Respecto a la intervención que se está haciendo para pintar de amarillo la muralla del Baluarte San Miguel, el veedor César Cárcamo, miembro del Consejo Territorial de Protección Ciudadana del Patrimonio de Cartagena, planea hacer una denuncia ante el Ministerio de Cultura y ha señalado que lo que se está haciendo con este espacio es un “chambonazo”.
Según él, quienes están haciendo esto no cuentan con la autorización de la entidad gubernamental dirigida por Patricia Ariza y solicita una explicación razonable de por qué se ha decidido cambiarle el color a la muralla.
Cárcamo sostiene que se trata de una “barbarie” contra uno de los patrimonios arquitectónicos del centro de la ciudad amurallada y defiende que esta decisión afecta seriamente su fachada. “Está dañando el entorno natural que tiene la muralla, los baluartes y más la garita, ya que el color que se le dio no va acorde con lo que se ha protegido y lo que se busca es protección del patrimonio de Cartagena”, expresó
En conversación con Mundo Noticias, recordó que este monumento hace parte, junto al Castillo de San Felipe y otras fortificaciones, del PEMP (Planes Especiales de Manejo y Protección) y que para este tipo de trabajos se necesita de un permiso del Estado.
A este canal, precisamente, le compartió una serie de fotos que evidencian sus denuncias, y señaló que se las hará llegar también a Alberto Escobar, el Director de Patrimonio del Ministerio de Cultura, tal como lo hizo en su momento con los atentados cometidos contra la fachada del Club de Pesca y del fallido edificio Aquarela.
Cárcamo expresó que la mayoría de funcionarios se lavan las manos, y en este caso del Baluarte San Miguel, lo más curioso es que es administrado por el mismo distrito de Cartagena.
Para el arquitecto Pedro Ibarra, especialista en Patrimonio, contactado por El Heraldo, “estas son técnicas de intervención normales y comunes que se desarrollaron desde los años 80 del siglo pasado y se sistematizaron hace tiempo. La Sociedad de Mejoras Públicas realizó este tipo de intervenciones a los largo de casi 100 años desde los años 20 del siglo pasado. Si no se hacía no tendríamos el Castillo San Felipe, San Fernando, San José, las murallas y demás baluartes”.
Aclara que esto no es comparable con lo sucedido en el Club de Pesca, puesto que dicha intervención usó estuco acrílico contemporáneo, “que es muy malo para este tipo de estructuras tanto desde el punto de vista estético como desde el punto de vista de conservación”.
Entretanto, la Escuela Taller Cartagena de Indias, Etcar, entidad que adelanta la intervención, o al menos parte de ella, dijo a través de un comunicado que sí cuenta con la autorización del Ministerio de Cultura desde el año 2012 y explicó que se “pañetó y pintó los muros y las garitas que integran el baluarte” según autorización.
“El Plan Anual aprobado para 2022 incluye el mantenimiento de pintura sobre la estructura murararia, consistente en aplicación de pintura al temple a base de cal y pigmentos, y de los elementos de madera del baluarte de San Miguel de Chambacú, trabajos que fueron realizados el pasado mes de mayo por aprendices del taller de pintura de la institución bajo la orientación del maestro y la supervisión de los arquitectos de la dirección de Obras”, comunicó la entidad.
El San Miguel de Chambacú, también llamado San Miguel de Gamboa, es el baluarte que se encuentra más al noreste del arrabal de Getsemaní. Construido por el ingeniero y gobernador Francisco de Murga entre 1631 y 1632 para reforzar la defensa de la Puerta de la Media Luna; cinco décadas más tarde, en 1683, Juan Pando de Estrada conecta el San Miguel con el San Pedro Mártir mediante una estacada que sólo permitía el paso de pequeñas embarcaciones a través de una puerta. En 1731 Juan de Herrera y Sotomayor lo reforma respetando su traza original, ampliando sus proporciones y atronerando su parapeto.
SEGUIR LEYENDO: