Los amantes, seguidores y fanáticos de la música del rey del despecho, Darío Gómez, siguen llorando su fallecimiento. En el cementerio Campos de Paz de Medellín, bajo un día gris y con sus mejores canciones como recuerdo, fue enterrado el cuerpo del artista que dejó con el corazón arrugado a todo un país. Las personas que crecieron con su música y siempre estuvieron siguiéndolo durante toda su carrera, no se alejaron de su féretro, pero hubo una persona en especial que se le vio a cada momento cerca al ídolo de la música popular.
Desde que el ataúd de Gómez salió de la iglesia Santa Gema, hasta cuando llegó a su punto de entierro, Johana Vargas, esposa y el amor de la vida de Darío, siempre estuvo al lado de su compañero de vida. En ningún momento quiso estar lejos de quien le compuso varias canciones, especialmente de los últimos años.
En su propio hogar, Vargas vivía con el autor de éxitos como ‘Nadie es eterno’ o ‘Sobreviviré' junto con sus dos mascotas. Abril y Beethoven, dos pequeños perros de raza Cocker spaniel, eran la mejor compañía para la pareja que compartía la mayoría de su tiempo junta. Según lo comentó la propia esposa de Gómez, Darío los quería tanto como si incluso se trataran de sus propios hijos:
“Él les decía mis cachorras y les cantaba: mis cachorros, cachorritos, todo el tiempo les cantaba; él les alcahueteaba absolutamente todo, que dañaran lo que fuera, que no le importa, que dañen lo que sea que eso yo lo repongo”
Vargas tuvo que vivir una de las formas más dolorosas de decirle adiós a un ser querido, antes de que Darío falleciera, ambos habían hablado y él le comentó que iba a llegar a casa un poco más tarde, aun así, horas después recibió una llamada en la que le confirmaban que había muerto.
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Johana también afirmó que durante la cámara ardiente tomaron la decisión de llevar a las mascotas para que pudiesen despedirse de su dueño que tanto las amó. Los animales sintieron su ausencia, por lo que Vargas tenía que asegurarse que ellos no pensaran que los habían abandonado:
“Trajimos los perritos para que vieran que él se había muerto, no que los había abandonado”.
Tal fue la importancia de los perros en la vida de Gómez y viceversa, que incluso horas antes de que se confirmara su fallecimiento, Vargas había notado que uno de ellos tenía una actitud diferente, como si estuviese enfermo, nervioso o supiera que algo le hubiera pasado a su dueño. Varios de los que estuvieron presentes en el Coliseo Yesid Santos y se acercaron a los animales, mencionaron que podían escuchar el llanto de uno de ellos, reflejando la conexión emocional que tenían con el cantante.
Darío Gómez fue enterrado en Campos de Paz justo debajo de la escultura denominada ‘El hombre en busca de paz’, objeto que tiene una antigüedad de aproximadamente 40 años y donde también se encuentra la tumba del reconocido artista antioqueño Jorge Marín Vieco.
Fueron cinco agrupaciones de mariachis que acompañaron, con las mejores canciones del Rey del Despecho, el acto de entierro de Darío Gómez, pero cuando las trompetas dejaron de sonar hubo una voz que siguió cantando entre lágrimas, fue la de Johana que con las estrofas de ‘Amor Eterno’, le dio el último adiós al amor de su vida.
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