Colombia marca un hito este 7 de agosto de 2022 al posesionar a Gustavo Petro como presidente, el primero en la historia del país asociado con ideologías de izquierda. Colombia prevé un cambio en su curso que trasciende las decisiones políticas, sociales y económicas, y que se evidencia desde el mismo acto de transmisión de mando, que tendrá cambios sutiles pero significativos.
Desde no usar alfombra roja, pasando por el cambio de términos del protocolo, y hasta las ceremonias alternas a la posesión oficial en la Plaza de Bolívar, Petro quiere mandar un mensaje claro: el poder ahora será del pueblo.
Esto se refleja en que el eslogan del evento será “comienza tu gobierno” y que el acto de posesión será semiabierto. Si bien habrá una zona especial para los invitados directos del presidente, los alrededores de la Plaza de Bolívar no serán despejados como en años anteriores. En esta oportunidad se instalaron pantallas en puntos estratégicos para que todos participen del evento.
También se resalta que dentro de la lista de invitados no solo hay políticos nacionales e internacionales, o artistas y empresarios, sino también electores de Petro y Francia Márquez, su fórmula vicepresidencial. Entre ellos se destaca Kellyth Garcés, una barrendera de Medellín que fue atacada en la calle por apoyar al nuevo mandatario; el cultivador de café Rigoberto López; Katherine Gil, una trabajadora chocoana; y Arnulfo Muñoz, un pescador de Honda, Tolima que acogió a Petro en su casa durante su campaña política.
En la lista de cambios del protocolo que reforzarían el mensaje de Petro y Márquez, también está que no habrá alfombra roja. El equipo del nuevo gobierno ha asegurado que con esto quieren que la atención no solo esté en los políticos, sino en la ciudadanía.
“Es una connotación completamente diferente de una transmisión de mando porque queremos que allí esté toda Colombia. No va a haber alfombra roja. Es una posesión del pueblo colombiano, no es únicamente la posesión del presidente Gustavo Petro y Francia Márquez. Ellos han querido que todo el pueblo colombiano participe”, asegura Marisol Rojas, coordinadora de comunicaciones del evento.
En lo que concierne a la programación, habrá un ligero cambio. Tradicionalmente, una vez terminan los discursos en la Plaza de Bolívar, el presidente saliente y el entrante van hasta la Casa de Nariño para hacer la entrega oficial del palacio. En ese espacio se realiza el besamanos, un saludo que consiste en tomar la mano derecha de una persona y hacer el ademán de besarla solo inclinando ligeramente el cuerpo.
Petro cambió el besamanos por un saludo presidencial. El nuevo mandatario no quiere que le hagan reverencia, ni el tener que rendirlas, pues su discurso está centrado en la premisa de la igualdad.
El besamanos es una herencia monárquica, por lo que es asociado inmediatamente a la elite. Además, la acción de inclinarse se interpreta como sumisión. Dos variables con las que Petro no quiere estar asociado.
“Petro, el mismo político que quiere posesionarse con un símbolo republicano (la espada de Bolívar) no quiere que lo asocien con un gesto corporal de un orden social que juró combatir. La élite no lo lee de ese modo y nunca han visto la necesidad de cambiar la palabra porque el protocolo les importa mucho. Sí es disruptivo porque los saludos sin reverencias se dan entre iguales”, explica la lingüista Erika Mesa.
Las posesiones alternas
Días previos al evento en la Plaza de Bolívar, Petro participó en dos posesiones alternas. La primera fue realizada el 4 de agosto por la comunidad arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta, y la segunda se llevó a cabo el 6 de agosto en el Parque Tercer Milenio, en el centro de Bogotá, y fue liderada por resguardos indígenas, afrodescendientes, campesinos y líderes sociales.
En la realizada en la Sierra Nevada, el dirigente progresista recibió el aval de los arahuacos en un acto simbólico realizado “en el corazón del mundo”. En esta, los indígenas le entregaron el bastón de mando a Petro para simbolizar que le confían las riendas de su comunidad.
El segundo acto se definió como una posesión “popular y espiritual”. En este se le entregó un mandato ciudadano que recoge compromisos necesarios en pro del ambiente, la implementación del Acuerdo Final de Paz y la protección de la vida en los territorios.
Ambos eventos tiene un valor simbólico, pues dan cuenta de la confianza que las comunidades vulnerables del país tienen en el nuevo gobierno. Así mismo, habla de la inclusión que pretenden abanderar Petro y Márquez. Hay que recordar que esta última siempre se ha referido a esta población como “los nadie” y asegura que son mayoría, una mayoría a la que ella asegura pertenecer.
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