienden estas inquietudes, el debate apenas empieza. Lo cierto es que el recaudo adicional esperado, de $25 billones anuales, sí que se necesita.
Hay que recordar que las presiones fiscales que han aparecido en el año y medio desde que yo presenté la propuesta que conversamos, presiones derivadas de las mayores tasas de interés mundiales, el aumento del riesgo en los países emergentes, y de Colombia en particular, y de los subsidios al consumo de gasolina, ya se comieron hace rato todo el incremento y que, en los años venideros, viene más presión de gasto, porque la población envejece y hay más necesidad de recursos fiscales en los temas de salud y pensiones.
Yo creo que las circunstancias nos forzarán, más temprano que tarde, a una reforma estructural de nuestra estructura fiscal. Propuestas sensatas es lo que hay, falta el sosiego para debatirlas con ánimo constructivo.
IC: Usted, en la junta directiva del Banco de la República ha tenido que debatir sobre la inflación, uno de los más grandes problemas para los colombianos, ¿este fenómeno cuándo se estabilizará?, ¿cree usted que las decisiones y estrategias tomadas fueron las más acertadas para frenar la inflación?
AC: La inflación se elevó notablemente en el mundo entero por una combinación de saltos sustanciales en la demanda y dificultades de la oferta para responder oportunamente. El salto de la demanda se explica por una combinación atípicamente expansiva de las políticas fiscal y monetaria –más gasto público con bajas tasas de interés- de cara a la mayor crisis de salud pública en un siglo.
En Colombia también subimos el gasto público y la deuda, y bajamos las tasas de interés. Era la medida adecuada para el momento y no lo considero un error. El debate -que ya llegará- tiene que ver con la pregunta de si hemos sido lentos en recoger esa expansión fiscal y monetaria, y con ello hemos contribuido a la aceleración inflacionaria.
IC: Se ha hablado de una desaceleración en la economía mundial, ¿Qué repercusiones tendrá para el país?
AC: Yo creo que es unánime la noción de que en 2021 y los primeros seis meses de 2022 en Colombia nos fue mejor de lo que todos esperaban, de un lado, y que ya a finales de año y en 2023 viene un ajuste importante en la tasa de crecimiento originada en una economía internacional mucho menos propicia y el estrechamiento de las condiciones financieras internas, empezando por las tasas de interés, pasando por la elevación importante en el costo de uso del capital.
IC: ¿Ha tenido la oportunidad de hablar con el ministro Ocampo y han debatido sobre las políticas que está disponiendo en materia económica?
AC: Conversamos muchos temas en la junta directiva pasada y hablar con el ministro Ocampo siempre ha sido muy grato para mí. Es un gran economista de quien uno siempre aprende algo nuevo.
IC: Desde su experiencia, ¿Cuál cree que es el principal problema de la economía colombiana?
AC: Clarísima la respuesta. El problema económico más protuberante es la informalidad. La informalidad condena a la mitad de los jóvenes que cada año entran al mercado laboral a una vida de segunda categoría, cobijada por bajísima productividad, bajísimas o nulas oportunidades de progreso personal, cero posibilidades de ahorro para la vejez, cero acceso al crédito para aprovechar oportunidades productivas o para lidiar con dificultades personales, total dependencia del Estado –cero posibilidad de escoger- en la educación que reciben sus hijos, en la arquitectura de su seguro de salud, en fin.
Yo creo que no hay un solo problema social en Colombia que no tenga una raíz, o varias raíces, en el abono de la informalidad. La informalidad implica desafíos para el sistema de salud, para el sistema pensional, para el aseguramiento, la cobertura financiera y, por supuesto, para las finanzas públicas.
IC: La evasión sigue siendo uno de los más grandes problemas para el país, ¿Qué propuesta tendría para mitigar esto?
AC: Se está avanzando a pasos agigantados aprovechando principalmente dos desarrollos: uno, el desarrollo tecnológico, que facilita el manejo de la enorme cantidad de información financiera y transaccional requerida para identificar las estructuras delictivas que explican el grueso del problema; dos, los tratados internacionales de intercambio de información tributaria, que permiten acceso a información que, hace unos años, era inaccesible. La DIAN está en capacidad de seguirnos dando a los colombianos muchas buenas noticias en la lucha contra este delito.
IC: Terminando este primer mes de gobierno Petro, ¿Cómo cree usted que va el rumbo del país?
AC: Creo que la primera encuesta que he visto, que muestra una favorabilidad de 56 %, muestra un país ilusionado con el cambio que se eligió democráticamente.
IC: El precio del dólar en Colombia es un dolor de cabeza para muchos, ¿Cómo cree que seguirá siendo el comportamiento de esta divisa?
La dinámica del peso es muy similar al de muchos países y ese conjunto de tasas de cambio, del cual somos parte, está determinado, en lo fundamental, por lo que sucede con el dólar americano, que se ha fortalecido como consecuencia del fortalecimiento, a su vez, de la política monetaria. Esta es la explicación fundamental de la devaluación, de 15 % mas o menos, respecto de, digamos, un año atrás. Miremos cifras. Al comenzar septiembre, nuestra devaluación anual es 19 %, casi idéntica a la de Gran Bretaña, algo superior a la de Chile y la de Corea, las cuales rodean el 15 %, y muy inferior a la de Japón (27 %).
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