Golpes con objeto contundente, heridas con arma cortopunzante, disparos en áreas no letales del cuerpo y hasta trazas de tabaco de marihuana en los genitales para sembrar la duda de que eran consumidores de estupefacientes: según el informe de las necropsias adelantadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, los tres jóvenes que murieron el pasado 25 de julio en el municipio de Chochó (Sucre), en un presunto caso de ejecuciones extrajudiciales de la Policía departamental de Infancia y Adolescencia, fueron objeto de torturas antes de perder la vida.
De hecho, los forenses determinaron que las heridas infligidas a Carlos Alberto Ibáñez, Jesús David Díaz y José Carlos Arévalo, quienes hacían acrobacias en la calle y no opusieron resistencia a su detención o a los golpes, recibieron impactos de bala en el tórax a menos de 60 centímetros de su humanidad. Las otras heridas, dice el reporte, no tenían el propósito de causarles la muerte, pero sí de generar dolor intenso a los tres jóvenes.
“Se evidencian otras lesiones por trauma contundente (…) lo cual se interpreta como varios tipos de mecanismos de lesión, que no es lo esperado en el contexto de una intervención legal por agentes del Estado”, dicen los tres informes de necropsia, citados por el diario El Espectador.
El cuerpo de Carlos Ibáñez, mototaxista y expatrullero que murió a los 26 años, tenía tres impactos de bala: dos en el tórax y el pecho, y una más en su brazo izquierdo. También tenía heridas en su rostro y una herida circular en el cuero cabelludo, que pudo ser causada por golpes con un objeto contundente. En sus genitales encontraron tabaco de marihuana, pero su informe de toxicología no arrojó resultados de consumo para ninguna sustancia alucinógena.
Los restos de Jesús David Díaz, joven de 18 años, tenían dos heridas de bala: una en su rodilla derecha y otra en el tórax. También recibió tres puñaladas: una cerca de la ingle, otra en el muslo y una más en la otra rodilla. También recibió lesiones por trauma contundente en su cuero cabelludo, cara, cuello, tórax, abdomen y brazos.
La necropsia de José Carlos Arévalo, de 20 años, también señala tres tipos de lesiones: golpes en la cabeza y la cara, puñaladas en el dorso del hombro izquierdo y un impacto de bala en el tórax, el cual le perforó los pulmones y le costó la vida.
Cabe recordar que, este miércoles 31 de agosto, fueron enviados a la cárcel los 10 patrulleros capturados y que estuvieron involucrados en este caso de ejecuciones extrajudiciales.
La decisión fue tomada por una jueza con función de control de garantías de Sincelejo, misma que le imputó a los acusados los delitos de homicidio agravado, destrucción de elementos probatorios, privación ilegal de la libertad y tortura a los patrulleros que, en primera instancia, no aceptaron dichos cargos.
“En cada uno de los diez casos se configuran riesgos para la comunidad, así como un peligro de no comparecencia por la gravedad del daño y la actitud asumida después de la ejecución del ilícito”, expresó la jueza Primera Penal Municipal de Sincelejo, Aura Villalba.
La togada también estimó que la medida de aseguramiento en establecimiento carcelario es proporcional, necesaria y adecuada para el caso. No lo decidió por ser un caso mediático, de interés nacional o de repercusiones de toda índole, sino porque es un caso aberrante, grave, triste y preocupante, donde tres jóvenes humildes, presuntamente, resultaron víctimas de tortura, privación de la libertad y homicidio.
Dentro de los involucrados solo falta por capturar el teniente coronel Benjamín Núñez, excomandante operativo de Seguridad Ciudadana de la Policía en Sucre y sobre quien actualmente hay una circular roja de Interpol.
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