Desde hace más de 30 años Fernando Trujillo estudia a los delfines rosados en el Amazonas. Es quizás uno de los científicos más entregados a su labor. Piensa que como seres humanos, no somos los dueños del planeta, sino ocupantes de territorios que le pertenecen a otras especies.
Fernando Trujillo es el director científico de la Fundación Omacha. La palabra ‘omacha’, significa delfín rosado o bufo. Estos animales habitan todo el trayecto del Río Amazonas, desde su origen hasta su desembocadura en Brasil. A los delfines rosados también se les ve en el Río Orinoco y aunque su distribución depende de la época del año, lo cierto es que su población se ha visto reducida por la sobrepesca, las redes y su uso como carnada para capturar mota o piracatinga, una especie que comenzó a ser comercializada tras la sobreexplotación pesquera y la contaminación que fue acabando con el capaz.
Para hacer un alto a las problemáticas identificadas, Trujillo ha contribuido desde lo político. Ha apoyado planes de manejo de Áreas Protegidas y Especies Amenazadas, evaluaciones de impacto ambiental, planes de monitoreo etc. Estos esfuerzos no solo le han otorgado prestigio, sino también el premio ‘Whitley Gold Award’ que se llevó en el 2007 por su trabajo en la conservación de los delfines.
En el día del Amazonas Fernando Trujillo explica cuáles son los retos que enfrenta este vasto territorio, que si bien es conocido por muchos como el ‘pulmón del mundo’, es para él el corazón de una parte muy importante de la biodiversidad del planeta que hay que conservar.
Infobae Colombia: El ex ministro de medioambiente, señaló que para el 2021, en Colombia se había presentado un aumento de la deforestación en el país del 1.5% en comparación con el año anterior. En ese sentido, ¿sigue siendo esta problemática la más grave de la Amazonía?
Fernando Trujillo: Actualmente hemos perdido más de un millón cien mil kilómetros cuadrados de selva amazónica. Esto es mucho, pues la región amazónica en su totalidad tiene siete millones de kilómetros cuadrados. La deforestación no para. Se habla de frenarla, de tener metas, pero esto parece no cumplirse, es como un espejismo lejano al que nunca vamos a llegar. A nivel nacional también lo vemos. El año pasado se pensó que se había reducido la deforestación, pero esto no fue así. La deforestación es uno de los grandes retos. Hoy estamos llegando al punto límite de la deforestación. La cuenca se aguanta hasta un 25% y hoy ya estamos en un 22% o 23%. Esto implica dar inicio a un proceso de sabanización., es decir, sube la temperatura y los árboles no tienen la capacidad de soportar el calor y empiezan a morir, viéndose afectado el resto del ecosistema. Hay otra consecuencia en todo esto y es que los árboles bombean agua en la atmósfera. Esto lo denominamos ríos voladores. Entonces, entre menos árboles existan, tendremos menos disponibilidad de esa agua que viaja por medio de los Vientos alicios del Atlántico en dirección a los Andes.
I.C: A parte de la deforestación, ¿qué otros problemas enfrenta hoy el Amazonas?
F.T: Después de la deforestación, hay otro grave problema y es la pérdida de conectividad de los ríos. Si seguimos construyendo hidroeléctricas y represas que bloqueen el flujo natural, se estima que más o menos en unos diez años, solo van a quedar tres ríos que puedan fluir libremente en la Amazonía. Eso es muy grave. Yo siempre digo que la Amazonía, más que ser un pulmón, es un corazón acostado. Todos los ríos son las venas de ese gran corazón. ¿Qué pasa cuando uno tapona las venas? Se produce un infarto. Se colapsa el sistema.¿Qué implicaciones tiene que los ríos se interrumpan? Por un lado, las migraciones de los peces. Normalmente ellos salen de los ríos tributarios para ir al río principal, pero cuando encuentran un montón de barreras, al no poder emigrar, provocan un colapso a las pesquerías. Eso afecta la actividad alimentaria de miles de personas que viven en la cuenca y a la economía regional que se basa en la venta de pescado. Al inicio nosotros estábamos muy preocupados por las hidroeléctricas de Brasil en la parte baja, pero recientemente estudios científicos demuestran que las represas en países andinos como Perú y Bolivia, repercuten de una manera que puede llegar a ser peor porque cortan todo el ingreso de nutrientes que llegan al Río Amazonas y un río sin nutrientes es un medio sin comida.
I.C: Otro de las problemáticas que se presentan consiste en el aumento de la demografía. En los últimos años, se han asentado más personas en la cuenca del río llevados principalmente por la industria minera. ¿De qué manera pueden incidir estas poblaciones en la biodiversidad?
F.T: Una cosa es un área natural como el Amazonas con unos miles de seres humanos habitándola. Otra, muy distinta, es el escenario actual donde hay 43 millones de seres humanos. De esos 43 millones de habitantes, solo 3.5 son indígenas, el resto ha venido de otras regiones geográficas. Esto se ha dado por la construcción de carreteras amazónicas alrededor de los proyectos hidroeléctricos, alrededor de la explotación petrolera. Manaos, por ejemplo cuenta con 3 millones de habitantes, ciudades como Belém do Pará, cuenta con casi dos millones. Iquitos en Perú, cuenta con casi un millón. Todas las ciudades se van consolidando y eso tiene un impacto muy grande. Ya no estamos hablando de esa selva en equilibrio. La parte sur de la Amazonía brasileña está bastante transformada con grandes cultivos de soya, haciendas ganaderas y esto afecta.
I.C: Pero, ¿cómo frenar un proceso demográfico de esa envergadura y cuáles son las actividades económicas sostenibles en un área de ese tamaño?
F.T: Algunas veces hablamos de manera ingenua y decimos ‘hagamos turismo de naturaleza’, pero eso igual no le va a dar trabajo a todos. Hablamos de iniciativas como Visión Amazonía que recoge recursos de países como Alemania, Inglaterra y Noruega. Se ha venido teniendo una curva de aprendizaje muy interesante para tratar de establecer cadenas de valor alrededor de productos, proyectos productivos, pero ya tenemos que pasar de proyectos piloto a un desarrollo de las regiones.
Es muy fácil desde las ciudades, con la nevera llena decir ‘no en el Amazonas que no tumben un árbol, que no saquen un gramo de oro’, pero entonces, ¿cuáles son las soluciones económicas?
I.C: ¿Qué sucede con la minería? También sabemos que en el río, quizás hoy en día no exista una sola especie libre de mercurio…
F.T: Sin duda, una de las grandes amenazas de la región es la economía ilegal. Una de ellas es el oro. Un kilogramo de oro vale 45 mil dólares, mientras que un kilogramo de coca vale 22 mil. Estamos hablando de una diferencia de casi el doble. De todo el oro que se extrae de la Amazonía hay una varita mágica que en algún momento lo convierte en legal, se exporta, llega a los mercados internacionales y detrás del proceso de explotación está el uso del mercurio, un metal pesado que es tóxico y que se queda. Muchos peces de la amazonía tienen mercurio y muchas comunidades indígenas lo tienen en niveles alarmantes. Esto quiere decir que en los próximos años existirán enfermedades que tendremos que ver cómo solucionamos porque estas grandes cantidades de mercurio pueden ocasionar cáncer, malformaciones y hasta pérdida de memoria como ocurrió en Minamata (Japón).
I.C: ¿Cómo controla uno actividades como la minería ilegal, la deforestación, los cultivos de coca?
F.T: Eso es difícil, a menos que haya un planteamiento de desarrollo económico adecuado para cada región.Hoy hay escenarios como la OTCA (Organización del Tratado de Cooperación Amazónica), pero yo siento que ha desarrollado un papel muy tibio. Yo no escucho conceptos sobre estas grandes amenazas y las agendas que desarrollan son lentas. El Pacto de Leticia es una propuesta que me parece interesante porque involucra a los jefes del Estado para que haya una agenda más dinámica entre regiones. Sin embargo, no sabemos qué tanto vaya a progresar eso. El paliativo siguen siendo las áreas protegidas que a veces no cuentan con recursos suficientes y otras veces están permeadas por actividades que hacen que ni los mismos funcionarios puedan entrar. La situación es compleja y los retos enormes.
I.C: ¿Es decir que esa idea romántica que se tenía hace algunos años cuando a uno le decían que el Amazonas era el pulmón del mundo ya está mandada a recoger?
F.T: El Amazonas todavía tiene un valor ecológico gigante. Una de cada diez especies que hay en el planeta están en el Amazonas. La biodiversidad que queda ahí es increíble. La cantidad de grupos humanos indígenas que hay es muy diversa, pero los hemos acorralado. Hay resguardos, pero la situación para las comunidades en cada país es diferente. En Colombia yo creo que están bien establecidos los resguardos porque son de carácter inalienable, pero en otros países se hace extracción de hidrocarburos y minería e incluso pueden expropiar los territorios indígenas en beneficio económico del Estado. Entonces tenemos que seguir reconociendo ese gran valor tanto a nivel de estabilidad climática como biodiversidad, como un sitio de custodia de grupos humanos importantísimos, incluyendo aquellos no contactados. No podemos tirar la toalla porque si no actuamos ahora, esto se nos sale de las manos y esta es una situación internacional. Aquí hay una lucha en la que no podemos ceder un centímetro más.
I.C: ¿Qué puede hacer la gente desde la ciudad para cuidar el Amazonas?
F.T: Lo primero es ser consumidores responsables. Saber de dónde vienen los peces que se están consumiendo, en qué condiciones se están capturando. Lo mismo, por ejemplo la compra de joyas, de oro. Debería de haber un tema de Oro Verde o simplemente dejar de comprarlo porque eso es pedalear una rueda de problemas ambientales gigantescos. Ojalá la gente pudiera visitar el Amazonas en paquetes turísticos que involucren a comunidades locales y puedan conocer de primera mano y comprometerse, porque lo que pasa en el Amazonas no solo afecta lo que sucede en Bogotá sino también en lugares remotos. La reflexión es la siguiente: si a nosotros nos llega la arena del Sahara, que atraviesa todo el Océano Atlántico, esas gotas de agua de estos ríos voladores, ¿hasta donde no llegarán?
SEGUIR LEYENDO