Catatumbo: cartografía de una región resiliente en medio del olvido

Esta zona del país tiene la esperanza de un cambio que les permita encaminar nuevamente una vía de desarrollo, dejando la violencia en el pasado

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En esta región se han
En esta región se han presentado reiteradas protestas.

Quizá algunos sectores perciben a esta región como tierra de nadie, no obstante, en medio de la beligerancia logra apreciarse la resiliencia de una población que ha estado asonada y afligida constantemente por la violencia. La ausencia del Estado en algunos espacios, ante el recrudecimiento del conflicto, dio paso a que las vías empolvadas no sintieran siquiera el paso del tiempo, pues el dolor de la guerra parecía eterno.

Ubicada al nororiente del departamento de Norte de Santander, se encuentra la subregión de Catatumbo, claramente en esta zona se encuentra el Parque Nacional Natural Catatumbo Barí, reserva de gran conservación en el país, sin embargo, su nombre va más allá y está integrada por once municipios, los cuales, en su mayoría han sido conocidos por el peligro infundado por los grupos al margen de la ley.

Sardinata, Teorama, Ábrego, El Tarra, Tibú, Ocaña, Hacarí, La Playa, San Calixto, Convención y El Carmen, son las jurisdicciones que integran este importante territorio. Más allá de las noticias y lo comúnmente conocido, el conflicto en el Catatumbo tiene una amplia génesis que se remonta a la mitad del siglo pasado, cuando la guerra bipartidista entre Conservadores y Liberales alcazaba su pico más alto.

La sangre y el dolor empezaron a correr de manera notable desde el 16 de noviembre de 1949, un poco más de un año después del asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán. Dicho día, el municipio de El Carmen fue testigo del asesinato de al menos 70 personas, la historia resalta que esta zona tenía una importante predominancia de simpatizantes liberales, atribuyendo el ataque a los denominados ‘godos’.

Al menos tres décadas después, la desigualdad y falta de garantías, fue uno de los argumentos de algunas personas para alzarse en armas, pues se erigieron algunos grupos armados o simplemente, predominaron las secuelas de otros ya existentes. ELN, EPL y FARC-EP, quienes aprovecharon el olvido para marcar un precedente de violencia y apoderarse de los territorios en busca de su expansión ilegal, dejando en medio a la población.

La arremetida de los insurgentes llevó a que algunas personas instaran en la protección de lo privado, fundando grupos de protección civil que posteriormente pasarían a ser escuadras de paramilitares. Estos frentes también aprovecharon su poderío armamentístico para tomar posesión de terrenos y ejercer presión en contra de la comunidad.

Entretanto, el clamor de ayuda por parte de la ciudadanía llevó al Estado a desplegar tropas de carácter especial para atender las condiciones de seguridad en la región, si bien, algunos militares buscaron el control territorial, otro quisieron tomar provecho de las políticas de gobierno.

Los resultados, la eficacia y operatividad a cambio de premios, se convirtió en la gota de hiel para la comunidad. Tanto oriundos de la zona, como foráneos, fueron ejecutados por las mismas Fuerzas Militares; algunos uniformados buscaban bonificaciones en dinero, permisos, vacaciones e incluso ascensos, esto, a costas de convertir la región en una fosa común e incrementar el dolor en miles de familias.

Sin embargo, en medio del dulce sabor de la piña (cultivo tradicional de la zona), almíbar que se transforma en néctar de dioses, los pobladores de los once municipios que integran el Catatumbo, se han caracterizado por liderar constantes luchas sociales, dejando sangre en la arena y exponiendo sus derechos y necesidades como último aliento, pues han sido varios líderes sociales los asesinados aquí, no obstante, el clamor puede más que el miedo en medio de un sueño de cambio.

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