Ha pasado ya un tiempo desde que Reina María Marroquín y Germán Orlando Novoa, una pareja de agricultores del municipio de Guayatám en Boyacá, le presentaron al mundo el mango más grande registrado hasta el momento. La particular fruta tenía un tamaño similar al de una sandía grande y desbancó el récord que tenían un par de filipinos con el mango más pesado del mundo. Este, el de los colombianos, registró una circunferencia de 61,5 centímetros y una altura de 23,7. El mango ‘Tommy’ pesó 4.250 kilogramos.
Antes de que cayera el mango desde su árbol, Reina y Germán empezaron a notar que la fruta estaba creciendo a gran escala. Era evidente su diferencia en relación a los otros frutos del árbol. Cuando cayó, lo pesaron y midieron. Su hija Dabegy tuvo la idea de buscar en internet si existía algún título de récord relacionado con la categoría y encontraron que el mango que tenían era el más pesado del mundo.
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Acto seguido, el desafío consistió en conseguir el título oficial de Guinness World Records que certificara que en Guayatá se encontraba esta peculiar fruta gigante. Una vez se verificaron los datos, el mango boyacense fue nombrado como tal.
En su momento, en entrevista con Noticias Caracol, Reina María comentó que hubo gente que dudó de la “naturaleza” del mango, que los señalaron de inyectarle sustancias para hacerlo crecer. “Aquí todo es lo que la naturaleza y los abonos orgánicos nos dan”, dijo.
Respecto a la inclusión en los Guinness Records, Germán Novoa señaló: “Es un premio y un reconocimiento al esfuerzo y dedicación al campo Guayatuno, y ese amor por la naturaleza que nos heredaron nuestros padres. Además, es el segundo título Guinnes para el municipio, ya que en el año 2014 batimos el récord del tapete más largo de flores naturales con 3.199 metros cuadrados”.
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Durante varios días, una buena cantidad de personas de la zona y turistas, visitaron la finca para tomarse fotos con el mango más pesado del mundo. Luego, fue consumido con alegría por la familia de Reina y Germán.
“Estaba muy delicioso y sano por dentro, pero antes de ello le sacamos un molde para hacer una réplica y donársela al municipio para que quede registrado en la historia”, dijo Novoa.
Su terreno, siete años antes, se dedicaba a la ganadería y al monocultivo de naranjas. Hoy, la pareja de agricultores se dedica a dotar de sentido y valor agregado a la diversidad de frutos que ahora se cosechan. El aprovechamiento de los terrenos productivos en su máximo potencial también es una virtud de esta pareja, pues en tan solo una hectárea y media de terreno, han plantado 400 árboles de diferentes variedades.
Tan bien hacen su trabajo que pobladores y visitantes viajan hasta la finca para comprar los productos orgánicos. Esas ventas, desde hace algún tiempo, les han servido para sacar adelante a su familia. Una buena parte de sus hijos ya cuenta con títulos profesionales.
En esta finca, de acuerdo a lo señalado por Reina y su esposo, se siembra un árbol cada cuatro metros, todos con fines productivos, y hay un poco de todo, desde macadamia, café, y sacha inchi, hasta mandarina limón tahití y siete variedades de aguacates.
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