De acuerdo con el Registro Único de la Unidad de Víctimas, 511.076 personas sufrieron afectaciones por razón del conflicto armado en el Chocó, siendo uno de los departamentos más golpeados por la lucha entre la fuerza pública, grupos guerrilleros y agentes paraestatales. El resultado de estas confrontaciones dejó tristes episodios como la masacre de Bojayá, preparada desde finales de abril y perpetrada el 2 de mayo de 2002.
Pero en medio de los enfrentamientos que aún continúan, este departamento lucha por ser un territorio de paz, y una muestra de ello es la creación, en 2019, de la primera sede de la Universidad de la Paz, una iniciativa liderada por la Comisión Interclesiástica de Justicia y Paz, coordinada por Danilo Rueda, el mismo que fue designado por Gustavo Petro como Comisionado de Paz en el gobierno entrante.
Esta universidad funcionó para que integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia se reunieran con miembros de las guerrillas y crear diálogos y mecanismos de perdón con las víctimas, contar la verdad y reparar los daños ocasionados en el marco del conflicto.
Era como una Comisión de la Verdad pero de menor tamaño; empero, esperan que tanto comparecientes de las AUC y las guerrillas sometidos a la JEP puedan participar allí con las víctimas, reconocer su responsabilidad dentro del desarrollo del conflicto y transformar a las poblaciones que afectaron con la guerra, el silencio, el desplazamiento y la muerte.
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Precisamente, esa es una de las grandes banderas del comisionado designado por el presidente electo, quien afirmó en su momento que era un experimento que buscaba la reconciliación basado en transformaciones posibles y reales. Sin embargo, esta no ha sido la única iniciativa para buscar el perdón y la no repetición entre actores armados.
No es nuevo que el defensor de derechos humanos establezca mecanismos pacíficos para mermar la guerra interna en el país; de hecho, es reconocido precisamente por eso, por tener una amplia trayectoria en la búsqueda de la paz. Uno de los ejercicios más reconocidos tuvo lugar en Chocó, donde logró reconciliar a varias comunidades con Juan Rodrigo García, hermano del excomandante paramilitar conocido como Doble Cero y asesor de Freddy Rendón —conocido como El alemán— y Carlos Castaño Gil.
Dicha iniciativa se realizó en medio de la desmovilización del Bloque Elmer Cárdenas que tuvo presencia tanto en Chocó como en el Urabá. Rueda también ha creado otros mecanismos para la paz, como los Festivales de la Memoria. Quizás esta es la más grande apuesta de la nueva cabeza de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Antioquia, Chocó y Putumayo se han convertido en sedes de este simposio que ha recogido testimonios sobre violaciones a derechos humanos en dichas zonas.
La Comisión Interclesiástica, otra gran apuesta del comisionado delegado
Antes de que se firmara el Acuerdo Final de Paz y se conformara la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, esta oenegé fue una de las que más recogió testimonios sobre operaciones paramilitares como ‘Cacarica’, donde según las sentencias de Justicia y Paz, aproximadamente 400 personas fueron desplazadas en Riosucio —Chocó—. Aquel trabajo de recolección le permitió a Rueda ser nominado al Premio Front Line para Defensores de Derechos Humanos en Riesgo de 2009.
Ahora, como alto comisionado, tendrá la primera misión de realizar acercamientos entre el Estado y el ELN para reiniciar las negociaciones que terminen en un acuerdo de paz. Ya tiene experiencia con este grupo, pues sus ideas tampoco pasaron desapercibidas en la mesa de negociaciones instalada en Quito —Ecuador—. Así las cosas, Rueda tendrá la tarea de empezar a construir esa ‘paz total’ planteada por el mandatario electo.
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