Cuando pasa el tiempo, cuando hemos envejecido, se nos empiezan a olvidar las cosas, y hay recuerdos testimoniales que quedan grabados a lo largo de la vida, como la obra de Gabo “Noticia de un Secuestro”. A Francisco Santos se le pueden escapar algunas cosas, como su participación en la serie de Amazon Prime basada en el libro del Nobel de literatura, pero no se le puede escapar el recuerdo permanente cuando estuvo ocho meses secuestrado y encadenado a una cama.
Aunque Noticia de un Secuestro no es uno de los libros más vendidos del escritor, si es uno de los más importantes de la historia de los años 90 de la Colombia sumida en la violencia y sumida en el narcotráfico, donde los periodistas eran perseguidos hasta al punto de ser asesinados, o como Francisco Santos confiesa “cazados como a patos”. Esa historia ahora está en la plataforma de Amazon Prime y Francisco, no fue incluido.
El inicio de los años 80 en Colombia no empezó nada bien para los grupos criminales encargados de exportar la hoja de coca procesada, puesto una nueva ley les iba a cobrar duro sus acciones ilícitas si eran descubiertos. La Ley 27 de 1980 “Tratado de Extradición entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América” la cual fue aprobado en el país para ordenar la extradición de los capos de las bandas criminales dedicadas al narcotráfico. Ley que durante los siguientes diez años se usó aunque varias veces fue declarada inexequible.
En 1981, en una rumba hecha en uno de los hoteles más conocidos de Bogotá, dos ñoños (nerds) se estaban mirando en repetidas ocasiones fijamente después de presentarse gracias a un amigo en común. Se miraron porque tenían la misma moda, vestidos de paño y también, porque se gustaron. Francisco y Victoria, desde ese día que bailaron mientras la orquesta tocaba en vivo y los pasos entre los dos era una especie ilógica de conexiones al descubrir que sabían bailar. Bailaron sincronizados, perfectamente bajo la música de Lucho Bermúdez guiaba por los movimientos de las maracas y las caderas de este par de cachacos destinados a estar juntos.
María Victoria sabía en qué terreno se estaba metiendo, Francisco estaba de vacaciones el día que se conocieron, él estaba fuera del país estudiando. A ella no le importó y, sellaron su fidelidad aquél día cuando Victoria le dio a probar un vino, en un cortejo donde los dos cayeron mientras empezaban a disfrutar la vida.
Hernando Santos, el padre de Francisco, permitió que la joven enamorada ingresara a las instalaciones de el periódico El Tiempo, para que pudiera hablar por teléfono con Francisco. Llamadas a larga distancia solamente las podía hacer allá, para esa época era tan costoso, que era un lujo para cualquiera. Mientras esperaban las llamadas permitidas por su padre, se escribían cartas; las abrazaban cuando llegaban, permitiendo que el amor se alimentara con esas pruebas que cada quince días los hacía suspirar con la ilusión de volver a verse. Cuando terminó de estudiar, se volvieron a encontrar para no separarse, al menos eso creían los tortolitos.
Con una sonrisa permanente acompañada de con un bigote texano y con el cuello apretado por un corbatín del mismo color de su camisa, miraba a María Victoria a través de las gafas, que si tuvieran luces, no brillarían tanto como sus ojos al verla, ella estaba encantada y también al punto de decirle entre labios que disimulara un poco; su pelo recogido la hacía ver tan joven que si no fuera porque las fotos siempre aparecían con Francisco, pareciera que estaba haciendo la santa comunión. Ese día de junio de 1986 cuando los dos celebraron con fervor y alegría esa unión, movieron el cuerpo hasta el cansancio.
Mientras tanto, la ley de extradición pasaba por debates en la Corte Suprema de Justicia.
Con la frase “Preferimos una tumba en Colombia que una cárcel en los Estados Unidos” se dio a conocer la organización criminal “Los extraditables” pertenecientes a varios grupos dedicados a la exportación de narcóticos con el objetivo de que esa ley fuera abolida, cosa que no sucedió. Pablo Escobar era uno de los integrantes y en represalias, empezó a cometer actos criminales a la sociedad y en especial, a los periodistas.
Sólo para hacer cuentas, La Fundación para la libertad de Prensa (Flip) en Colombia que la integró Misael Pastrana Borrero, Belisario Betancur, Alfonso López Michelsen entre otros, empezó a contar a los periodistas ejecutados desde 1938. Solamente, entre el año 1986 y 1991 hubo 47 periodistas asesinados, es decir, el 29% de todos los asesinados hasta 2021, entre ellos, el reconocido director de El Espectador Guillermo Cano Isaza(1986).
Diana Turbay, hija del expresidente Julio César Turbay, también fue asesinada en 1991 durante un intercambio de balas momentos después de que un grupo del Estado intentara un rescate a ella y a Francisco Becerra. Cuando el país se enteró de la muerte de Diana, Francisco Santos aún permanecía en cautiverio en un barrio de Bogotá, donde no solamente estuvo en el mismo cuarto durante 243 días, sino silenciado en la era donde la radio, la prensa y la televisión eran los únicos canales de información.
Secuestro de Francisco Santos y la relación que tuvo con García Márquez
Era miércoles de septiembre de 1991 en Bogotá y el miedo que se respiraba en el país era producto de un sólo hombre, Pablo Escobar Gaviria. César Gaviria era el presidente de esa época y le había jurado la guerra y una caza incansable hasta dar por terminado con ese mal llamado Los Extraditables, narcotraficantes de los ochenta e inicio de los noventa.
Ese miércoles diecinueve, Francisco Santos (Pacho) estaba terminando su jornada laboral en el diario El Tiempo.
Trabajaba en la redacción desde que regresó a Colombia, después de haber estudiado en Estados Unidos. Su puesto administrativo, según él, se lo ganó iniciando como un periodista raso, cortando cables y cumpliendo a cabalidad los deberes asignados, pues esa era la manera como formaban a los periodistas en la casa editorial de su familia, la familia Santos. Ese recorrido periodístico lo hizo acompañado por su tío Enrique Santos a quien Francisco tanto ama.
Pacho Santos, vivía sumergido en el trabajo, tanto, que reconoció su ausencia en la familia integrada por María Victoria y dos pequeños hijos. Al salir de la redacción y subirse en la camioneta blindada con dirección a la clínica Shaio para dejar de fumar, se acomodó y se dio cuenta que el conductor de siempre, era otro, José Oromacio. No le dio importancia y continúo su recorrido, pero minutos más tarde, a varias cuadras en la oscura y silenciosa Bogotá, fue interceptado por hombres armados, quienes asesinaron al conductor paralizado por el miedo mientras pensaba fallidamente huir en esa camioneta roja.
Lo tenían en su poder. Ahí se dio cuenta que los vehículos de esa clase no servían para nada si un conductor no está capacitado para ese tipo de situaciones, y no lo estuvo, recibió la muerte en un carro blindado.
Mientras el cuerpo sin vida del conductor José Oromacio Ibáñez Suárez era sepultado en el cementerio del Apogeo, en la melodía triste de trompeta bajo claveles rojos y blancos (El Tiempo 1991), Santos llevaba dos días encerrado con un pie amarrado a una cadena en el borde de una cama cómoda. No podía creer lo que estaba sucediendo
Ahí, en esas cuatro paredes, fue pasando los días en cautiverio, convirtiéndose en uña y mugre de los tipos que estaban a su lado todo el tiempo, sobre todo de uno, al que le enseñó a leer, porque tuvo el tiempo necesario para dedicarse a la lectura, entre 2 y 3 libros leía por semana y como sus secuestradores tampoco tenían nada qué hacer, leyeron junto a él, mientras Pacho resolvía las dudas de sus poderosos alumnos.
“Tuve una relación muy cercana. A uno de ellos le enseñé a leer. Recuerdo que una vez me trajeron un libro que se llama Peligro Inminente (Clear and Present Danger, en inglés) de Tom Clancy, que habla precisamente de narcotráfico y, él me preguntó ¿esto nos puede pasar? y yo le decía que claro, que eso nos puede pasar. Con otro de ellos acabé escribiéndome con la mamá y yo le enviaba mensajes a la mamá y ella me contestaba, y un día la mamá lo echó de la casa cuando él fue a descansar y le dijo: libérelo o si no lo echo de la casa y él le contestó, “si lo libero me matan”. Entonces ella le dijo “se va de la casa” y se fue de la casa y el muchacho todo berraco (risas) Tuve mucha relación obviamente, ocho meses. Siendo yo periodista, era un periodista que me gustaba conocer gente así ¿por qué la gente acababa metida en eso?, ¿cómo era esa historia? y aproveché esos ocho meses para conocer ese entorno” relata Francisco ese momento con un poco de jocosidad.
En esos momentos, descubrió un hueco profundo y difícil de llenar, la ausencia de los padres en sus secuestradores. Un hueco que los acostumbró a ver el valor del dinero como un intercambio de lujos innecesarios, al que él siempre les criticó.
Por ejemplo, en una ocasión, él no podía creer que uno de ellos viniera con una nueva cadena de oro después de ganar una apuesta con el dinero que le pagaban por secuestrarlo(El Tiempo, mayo 1991) Aunque él también jugó en decenas de noches, mientras llegaba las dos de la mañana, la hora cuando el sueño lo interrumpía en esa tristeza inmensa que no se calmaba ni siquiera jugando al azar.
Francisco Santos también le dijo a Infobae que “Cuando uno de mis secuestradores deja la ametralladora en el cuarto y se queda afuera y no saben qué hacer, si yo iba a coger la ametralladora y empezar a disparar y matar. Pero yo no era capaz de matar a nadie, hasta que yo no tenía esa arma, no conocía esos alcances y esa posibilidad. Esa es una anécdota, infinidad de anécdotas que me pasaron durante el secuestro, hace parte de historias que yo he contado, no mucho, porque no es que hable mucho. Este episodio le supo mal a Colombia. porque al final Escobar hizo lo que quiso desde su cárcel privada, acabó fugándose, generó una violencia extra después, etc.”
Escobar hizo de las suyas, pero aunque fue el principal responsable de su secuestro no tuvo contacto con Francisco Santos, mientras estuvo en esa habitación donde dormía con un hombre todas las noches, sólo pensaba que en cualquier momento lo iban a asesinar.
Eso fue lo primero que se le vino a la mente “pasaron varias cosas por mi cabeza y la primera de ella es que nunca pensé que fuera a salir vivo, yo me recomendaba con mi mamá, me recomendaba a Andrés (cuñado muerto en atentado), cada día decía ¿será que este es el último día?, cuando me iba a acostar, cuando me iba a dormir me decía si esa iba a ser la última noche. Y entonces uno se adaptaba a esa agenda emocional para no sentir. yo tenía un hijo de seis meses y un hijo de año y medio y esa barrera duró muchos años”
Los primeros dos meses vivió con esa angustia y desesperanza porque presentía su fin, pero esa sensación se impulsó o tomó otro giro cuando le trajeron el mini casete para que grabara un mensaje para la familia.
“Yo no iba a entregar nada de mi dignidad y cuando llegaron y me dijeron que tenía que enviar un mensaje al presidente y a la familia, yo les dije que me dejaran solo, les pedí un paquete de cigarrillos y fumé como un preso.
Me tomé un café y duré dos horas escribiendo los textos, sintiéndome profundamente orgulloso. Primero fue al presidente Gaviria y grabé un mensaje que decía “La prensa, el periodismo y los políticos son contradictorios y tienen que enfrentarse, pero bueno, yo ya estoy más metido en este enredo. Lo que usted pueda hacer para que nosotros salgamos vivos, pues hágalo, pero también le dije una cosa que me enorgulleció “haga lo que pueda pero no se le olvide que usted juró hace algunos meses cumplir la ley y acatar la Constitución y nuestra vida no está por encima de eso. Usted tiene que acatar la ley, acatar la Constitución” y lo repetí dos o tres veces y después de que salí del secuestro las personas, entre ellos Pablo Escobar, reconocieron mi valentía, porque era una guerra” retrató Pacho a los micrófonos de Infobae.
“La prueba de supervivencia la llevó, creo, Guido Parra (abogado de Pablo Escobar), a la casa de Hernando, el papá de Pacho, también estaba el tío (Enrique), todos los hermanos de Pacho y creo que Clemencia, no recuerdo bien. Pero me acuerdo que llega con un casete de esos chiquiticos que eran para poner en las grabadoras. Ahí estaba Guillermo Vives, creo, que era amigo de Camilo Santos y fue y se consiguió un contestador de teléfonos (porque no tenían magnetófonos). Entonces lo ponen y empieza hablar Pacho todo ahogado, con asma (se había fumado un montón de cigarrillos). Y mientras escuchaba eso, dije, yo no le derramo ninguna lágrima a este señor (Guido Parra) porque estaba mirando cómo reaccionaban todos, pues todo el mundo lloraba menos yo. Era una guerra y es una batalla que el mismo Escobar admiró de Francisco. Sin embargo, fue una cosa de mucho orgullo y fue muy lindo cuando nos habló a mí y a los niños. Me acuerdo, porque destapo ese dolor que uno lo tiene por allá guardado” confesó María Victoria a Infobae.
Las noches siguieron igual para ambos después de ese audio, esa confesión de vida que también fue un testamento en el cual Pacho le decía a su papá que cuidara a su familia si él no sobrevivía. Las noches siguieron solas pero con la idea de que todavía estaba vivo, pues tuvo que leer los titulares del periódico de ese día y al menos hubo un poco más de tranquilidad. Aunque para ella, las noches siguieron igual, esperando alguna noticia con la radio prendida a toda hora.
El periodista Luis Cañón se da cuenta que Francisco Santos está “Luis Cañón se da cuenta que estoy en Bogotá. Porque a mi me pusieron a leer la primera página de El Tiempo y el tipo empezó a mirar y como una camiaba la primera página cuando iba para distintas partes, y porque era una edición con sólo salió en la capital. Dijo “este señor está en Bogotá” fue el único que se dio cuenta de eso. Un muy buen periodista” confiesa Francisco Santos, narrando ese momento.
Aunque Luis Cañón supo que estaba en Bogotá, y el perímetro donde estaba, no podían hacer ningún operativo, sin la autorización de la familia.
Mientras tanto, una situación paranormal le empieza a suceder en su cautiverio, la presencia de una mujer empieza a acompañarlo en todo momento hasta el día que queda libre. “se me empezó a aparecer todas las noches, aparecía una mujer que era la virgen, me hablaba, me confortaba y pocas veces me abandonó y sólo poquito tiempo cuando me iban a liberar se desapareció. Cuando las FARC me iban a matar diez años después, que también me salvé de milagro, ella, semanas antes, se volvió a aparecer y dije inmediatamente ¡estoy en problemas!. Yo soy muy católico y creo que es la virgen, pero fue la persona que me dio mucha compañía y me enseñó a no temerle a la muerte, a estar tranquilo con ella si llegaba, entonces fui muy importante esa compañía que tuve todos esos meses”, relata Francisco a Infobae
María Victoria, quien tenía 27 años cuando secuestraron a Francisco. No lloró públicamente, pero por primera vez en su vida intelectual, dedicada a su trabajo y sus dos pequeños hijos, encontró en el whisky un elixir para poder dormir en las noches donde el llanto se prolongaba hasta quedarse dormida, pero nadie la vio llorar, porque según ella, era una guerra y tenía que mostrarse fuerte. Aunque no sabía cómo llevar el día a día cuando el sol se metía por medio de las cortinas, en ese cuarto sin el hombre con quien compartía risas, ideas, pensamientos o cuando bailaban al ritmo de la música popular colombiana, se levantaba a escuchar la radio y continuar la vida. Estaba sola y no sabía cómo comunicarles a sus hijos lo que estaba pasando.
“Lo que yo hacía con mi hijos era ponerlos a ver televisión, entonces cuando salía en las noticias, porque él salía casi todos los días en las noticias, ellos lo estaban esperando y cuando salía gritaban ¡Papá!. Eran muy chiquitos. Es que uno tenía un año y medio y el otro seis meses. Y aunque no lo crea, ellos si recuerdan ese momento, eso cambió la personalidad de todo el mundo. Inclusive a alguno de ellos, por ejemplo Gabriel, quien fue congresista era pegado, pegado a mí, no se dejaba tocar de nadie. Cuando llegó Pacho, estuvo todo el tiempo encima de nosotros” recuerda María Victoria.
María Victoria y Pacho se extrañaban a la distancia, eran jóvenes, tanto, que él cumplió su cumpleaños número 29 estando en esa habitación. Sus cuerpos se necesitaban y aunque a Francisco le propusieron llevar mujeres a su habitación, él se negó, también, porque si él se acostaba con alguna de ellas tenían que matarlas para que no dijeran dónde él estaba. Una situación similar le pasó a María Victoria, pues había dejado todo por estar con Francisco, y todo en ella murió, muerte a sus deseos como lo hizo Francisco. Se enamoraron profundamente al punto de querer casarse muy jóvenes, decisión negada por sus familias.
Ella, confiesa que se casó con un hombre divertido, alegre, con mucha vida y parrandero, pero sobre todo, inteligente. “Con los niños él compartía mucho tiempo y con la camioneta ibamos de aquí para allá, pero después del secuestro esa chispa se le apagó un poquito, ese interruptor durante un tiempo. Era una vida de paseos. Él era un periodista audaz, chévere, valiente. Por eso lo secuestraron. Era una vida intelectual rica, pero donde más se consolidó la relación fue cuando creamos la fundación” relata Victoria.
El día de la liberación comenzó un día antes, la noche anterior. Llegó un mensaje de los extraditables, “esa noche me habían traído el televisor para que vea. El mensaje decía sobre la liberación y los tipos dijeron que hasta que no llegara la gente de Medellín a decirnos cómo es todo eso, no me soltaban. Al otro día llegó un señor y dijo, se van y. me dijeron que antes de las siete iban a liberar a Maruja Pachón que estaba antes que yo y que a mí me liberarían a las nueve para el noticiero de las nueve y media. Me montaron en un carro, pero el carro en el que yo estaba se demoró y me soltaron después de la nueve y media”
Si, a Pacho lo liberaron. María Victoria se enteró por la radio, incluso cuando estaba al frente de su casa. “Ese era un momento de no creer, la casa se llenó de gente y llegó incluso el presidente Gaviria y yo dije ¿qué hace el presidente acá? Entonces era la casa llena, llena de gente y los periodistas estaban afuera. ¡Brutal!. Mientras estaban todos en la casa, yo estaba pegada a la radio y por la radio dicen llegó. Y si, llegó. Estaba igualito, tenía hasta la misma ropa con la que se fue, era muy raro, una sensación como de vacío al mismo tiempo, porque yo me tardé en digerir lo que estaba sucediendo, para entender que su cuerpo ahí estaba y que no era un sueño. Es duro, después sale mi suegro atrás y él si desencajado, llorando por el chinito. No, la verdad fue muy fuerte todo” confiesa Victoria
El abrazo que sintió Pacho de su familia fue increíble, pero confiesa que salió con estrés postraumático. La relación con la familia según él, salió muy golpeada, incluso la relación marital. “Eso no es que uno salga y listo, tiene muchas más aristas que después lo vimos en País Libre cuando lo hicimos y nos dimos cuenta de cómo cambiaba la gente, porque después de un secuestro la gente cambiaba, cambiaba muchísimo.
Después del secuestro y de muchas terapias, junto a su esposa crearon la Fundación País Libre, después de escribir una columna llamada “Carta a un secuestrado” la cual tuvo una acogida fortísima. Este es un fragmento de esa columna publicada el 13 de agosto de 1991: “Y todos los que hemos sido secuestrados sufrimos de una manera especial; lo sentimos en el corazón como una puñalada, cada vez que leemos que se llevan a alguien. Pero si no sales en los diarios también sufrimos por ti, pues sabemos que en Medellín hay dos secuestros diarios de los que nadie sabe y en todo el país muchos más de los que nadie se entera”
Con esa columna, cientos de cartas llegaron a la redacción de El Tiempo y el sueño para esas víctimas de ser escuchados, se hizo realidad. Crean la fundación y empiezan a entender cómo miles de personas en Colombia sufren por ese flagelo que tanto daño le hizo y le ha hecho al país.
Tiempo después, Gabriel García Márquez había terminado el libro de “Noticia de un secuestro. Libro que en primera instancia le pidió a Francisco hacer juntos, pero por obvias razones Pacho se lo negó.
“Cuando Gabo sale a escribir el libro me pide que lo escribamos juntos y yo le dije que no. Y le dije que no, por una bobada, quiero decir viéndolo desde perspectiva, porque se acuerda que cuando estábamos secuestrados, salían muchos videos de los grandes artistas, de la gente influyente en Colombia, antes de los noticieros diciéndole a Escobar que los liberaran y el único que se negó a hacerlo fue él, yo me enteré de eso y cuando él me propuso lo del libro yo le dije que no lo quería hacer. Lo repito, una absoluta estupidez, entonces sólo vinimos a estar parte con él, un par de veces, cuando ya lo tenía terminado. Él me dijo que “no puedo terminar ese libro sin usted” y entonces yo le dije bueno, fue un año después, entonces nos sentamos dos o tres tardes y no sé qué habrá metido o no metido, porque la verdad no he leído el libro, no lo pienso leer, no he visto ninguna serie de narcos y tampoco me interesa ver la serie de “Noticia de un secuestro” No me interesa nada de esa historia, esa historia hace parte de mi pasado, pero no hace parte de mi presente”, dijo Francisco Santos a Infobae.
Pero otra versión tiene su esposa María Victoria, quien no solamente estuvo sola con sus dos hijos pequeños viendo pasar las noches sin la compañía de Pacho, sino además, permaneció pegada -irónicamente- a la radio para saber noticias del hombre que la enamoró en la atmósfera sonora al compás de Lucho Bermúdez y las cartas que se intercambiaron mientras él terminaba de estudiar en Estados Unidos.
“Cuando Pacho estaba secuestrado, hubo una petición de parte de las personas más importantes, entre ellos “Los Notables” para que liberaran a los secuestrados, o sea Pacho, porque creo que era uno de los últimos que quedaba y todos la firmaron, menos Gabo. Entonces quedó una sensación muy dolorosa. ¿Cómo así que no la firma? Cuando liberan a Pacho. Gabo le propone a él que escriban el libro los dos y nosotros todos orgullos dijimos pues no, porque él tampoco fue generoso con nosotros en el secuestro. Por eso es que no sale tanta información nuestra y hace parte del pasado” aseguró María Victoria a Infobae.
Es un pasado que nadie quiere recordar y mucho menos Francisco, quien informó a Infobae que si hubiera un máquina para desaparecer ese recuerdo, la utilizaría. Han pasado 31(2022) años de ese episodio que lo cambió y aunque siguió siendo el mismo ser humano, pero con unas convicciones que se fueron alimentando en su cautiverio. Que en definitiva y sin ponerle más tinta de la que ya se ha usado, el amor fue el que prevaleció ante el cambio.
Francisco y Victoria hoy son un matrimonio consolidado con cuatro hijos de los cuales se sienten orgullosos, les han inculcado el amor por Colombia a pesar de todo. Ellos, que se enamoraron desde muy jóvenes cuando él tenía 21 y ella 20, se sintieron a gusto en ese parrandón vestidos de paño como ñoños, pues eran los únicos vestidos de esa forma mientras bailaron en esa pista donde Lucho Bermúdez cantaba “Carmen de Bolívar”, desde ese día hasta hoy han estado juntos. Aunque los haya separado los estudios, el secuestro, están juntos. Mientras los años van dejando el olvido de un pasado que aún los persigue y cuando llega como ahora, lo soportan con madurez, teniendo el fruto del amor a su favor.
¿Amazon prime lo llamó para el proyecto de la serie?
“No. No me llamaron. Era embajador en Washington cuando me enteré sobre el proyecto, hablo con la persona encargada del asunto y le dije, mire en lo que quiera le colaboro. Porque yo no colaboré mucho con el libro, le quiero ser sincero, pero finalmente nunca me llamaron y no sé si llamaron a los demás, a las demás personas que tuvieron que ver con este triste incidente” confesó Francisco a Infobae.