Unas 4.091 mujeres fueron asesinadas en 2020 en América Latina y el Caribe. La cifra revelada por el Observatorio de Igualdad de Género de la CEPAL es alarmante. Significa que en la región, a diario, se presentan unos 12 feminicidios y nadie dice nada.
México registró en el mismo año 1004 muertes, mientras según información arrojada por la Casa de la Mujer en Colombia, para mayo de este año, el aumento de estos casos era del 12 %: una suma de 420 asesinatos.
Pero, cuando se dejan de ver los indicadores para ver las historias, la serie ‘No fue mi culpa’ –cuya segunda temporada se lanza el 10 de agosto– logra revivir y exponer la problemática de frente. A partir de 10 episodios que narran historias reales que ocurren en todos los ámbitos sociales, poco a poco se va integrando una sola en la que Marcela Mar, en el papel de Ángela Iregui, hace las veces de abogada y defensora de los derechos de las mujeres que han sido víctimas.
Desde esa perspectiva, si bien es el protagonista es el feminicidio, el rol de las actrices no es menor, pues no solo representan a las mujeres violentadas sino también a aquellas cercanas a la víctima que posterior a los hechos, cargan con el peso de la culpa. Sin embargo, otro de los aspectos más impactantes es el de los actores, pues en su mayoría terminan por representar a los antagonistas, los verdaderos culpables, los feminicidas.
Tal fue el caso de Raúl Ocampo, que tras una serie de castings realizados y enviados a Argentina, obtuvo el papel de Antonio, un hombre de estrato alto que es descrito por el actor como un “pasivo agresivo”, con el que incluso tuvo el reto de representar una escena de violación con la actriz Alejandra Villafañe, quien en la actualidad es su novia.
Infobae Colombia: ¿Qué significó haber podido trabajar con este elenco?
Raúl Ocampo: el casting empezó en pandemia. La ansiedad y las expectativas del futuro eran inciertas. De la nada salió este proyecto a través de Vista Producciones. La cosa era diferente, porque los que escogían eran de Argentina. Todo eso prolongaba los procesos. Al principio me querían para el papel de uno de los abogados que ayuda a Ángela Iregui (Marcela Mar) a combatir todos estos feminicidios, pero luego envié el casting para uno de los antagonistas y quedé.
Cuando me dijeron que iba a ser Antonio, de inmediato recordé una de las primeras cosas que te dicen cuando estás estudiando actuación: no juzgar al personaje. De tal manera que entras en conflicto porque dices ‘¿cómo puedo no juzgar a una persona que no es aceptable?’ O sea, no me representa una persona así, pero el arte dice que no siempre vas a representar personas parecidas a ti, y por eso está en arte, porque al final uno con esto sí puede generar espacios de reflexión para demostrar a las personas, a través de una serie tan cruda, cómo es la realidad y cómo estas cosas sí pasan.
I.C: Como actor, ¿cómo es posible lograr que el hecho de representar a un personaje como Antonio no afecte a Raúl?
R.O: Cuando me asignaron a Antonio, ahí mismo hablé con Carlos Fagua, él es un amigo que es coach. Yo le preguntaba ‘¿cómo hago?’, porque en la serie yo soy una persona muy violenta y aparte violo a una persona que en la vida real es mi novia. Entonces ya eran muchos factores. Fagua me decía que ‘no hay que envidearse con los pensamientos repetitivos que pueden llegar a tener estas personas’. Como esto es arte y es interpretación, él me enseñó una técnica. Consistía en hacer que el cuerpo contagie la mente y no la mente contagie al cuerpo.
Yo puedo decirle de mi mente al cuerpo ‘marica, ahorita tengo una entrevista. ¡Ay Dios mío! Tengo una entrevista. Y si ésta vieja me corcha….’ Me empiezo a sugestionar mentalmente y luego cuando llegue el momento voy a estar bloqueado porque he permitido que la mente se apodere del cuerpo con la sensación de nervios. Entonces, así como puede funcionar de esa manera, puede funcionar al revés.
Yo puedo enviar un estímulo desde mi cuerpo y que mi mente se contagie y esa es una forma mucho más sana para trabajar artísticamente escenas tan delicadas e intensas.
I.C: Ahora que contaba cómo fue el proceso de creación de este personaje, cómo había recurrido a tu coach, recuerdo otra entrevista en la que decía que gran parte de la actuación y de la creación del personaje venía desde el corazón. ¿Cómo hacer que salga desde el corazón un personaje tan despreciable?
R.O: ¡Qué linda pregunta! Yo como artista debo entender al personaje para no juzgarlo, porque de lo contrario la actuación no sería creíble, sino un estereotipo o arquetipo de malo malote, villano villanote, que nadie se va a creer. Lo que encontré en Antonio es que todos tenemos un niño por dentro y que frecuentemente ése es un niño herido. En él yo descubrí que muchas veces el niño que abusa es abusado por sus papás y recibe ese tipo de maltratos. Cuando lo creé yo no sentía rabia por él, sentía mucho pesar porque es una persona muy incomprendida, porque puede tener todos los lujos, todo el dinero, todos los ‘sís’ –porque él nunca recibió un ‘no’ por respuesta–, pero se siente solo pese a que hay gente que lo rodea. Entonces cuando comienzo a pensar en una persona triste que reacciona así, siento algo de compasión, pero esto no quiere decir que justifique ningún acto violento.
I.C: ¿Cómo puedes describir a Antonio?
R.O: El personaje de Antonio es interesante. Cuando uno piensa en feminicidio uno cree que este tipo de homicidios siempre nacen de la agresividad, desde la violencia física, desde una fuerza dominante y movilizadora, y claro que sí, esa es una de las formas. Pero la serie abre un abanico de grises y es ahí de donde surge él, porque hay un tipo de manipulación que también hiere.
Hay feminicidios, que aunque no tienen el marco inicial de la violencia física, empiezan a taladrar en el inconsciente, en la psiquis. De pronto esa persona se victimiza y utiliza esa aparente debilidad para crear cierto estado de renuncia que hace sentir a la víctima real como un ser injusto.
I.C: ¿Cómo fueron las escenas con Alejandra Villafañe?, ¿cómo lo manejaron?
R.O: Como actor tienes que ser suficientemente profesional para entrar y salir de un rol, sin embargo el factor de que sea tu novia tu víctima, misma persona pero dos universos completamente diferentes, es intenso. Me tocaba dejar de pensar que Aleja era mi novia, pensar profesionalmente para no hacerle daño, para no hacerme daño, para que todos estén bien y para que la cámara pueda grabar todo.
Sin embargo, hay un momento en donde el director por cosas de grabación te dice, ‘necesito hacer otro plano tuyo encima de ella. Corta. Necesito hacer otro plano. Corta. Aleja, podrías gritar más desgarrador, por favor’. Toda esa información se te va quedando, porque aunque sabes que es una recreación, uno le está imprimiendo tanta emoción, que a veces es difícil saber qué es verdad y qué es mentira, o sea, el cerebro no lo distingue tan fácil. Entonces, cuando se terminaban ese tipo de escenas, Felipe Cano, el director, hacía un ritual. Llamaba a los actores para que despidieran a los personajes, volvieran a ser quienes son, porque no hay que llevarse los personajes a la casa, no hay porqué dormir ‘rayados’ con este tema.
I.C: ¿Cómo es su relación con Alejandra?
R.O: Mi relación con ella es soñada. Ella es psicóloga y además actriz. Le ha dedicado muchas horas de vuelo al ser humano y cómo opera. Me ayuda, me da claridad en muchas cosas. Eso se lo deseo a todo el mundo, que puedan hablar de todo con sus parejas, porque al hablar de todo no se guardan nada y no empiezan a surgir suposiciones, todo se comparte, se ayuda a sanar y se puede comenzar a crecer juntos.
Cuando llega un desafío como este proyecto, podemos decir ‘Oye, esto va a estar intenso, pero hagámoslo. ¡Qué rico grabar juntos! ¡Qué rico tener esta experiencia de vida!’ Todo esto de terminar en la misma escena fue solo casualidad. Yo hice mi casting por mi lado. Además tenemos managers diferentes, ella hizo su casting´ por su lado y de la nada yo ya estaba escogido, de la nada después el director, me dice en una grabación, ‘oiga, escogieron a su novia para para hacer de estríper’. Luego me dice que es porque ustedes tienen más confianza, porque son escenas delicadas, porque mejor Aleja que cualquier otra persona. Al final fue muy positivo y la verdad, ahorita te puedo decir que fue una gran experiencia haber grabado con mi novia algo así de intenso.
“Yo no quisiera que este papel de villano se extrapole a lo que soy como persona, pero si necesito gozar de mala popularidad por un momento, porque hay gente que no entiende que uno es un actor que desarrolla un personaje, pues me presto para ese ratico incómodo y que así comprendan que esto no puede pasar”
I.C: La relación con su padre es distante, no creció a su lado y siempre estuvo rodeado por sus dos hermanas y su mamá. ¿Cómo es tu vínculo con las mujeres?
R.O: Mis dos hermanas y mi mamá son mujeres muy curiosas, muy retadoras, inteligentes y vanguardistas. Entonces esto crea la posibilidad de abrir la mente porque uno comparte con ellas y lo mantienen aprendiendo. Yo nací en un ambiente matriarcal. Entonces imagínate lo que es hacer una serie sobre abuso, casi que te lo tomas personal. Sin embargo, creo que lo más importante es la voz de las víctimas porque esta serie está basada en historias de la vida real que a partir de la interpretación de las actrices se llenan de valentía para hacer un llamado a la reflexión.
I.C: ¿Cuál es el mensaje que quiere dejar a través de su actuación en esta producción?
R.O: Que nos abramos a entender a profundidad todas las partes de las historias. Que entendamos cada uno de los universos de estas mujeres, cuál era su posición y su condición, para así poder llegar hablar de igualdad de género en todos los ámbitos, en el trabajo, en sueldos y empezar a hacer una sociedad diferente en la que todos se sienten escuchados e incluidos.
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