¿Inquisición? En Pensilvania, Caldas, quemaron más de dos mil libros: alcalde explica la decisión

El incidente tuvo lugar el 6 de agosto en la vía hacia la vereda San Daniel. Jorge Orlando García Restrepo argumentó que los textos eran inutilizables

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Fotografía de uno de los
Fotografía de uno de los libros quemados en Pensilvania (Caldas)

Hace tres semanas, el pasado sábado 6 de agosto, un ciudadano denunció una quema de más de 2.600 libros a cielo abierto en la vía que conduce al corregimiento de San Daniel, en el municipio de Pensilvania (Caldas). No obstante, el alcalde del municipio argumentó el 25 de agosto que el material quemado era inutilizable.

El ciudadano grabó un video en el que sonaba visiblemente frustrado ante la situación porque, además de que una quema de papel en esas condiciones causa hollín y contaminación, “los libros que se quemaron hubieran servido para llevarlos a donarlos en algún espacio”, como una escuela rural.

Algunos de esos libros, según la persona que hizo la denuncia, pertenecerían a la biblioteca del municipio y hasta contenían información sobre su historia. Según dijo el ciudadano, algunas personas se llevaron a casa los libros que encontraron en condiciones aceptables, para salvarlos de su fatal destino. En el sitio también fueron incinerados algunos muebles y hasta el letrero del Ministerio TIC que ofrece internet inalámbrico gratuito.

En su momento, la quema de libros no cobró mayor importancia. No obstante, el periódico local La Patria resucitó el tema el 24 de agosto al escribir la denuncia en la portada de su edición impresa. Igual que el fuego, la indignación se esparció por todo el departamento, ya que las quemas de libros tienen una carga simbólica de censura y eliminación cultural.

Por eso, apenas un día después de que se publicara la noticia, el alcalde Jorge Orlando García Restrepo salió a dar explicaciones sobre el incidente ante el Concejo de Pensilvania. Según el mandatario, en el municipio se está interviniendo una bodega para construir un call center. En ese lugar, en 2020 encontraron una habitación “en donde había prácticamente un archivo de muchísimos libros”, además de chatarra, cosas inservibles y materiales de construcción.

“Es un sitio que nunca estuvo en las condiciones de higiene y de salubridad para tener libros. Cuando nosotros empezamos a hacer el inventario de las cosas y el manejo de los bienes muebles que nosotros teníamos, detectamos que más del 90% de sus libros están completamente perdidos: estaban pudriéndose, están orinados por las ratas, ruñidos por las ratas, por las cucarachas, por todos los roedores que ustedes se imaginen”, explicó García Restrepo.

Según el alcalde, los libros en ese estado no eran aptos para la manipulación digna de las personas y podían causar problemas de salud. Además, durante la sesión del concejo rotó fotografías de los libros y retó a los asistentes a decirle que esos libros se podían entregar a escuelas o bibliotecas. Entonces, explicó, estaban obligados a disponer de ellos.

“Díganme si eso es cultura, si eso es tradición o lo que tantos honorables e ilustres hijos de este municipio ahorita se rasgan las vestiduras diciendo que eso casi que una profanación. Yo hago una pregunta: ¿la profanación es del que hizo la disposición de los libros o el que los dejó acabar, el que hizo el mal uso de ellos cuando se los regalaron o se los donaron?”, preguntó el mandatario.

Entonces, según él, los expertos en disposición de residuos le recomendaron quemar el material. Aunque la ley exige que estos residuos se dispongan en hornos especiales, “en el municipio no lo hay, ni aquí en la zona”, de modo que decidieron quemarlos a cielo abierto a las afueras del municipio.

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