El pasado 12 de agosto de 2022, el 27 % de los establecimientos oficiales y no oficiales de educación de preescolar, básica y media a nivel nacional, participaron en el programa “La escuela abraza la verdad”, un taller creado por el Programa Nacional de Educación para la Paz en alianza con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.
Sólo 4.332 de los 18.259 centros educativos públicos y privados participaron en la primera jornada. Para hacer un conteo preciso, 879 colegios participaron en Eje cafetero y Antioquia; 745 en Caribe e Insular; 317 en Magdalena Medio y norte del país; 723 en Centro, por la Cordillera de los Andes; 748 en Pacífico y Sur del país; 300 en Orinoquía y Amazonía y; 620 en Bogotá.
Infobae estuvo en una de las instituciones del Bogotá
Es viernes y son las seis de la mañana en un colegio de Bogotá en la localidad de Suba, ubicado en el barrio Rincón, considerado por una investigación de la Universidad Nacional de Colombia como el más peligroso de Bogotá, (publicada hace alrededor de una década). La institución abre las puertas a los estudiantes de bachillerato, quienes ingresan y van directo a sus salones.
El horario de clases tiene su cronograma habitual determinado por unos talleres específicos de acuerdo a los ciclos de educación. Dentro de uno de los salones está Francisco quien es uno de los estudiantes de último grado de educación básica, quien esperaba con ansias su clase favorita, la clase de Educación Física.
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Durante la semana se enteró, por comentarios de sus compañeros, que había unos balones nuevos. Ese fue el rumor que empezó a circular en el colegio. Según escuchó, uno de los balones es de fútbol sala, dos de voleibol y el otro no lo habían comprobado si era de baloncesto u otro de fútbol sala. Aunque el colegio está entrenando la nueva edificación desde el año 2019, los implementos deportivos son escasos.
Antes de ingresar el profesor al salón, los estudiantes están distribuidos por los pasillos en grupos y, uno que otro dentro del aula. Al ver la presencia de Juan Manuel, ingresan y empiezan a saludar al docente que lleva trabajando en el plantel los últimos 28 años. Sube el volumen de la voz y el silencio por parte de los adolescentes se apodera del espacio cuadriculado, pero el ruido de la calle, de los buses y vendedores informales, se filtra por los delgados muros y ventanas de la habitación, invalidando en los últimos puestos, los fonemas inaudibles de Juan Manuel.
Alrededor de 40 estudiantes uniformados de sudadera tratan de comprender lo que dice el profe, los que están cerca de él escuchan las pautas de ese día, pero otros, los que están al final del salón, se distraen y aprovechaban la voz del profe, que se mezcla con la bocina del camión de acarreos, para hablar de otras cosas.
Lo que se alcanza a escuchar mientras Juan Manuel habla son palabras subidas de tono, algunos estudiantes las aceptan con risas superando la voz del profesor.
Han pasado más de tres minutos desde el inicio de la charla cuando algunos estudiantes, sentados al final del salón, preguntan susurrando entre ellos: ¿vamos a salir al patio?, ¿a qué horas vamos a salir? ¿sí vamos a salir? Y el profe como si no los escuchara, como si no existieran, continúa su charla. Pero el profe no los ignora, ha perdido gradualmente la audición y aunque utiliza los aparatos para los oídos, el ruido de la calle es el protagonista.
Juan Manuel da las introducciones sobre el taller liderado por la Comisión de la Verdad y la Secretaría de Educación Distrital. Las dos entidades compartieron con la institución unas cartillas y cuentos digitales, que por fallas técnicas, en esta ocasión, no pudo compartir en la pantalla del televisor, porque no funcionó.
Así que como buen docente del distrito, dejó a un lado la manera de que el televisor funcionara y empezó a narrar sobre la vida y obra de uno de los padres de la ciencia ficción, Jules Verne, para dar una explicación a la definición de verdad y cómo ésta se relaciona con el día a día, llevó su charla en construcciones temporales y al mismo tiempo abstractas, reconociendo en la verdad una construcción a través del tiempo meramente social.
“Antes, los escritos del francés se consideraron ciencia ficción, porque en 1865 publicó un libro donde decía que los humanos llegarían a la luna y, un siglo después, ocurrió que el hombre pisó la luna, pero sin los acontecimientos de la novela. Al principio era una mentira, pero ahora sabemos que es una verdad” narra el profe de Educación Física.
Después, mientras se llegaba a la comprensión de la verdad, otra narración inicia y atraviesa la atmósfera del salón: los cuatro ciegos que describen a un elefante y con este relato finaliza la primera parte del taller.
Después de la entrada, llega el plato fuerte y Juan Manuel invita a los estudiantes a diseñar una carta resolviendo tres preguntas que están determinadas en una de las cartillas entregadas por la Secretaría de Educación de Bogotá. ¿A quién han perdonado o perdonaría? (Pregunta 1), ¿Qué tiene que hacer esa persona para que le de mi perdón? (Pregunta 2) y por último, ¿Cómo nos vamos a reconciliar? (Pregunta 3) Cuando repitió varias veces las mismas preguntas, advirtió: “para poder salir al patio es importante que terminen la carta y me la entreguen firmada. Si no está firmada no podrán salir”
37 cartas escritas a puño y letra recibió Juan Manauel, algunas con diseños de diferentes colores, otros hicieron sobres y uno que otro puso pegatinas sobre las cartas como si fuera un sello de cera.
18 niñas y 19 niños de edades que no superan los quince años dejaron su trabajo, una evidencia socializada poco común en el país.
De las 18 niñas, cinco dijeron que tenían la intención de perdonar a la mamá, relacionado a la exigencia que ellas les hacían por diferencias asuntos; de las cinco, tres dijeron que podrían solucionar las diferencias a través del diálogo. Las cinco diseñaron la carta y sólo un niño, dijo que perdonaría a su madre también a través del diálogo y una carta diseñada.
Tres de las niñas perdonaron al padre con la intención de hacerlo a través del diálogo y sólo un niño, manifestó lo mismo, pero la razón del perdón tiene relación con la ausencia de sus padres.
Pero aquí viene un dato muy particular, los niños a diferencia de las niñas tienen al parecer una mejor relación con la familia, mientras que 10 niñas manifestaron perdonar a un familiar, cuatro niños pensaron igual; mientras diez niños desean perdonar a sus amigos, las niñas no manifestaron ninguna relación con algún amigo.
Sin embargo, cinco niños y cuatro niñas no escribieron una persona en específico, ese “alguien” que escribieron se interpretó de la siguiente manera: tres de los cinco niños dijeron sentir abandono y mentira; y tres de las cinco niñas dijeron sentir daño y ofensa.
De las 18 niñas que escribieron la carta, 12 manifestaron que la única forma de resolver el conflicto es a través del diálogo, lo mismo respondieron 7 niños de los 19 que escribieron la carta, es decir, el 50% del curso cree que esa es la forma de resolver un conflicto. Mientras la razón principal del perdón está relacionada con el abandono entre los niños, en las niñas es el daño u ofensa.
Al terminar de entregar la carta, los estudiantes salieron del salón al patio, comprobando que sí había nuevos balones, pero no tantos para todos.
Lo anterior ocurrió en el grado noveno y mientras se acababa la jornada escolar para ellos al medio día, las filas, de los niños de primaria o de los dos primeros ciclos, se hacían afuera de la puerta principal y darles ingreso para dirigirse a un comedor donde reciben el refrigerio.
En uno de los salones de la jornada tarde, hay un grupo de jóvenes sentados formando una mesa redonda. La profesora está moderando el diálogo, ellos no parecen de primaria, se ven mucho más grandes. Sin embargo, están mucho más comprometidos con la conversación que los de grados de la mañana. Son de sexto grado de aceleración, es decir, tiene una edad superior a la de sus pares y la jornada de las actividades escolares para ellos se da en la jornada tarde, que no es lo habitual.
Ahí compartieron la historia del Un árbol con muchas verdades, escrito e ilustrado por Beatriz Eugenia Vallejo, una historia que tiene que ver con unas ardillas y un pájaro carpintero enfrentados por el territorio, el árbol. Y a través de esa historia, los estudiantes intervienen para saber quién tiene la verdad, llegando a la conclusión que cada uno tiene su verdad, pero a través del diálogo se conoce la razón de cada uno de los implicados dentro del conflicto.
¿Cómo poder solucionarlo? Llega la palabra del perdón y desde ahí la profesora les pregunta si perdonarían. La mayoría contesta que sí lo haría y dan sus razones del porqué mientras que uno, manifestó que no lo haría. Sus explicaciones son escuchadas y resueltas. Una de las niñas toma la vocería después. Está sentada al lado del tablero apoyando su cuerpo en la de su amigo y comenta que sí perdonaría, contando la historia de su mamá y la relación que tenían juntas, lamentablemente no fue la mejor y no se pudo solucionar porque su madre falleció, las lágrimas se dejaron ver en una voz cortada. Sus compañeros escucharon y se solidarizaron con su pesar. La profesora intervino en cada uno de los estudiantes que aunque prestaban atención, un grupo iba golpeando con una botella de plástico la cabeza de algunos de sus compañeros.
En esa sesión, una niña también quebrantó, su llanto no dejó escuchar la verdadera razón por la cual perdonaría.
En otro salón, de cuarto de primaria o del segundo ciclo, se encuentran otros niños y niñas, pero a diferencia del salón de noveno, las palabras de la profesora se escuchan muy bien. Todos están sentados, pero no falta el inquieto que pasea por el salón, se trata de un niño y la profesora lo observa y como no ha querido comportarse, llama a la disciplina varias veces, lo sienta detrás de ella al omitir sus dictámenes.
En ese salón el cable de poder del televisor no alcanza a la toma corriente, por lo tanto, la profesora busca en otros salones una extensión, la docente que se lo presta le advierte la urgencia de la actividad, pues también necesita proyectar la cartilla. Ella, que está haciendo un reemplazo, conecta el cable de poder del televisor a la extensión para finalmente darse cuenta que el televisor no está funcionando.
Al darse cuenta levanta la mano para silenciar a los niños que aprovecharon ese descuido para hablar con sus compañeros, incluso el niño que estaba detrás de ella. Todos están en su puesto y la profesora empieza a narrar la historia de una mamá que le hizo creer a su hija que uno de los muñecos había desaparecido, porque lo tiñó en un descuido lavando la ropa en la lavadora.
Los estudiantes escuchaban y comprendían lo que estaba ocurriendo en la historia, la mamá había dicho mentiras a su hija.
La profesora pregunta: ¿alguna vez les han mentido? Todos gritan sí, y empiezan a levantar la mano para participar. Todas las intervenciones tienen que ver con los familiares. Después, la profesora pregunta si saben cómo resolver un problema o una pelea. Pero lo que hacen los niños es contar los problemas. De cinco manos que la profesora les concedió la palabra, había una relación muy estrecha con problemas intrafamiliares: peleas entre sus padres, golpes, separación e incluso migración de un departamento a otro.
La profesora concluyó el relato para pregunrales a los estudiante lo que tuvo que hacer la mamá en esa situación con su hija, en unísono respondieron “decir la verdad”.
Terminado esa parte, la profesora pegó un pliego de papel craf al lado del tablero a la altura de los pequeños el cual estaba dibujado un árbol. Le dio a cada uno de sus estudiantes un trozo de papel en forma de hoja y les pidió que escribieran lo que interpretaban como verdad. Y así concluyó la primera parte del taller.
La jornada en el colegio se hizo para las tres jornadas: mañana (bachillerato), tarde (primaria), noche (validación) Según cuenta una de las profesoras que realizó el taller en la noche, la jornada fue más sensata y era una conversación entre adultos, pues la mayoría de los estudiantes de la noche, trabajan de día pero lo curioso, es que han tenido relación con el conflicto armado. Destaca la profesora, que una de la estudiantes dijo que un guerrillero asesinó a su padre y que ha decidido perdonar después de haber leído el libro de Claudia Palacios “Perdonar lo imperdonable”
Desde la conquista, la historia de Colombia ha estado marcada por la violencia, permeando con sutiles matices el día a día de la sociedad. Esa misma historia no se quiere repetir, al menos ese es el objetivo de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición; palabras menos, La Comisión de la Verdad.
Por eso, desde que se publicó el Informe el pasado 28 de junio, el deber de la Comisión es compartir a la sociedad los resultados de la investigación.
Acaba de pasar la primera semana en Colombia con la presencia de un presidente de izquierda subido al poder. La reforma tributaria fue la noticia un día después de la posesión de Gustavo Petro, quien a través del ministro de Hacienda, el país supo cómo iba a afectar su bolsillo. Mientras los sectores estaban divididos por la reforma, las instituciones educativas estaban recibiendo direccionamientos sobre las cartillas de la Comisión de la Verdad por parte del Ministerio de Educación y las secretarías locales. Y así finalizó la primera semana de las 208 que faltan
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