Un hombre que toma una katana y pierde la cabeza. Una mujer que lo deja todo para intentar olvidar un accidente en el que sus seres queridos perdieron la vida. Una empleada del servicio que cuida a una niña que se derrite por ella como la misma mantequilla. Una jueza promiscua del municipio de Carepa que emprende la huida de aquel lugar remoto por temor a la violencia. Esta es, apenas, la punta del iceberg de un compilado de relatos que hoy por hoy se toman las páginas de Puñalada Trapera II.
Este es el segundo tomo de un compilado de relatos en el que en esta oportunidad once mujeres y once hombres dedicados a la escritura dejan en evidencia su creatividad y pulso. Siete de ellos nacidos en los años setenta, diez en los ochenta y cinco en los noventa, dan cuenta de un brote de talento que, según Juan Fernando Hincapié, su editor, no solo es el resultado de una apuesta fuerte por la formación en creación literaria, sino también del ‘boom’ de editoriales independientes que hoy le apuestan a nuevas firmas.
“Noté que hay un radio generacional más amplio, de casi el doble, entre los escritores de los años 80. Sin embargo, esta fue solo una coincidencia, pues en el proceso de curaduría, la edad no era un limitante. El ejercicio básicamente consistió en buscar autores, llegar a nuevos escritores por recomendaciones hasta consolidar un libro bastante diverso”, explica Hincapié.
Relatos heterogéneos
Si bien entablar la eterna discusión sobre qué significa cuento y novela, segmentar por extensión y entrar a revisar las estructura de cada uno de los relatos para encasillarlos, a los ojos de muchos es una cuestión necesaria para entender este género. En Puñalada Trapera II esta urgencia no existe.
Partiendo del primer tomo, y de una primera edición exitosa, según señala Hincapié, “el libro contaba con personalidad propia”, una forma de ser en donde ni la extensión, ni el tema eran camisa de fuerza para sus autores.
Paul Brito, autor del cuento Desnudo otoño, explicó en diálogo con Infobae Colombia que fue a partir de la experiencia de un primo que arrancó a escribir el relato que hoy está publicado en este compilado. Así mismo, señaló que si bien desde su trayectoria como ensayista y novelista ha tratado temas en los que la profundidad está enmarcada en un sustento, muchas veces filosófico, en sus cuentos, su escritura se transforma.
“Cuando escribo cuentos trato de olvidarme del esquema filosófico. Yo escribo una historia, creo un personaje, llevo una anécdota hasta sus últimas consecuencias y es ‘otro cuento’, precisamente. Lo importante de la ironía es tomar distancia de todo, pasarse por el por el ‘cuero’ todas las ideas sacralizadas, reducirlas de su abstracción a lo concreto, a lo humano, a lo cotidiano, a lo rocambolesco. Vivimos en una sociedad en donde la gente todo se lo toma muy en serio, pero desde el humor y desde una historia uno puede olvidarse de esa corrección política y jugar”, explica.
Pero ese proceso para Juliana Javierre, autora del cuento Ver de cerca es diferente. Para ella, la escritura ha sido y será la vida. “Y, al decir ‘la vida’, digo también la muerte, la posibilidad de nacer y morir muchas veces. Del cuento me molestó durante años la rapidez con la que abandona: la novela me ofrecía la idea de una vida que se prolonga, que uno alarga y achica, pero que no se va, no tan pronto. Sin embargo, el paso del tiempo y lo que he vivido me han enseñado que hay cosas que, aunque se vayan, se quedan existiendo dentro de uno. El cuento, creo, sería eso, una bocanada de aire cuando uno se ahoga y luego, instantes después, otra vez estar asfixiado. Cada acción es la última, cada palabra es a la vez el inicio y el fin del mundo que se está creando. Nacer y morir, las dos cosas simultáneamente”.
En tal orden de ideas, Juan Fernando Hincapié destaca que el tema de la creación es al final más interesante que la misma definición del género. Pues, como bien señala, en definitiva lo importante es que sea algo para el disfrute entero del lector.
“En cuanto a la extensión de cuento, novela, incluso relatos largos, es una discusión compleja porque si por ejemplo analizamos La perra, escrita por Pilar Quintana, hay gente que sostiene que ese texto (que tiene unas 24 mil o 25 mil palabras) es un cuento. A mí esa discusión académica no me parece tan interesante. Simplemente, uno puede disfrutar de algo muy bien hecho como los cuentos de Alice Munro. Por ejemplo, ella tiene libros de 500 páginas que tienen nueve cuentos. Los cuentos son de 70 a 80 páginas. ¿Qué es eso? ¿Un cuento? ¿Una novela? Para mí son cuentos”, explica.
En ese sentido, y sin necesidad de otorgar rótulos, Puñalada Trapera II, se convierte en un proyecto que no solo continúa dando espacio y papel a los escritores más prometedores, sino que a la vez pone en las manos de los lectores historias diversas en las que lo importante, más allá de su extensión, es la calidad, el contenido y la visibilidad de quienes a punta de disciplina, papel y letras, siguen dando cuenta de una era en la que el cuento gana territorio apostándole a la construcción de un panorama de la literatura colombiana contemporánea.
*El lanzamiento del libro tendrá lugar en el marco de la Fiesta del Libro de Medellín a las 8:00 p. m. en el Salón Restrepo del Jardín Botánico.
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