De la violencia subversiva a la del Estado: el drama de las víctimas de un presunto falso positivo en Sucre

Se han conocido testimonios de patrulleros quienes presenciaron los hechos en los que señalan como autor material al comandante operativo de la Policía de Sucre

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Jóvenes asesinados en Sucre
Jóvenes asesinados en Sucre

Este lunes se adelanta un plantó en la T que conduce de Sincelejo al corregimiento de Chochó, en el departamento de Sucre, donde tres jóvenes de esa población fue capturados por miembros de la Policía el pasado 25 de julio y posteriormente presentados muertos por la institución como supuestos miembros del Clan del Golfo implicados en el homicidio de un uniformado ese mismo día. Sin embargo, todo indica que eran jóvenes inocentes víctimas de la furia policial.

Con bombas blancas y carteles con las fotografías de Carlos Ibáñez Mercado, José Carlos Arévalo y Jesús David Díaz Monterroza, familiares y allegados a los jóvenes piden justicia al crimen que les habría costado la vida y que fue cometido por miembros de la Policía.

La familia de Jesús David ya había conocido la violencia desde mucho antes de este episodio, pero después de ser víctima de múltiples grupos armados, no pensó que en algún momento fueran las armas del Estado las que se dirigieran en su contra y cobrara la vida de uno de sus miembros.

“Nosotros somos una familia humilde que viene desplazada de Macayepo, Bolívar. Hemos pasado hambre, desnudez, de todo, y nunca se nos ocurrió que íbamos a ser víctimas del Estado. Ha sido algo caótico que me tiene súper pensativa, desde niña he visto la violencia, desde niña hemos sido víctimas de esos grupos, se veía cómo llegaban a los pueblos a asesinar a las personas, nos hicieron salir de allá a una ciudad a la que no sabíamos a qué enfrentarnos. La verdad ha sido muy duro”, contó Jessika Sierra, hermana de Jesús David a la emisora W Radio.

El joven tenía 18 años, cursaba 11 de bachillerato por lo que este año terminaría sus estudios, era amante de la danza. Todas las tardes después de clase iba a practicar comparsa y cuando tenía tiempo aprovechaba a ver practicar stunt, que es una tendencia de realizar acrobacias en vehículos de dos llantas.

Eso fue lo que hizo la tarde del 25 de julio, después de comerse una tocineta que le llevó su mamá, una mujer que trabaja en servicios generales de casas privadas y hacía apenas 15 días había conseguido trabajo. Paralelamente miembros del Clan del Golfo atacaron a un Policía en medio del plan pistola que habían emprendido y ha dejado hasta 36 uniformados muertos.

En el plan candado de respuesta, miembros de la institución lo habrían herido en un pie y así llegó a su casa. Su hermana lo recibió y junto al amigo que lo había recogido en la moto se dirigieron al hospital del Sincelejo. De camino al centro médico, la Policía los detuvo y los acusó de ser delincuentes, porque consideraban que la persona que habían herido era uno de los miembros del grupo criminal. Pero sin aclarar la situación, al parecer, los habrían sometido en el piso.

Carlos Ibáñez, un joven de 26 años que se dedicaba al mototaxismo pasó con una carrera hacia la capital departamental y vio a sus amigos sometidos por los uniformados. Se detuvo, según contaron los familiares a la emisora, porque creía poder defenderlos con el conocimiento en código policial que había aprendido hacía tres años cuando prestó servicio militar en esa institución.

Pero la norma que regula la autoridad policial no se cumplió ese día en el municipio de Chochó. Los policías lo acusaron de ser otro cómplice de la supuesta organización criminal y lo capturaron junto a los otros dos. Los subieron al platón de una patrulla que llegó sobre las 5:20 de la tarde al punto, dejaron las motocicletas tiradas y se fueron.

Luz María Mercado, mamá de Carlos Alberto Ibáñez, se enteró cuando un vecino le avisó en la tienda que lo habían detenido. Cuando llegó ya no había ningún operativo y no le daban razón de su paradero, pero al volver a casa, denunció, miembros de la Sijín habían revolcado sus pocas pertenencias y no permitían a nadie ingresar a la vivienda. “Estaban muy furiosos”, dijo a la emisora.

Está convencida que su hijo era un pelao que no tenía nada de malo. Dice, como prueba, que si su familia tuviera negocios criminales no pasaría todas las necesidades económicas con las que vive. Su trabajo es lavar ropa en casas ajenas y con ello mantiene su hogar.

Este fin de semana también se conoció el testimonio de dos patrulleros de la Policía de Sucre, quienes fueron testigos de los hechos y le dijeron a las autoridades que tras la detención, mientras dirigían a los detenidos hacia la capital por una ruta desusada, el coronel Benjamín Núñez les disparó a los tres.

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