Un pensionado que había dedicado su vida a la docencia y disfrutaba la jubilación para leer, quedó ciego luego de ser víctima de un brutal ataque por parte de unos vecinos en el barrio La Colina de Medellín. La violencia y la intolerancia le cambiaron la vida por completo.
El caso sucedió el pasado 10 de julio, pero fue revelado un mes después por el diario El Colombiano a partir de la denuncia penal que radicó Hernán Darío Castrillón, la víctima, en búsqueda de justicia por una agresión que le quitó su mayor placer y la forma como desarrollaba su vida.
La madrugada de ese domingo, el profesor jubilado de 67 años se encontraba en su casa, donde vive con su madre de 88 años y en compañía de un hermano que había ido de visita. De acuerdo con el diario, en la noche unos vecinos adelantaban una fiesta con un alto volumen de música.
Por el bullicio no podía leer y decidió llamar a la Policía para que intervinieran en la situación, pero el cuadrante no llegó. Decidió hacer la solicitud él mismo y salió con su celular para grabar un video del escándalo. Los vecinos, al notarlo, lo insultaron varias veces.
En horas de la madrugada, un hombre que se encontraba en la fiesta, junto a su esposa y otra mujer, que sería la cuñada, golpearon en la puerta de Castrillón. Tan pronto abrió, la emprendieron a golpes en su contra, principalmente en el rostro. No tuvo tiempo de reaccionar y el ataque se detuvo cuando una persona en motocicleta intervino y después lo ayudó a regresar a su casa.
Sin embargo, fue tal la golpiza que sufrió un “estallido ocular con salida uveal y vítreo”, según citó el escritor Héctor Abad Faciolince, quien leyó la noticia y le dedicó una columna en el diario El Espectador para manifestar la indignación que le produjo el caso.
“Le pudo pasar a usted, a mí, a mi hija, en el país del ruido. De un momento a otro los ruidosos, los alegres, los fiesteros, nos dan nuestro merecido a los lectores que no podemos sino hundirnos, indefensos, en este, nuestro infierno tan temido”, señaló el autor de El olvido que seremos.
“Desde el primer momento ellos me dijeron que me iban a matar”, contó el maestro a Noticias Caracol. Lo primero que sintió fue un golpe en los ojos y trató de oponerse, pero cayó al piso y perdió las chanclas que tenía puestas a esa hora de la mañana. Castrillón fue llevado a la Clínica León XIII de urgencias, donde permaneció varios días en intervenciones y tratamiento, pero no fue posible recuperar su vista.
Él se encargaba del cuidado de su madre y, desde que se jubiló, aprovechaba para leer tantos libros como fuera posible porque era su mayor placer. Pero tras el ataque ha sido la mujer quien ha tenido que cuidarlo a él, cocinar y apoyarlo en varias labores del hogar.
Asegura que conserva la esperanza de recuperación de la vista y con fe espera poder volver a leer, como lo había hecho durante toda su vida con más de 4.000 títulos. El día del ataque quería continuar la lectura de La Montaña Mágica de Thomas Mann. Pero tras 35 días solo distingue algunos rayos de luz y recuerda apartes de Edgar Allan Poe. Permanece con gafas oscuras para recuperarse de las lesiones producidas por el ataque que le propinaron sus propios vecinos.
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