En las últimas horas, tropas del Ejército Nacional, en un trabajo interinstitucional con la Fiscalía, capturaron a alias Juan Esteban, en el barrio Belén de Medellín. Sobre este sujeto, recaen más de 50 denuncias de víctimas a las cuales, presuntamente, habría estafado.
Según un trabajo de investigación, alias Juan Esteban contactaba a sus potenciales víctimas a través de redes sociales, como Tinder, Badoo, Grindry, Scruff.
En dichas redes utilizaba diferentes identidades y se hacía pasar como un prestigioso ingeniero de sistemas, ganándose la confianza de sus víctimas por alrededor de dos meses para después lograr su cometido.
La clave para que los estafadores ‘románticos’ aprovechen la vulnerabilidad de las personas es buscar una conexión sentimental, lo que lleva a ser víctimas de manipulación psicológica. Las estafas románticas, ya sea en Tinder u otras redes sociales, usan “técnicas de compromiso, prácticas de ingeniería social y tácticas de abuso psicológico para que las víctimas obedezcan”.
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La mayoría de las víctimas serían personas de la comunidad LGBTI, migrantes y personas de diferentes estratos socioeconómicos, a quienes este sujeto analizaba y perfilaba. Después de un tiempo las citaba a un encuentro casual, en el que, presuntamente, les suministraba escopolamina para conducirlas hasta un hotel donde les hurtaba elementos de valor.
Al momento de la captura al sujeto se le hallaron teléfonos celulares de las víctimas, tarjetas débito y crédito, relojes de alto valor, llaves de vehículos hurtados, documentos comerciales, un arma, entre otros objetos.
Tanto los elementos incautados como el capturado fueron dejados a disposición de las autoridades competentes para el respectivo proceso de judicialización.
<b>En contexto</b>
<b>La ventaja la tienen los estafadores gracias a las redes sociales</b>
Las redes sociales permiten a los estafadores descubrir los temores de las persona que dejan suficientes pistas en las redes sociales para que los estafadores interesados creen perfiles sobre uno mismo y actividades personales. Los estafadores simplemente ponen trampas.
Los estafadores también pueden mejorar sus ataques. Alguien que hace una estafa amorosa en Tinder puede tener 100 chats en la aplicación. Las estafas telefónicas, por otro lado, limitan al estafador a una sola conversación a la vez.
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Además, las redes sociales no están estrictamente reguladas como los bancos. El problema de la escala es el mismo que el problema de la voluntad. El reciente escándalo de Facebook ha revelado cómo la plataforma no logra eliminar el odio, especialmente entre los usuarios que no hablan inglés. Si los lavadores de dinero reclutan ‘mulas de dinero’, ¿cuál es el riesgo real de detección?
Y aquí está el golpe mortal: un equipo de investigación grande y en crecimiento muestra que las redes sociales tienen un impacto negativo en nuestra salud mental, emocional y física. Estas redes refuerzan las mismas vulnerabilidades que nos dejan vulnerables al phishing.
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