Por primera vez en su historia, a la Corte Constitucional llegó el caso de una pareja que, luego de su separación, pelea por la custodia sobre los embriones que compartían cuando todavía mantenían una relación sentimental. De acuerdo con lo que se conoce del caso, expuesto púbicamente por el diario El Tiempo, fue en septiembre del año 2020 cuando Sara, nombre modificado para proteger la verdadera identidad de la mujer, se sometió a un proceso de fertilización in vitro, luego de descubrir que no podía quedar embarazada de manera natural.
Semanas después de que la mujer fuera sometida a ese procedimiento, y a que ella y su pareja firmaran un acuerdo en el que se planteaba que al término de la relación ella sería quien se quedaría con los embriones, Carlos, nombre asignado al hombre de la historia, argumentó que también quería tener poder sobre ellos, aún y cuando antes había prometido que sería su novia quien se quedara con los mismos tras su ruptura. Fue en septiembre del 2020, cuando se hizo la fertilización, que ambos firmaron el acuerdo, no solo para la extracción de material genético de ambos cuerpos, sino también la potestad de las muestras.
Sara, al cortar su lazo afectivo con Carlos, decidió continuar el proceso de maternidad sin él, sin embargo, al enterarse, su expareja decidió llamar a la clínica para avisar que retiraba su consentimiento para el uso de su material genético. En su momento, la clínica que llevaba el caso optó por no implantar el embrión en el cuerpo de ella. Sara, sin embargo, ha manifestado que quiere continuar con el proceso, por lo que, en la Corte, ya se inicia un camino para darle solución a este caso sin precedentes en el país.
De acuerdo con lo que detalla el medio de comunicación, en Colombia, al ser situaciones tan poco comunes, no existe una reglamentación clara de lo que debería hacer la autoridad. A esto se suma que Sara asegura que ha sido víctima de discriminación, pues luego de poner su caso sobre la mesa, recibió la respuesta de que la mejor opción para ella era abandonar su intención de ser madre de aquella manera para, en cambio, empezar un proceso de adopción.
Sara, de la mano de su equipo defensor, argumentan que el embrión ya debería ser considerado como un ser humano. Este debate ya ha llegado hasta la Corte, sin embargo, desde otra arista: el aborto. En su normativa se destaca, al contrario de lo que argumenta la ciudadana, que la existencia legal de una persona se toma como tal luego de su nacimiento. Sara tiene 46 años y es representada legalmente por Ana María Idárraga, profesional egresada de la Universidad de la Sabana.
Lo que argumenta la abogada es que, inicialmente, la clínica irrespetó la voluntad de ambos que había sido plasmada en el acuerdo inicial, en el que ambos acordaban que los derechos sobre el embrión, en caso de terminar la relación, serían enteramente de ella. Según la profesional, se le dio prioridad a la palabra de él sobre el acuerdo. Para Idárraga, el caso tiene varias falencias en lo que respecta al enfoque de género.
El tema del congelamiento de embriones en Colombia tomó fuerza luego de que Sofía Vergara ganara una batalla legal en contra de su expareja, Nick Loeb, pues la actriz vivía una situación similar a la de Sara. En su momento, ante el mismo medio de comunicación que expuso el caso de Sara, Juan Luis Giraldo, experto en fertilidad humana de Inser, comentó, hacia el año 2015, que: “Colombia tiene un vacío legislativo inmenso en materia de reproducción humana y no hay cómo actuar en caso de presentarse una disputa legal como la que enfrenta Sofía Vergara”.
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