El asesino en serie ecuatoriano que terminó robando joyas en Bogotá

Juan Fernando Hermosa atemorizó a Ecuador a inicios de los años 90. Fue uno de los asesinos seriales más jóvenes del país, fue asesinado y su cuerpo encontrado el mismo día que cumplía 20 años

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El asesino serial más joven
El asesino serial más joven de Ecuador falleció en 1996 después de cumplir su pena en una penal de Quito (Archivo).

Recién había huído de prisión cuando llegó a Colombia y se instaló en Bogotá. Con una pistola en mano y un guardia asesinado en el camino, Juan Fernando Hermosa comenzó a robar joyas en la capital del país para poder sobrevivir, pues su cara era ya conocida en casi todo el continente, por ello mismo no duró mucho fugado y las autoridades lo enviaron de vuelta a prisión, en donde estuvo hasta 1996.

Hermosa fue uno de los asesinos seriales más implacables de Ecuador durante los últimos años del siglo XX. Con 15 años cometió su primer homicidio y a los 20 ya estaba completamente desatado. Cuando su caso se dio a conocer, la prensa lo lo llamó “El Niño del terror”, fue el asesino más joven del país con más muertes registradas.

Nació el 28 de febrero de 1976 y fue dejado en un lugar de adopción, en donde sería acogido por Rafael Hermosa y Zoila Suárez, quienes lo llevaron a vivir en la capital ecuatoriana. Allí pasó su infancia, en un barrio popular, bajo el cuidado de su mamá, quien sufría de sordera y artritis. Hermosa se refugió en las calles y terminó metido en una pandilla junto a otros diez muchachos. Iban a bares y a discotecas, jugaban videojuegos y rondaban la zona del Puente del Guambra. Sus delitos eran menores, pero la sed de sangre de Hermoso no lo era.

'El niño del terror' es
'El niño del terror' es uno de los asesinos seriales más jóvenes en la historia de Latinoamérica (Archivo).

En noviembre de 1991, el joven salía de una discoteca junto a su pandilla y abordaron un taxi rumbo al norte de la ciudad. A mitad de camino, Hermosa le disparó en la cabeza al conductor con una pistola 9 mm. La pandilla arrojó el cuerpo en algún punto de la vía y la Policía lo encontró a la mañana siguiente. Aquel hombre fue la primera víctima del asesino.

Una semana después, apareció la segunda víctima, un peluquero de nombre Charlie a quien Hermosa conocía, pues era la persona que le había cortado el cabello por varios años. Charlie se reconocía abiertamente gay y esta habría sido una de las razones para que el joven le asesinara. Las víctimas de Hermosa que llegarían con el paso de los años pertenecerían también a la comunidad LGBTQ+.

Hermosa fue a la casa de Charlie y allí bebieron algunas copas. Algunos miembros de la pandilla también se encontraban en la casa del peluquero, invitados por él, pues los jovenes frecuentaban la zona y eran casi amigos. Estando allí, discutieron por algo, en medio de los tragos, y Hermosa acabó disparándole a Charlie cinco veces, causándole la muerte.

En ese momento, sin darse cuenta, Hermosa comenzó a sentir una atracción por taxistas y homosexuales. Su modus operandi estuvo siempre enfocado en ellos. Alrededor de 15 asesinatos causarían pánico en Quito y llamarían la atención de las autoridades.

Según los registros de la Policía, a los 15 años, Hermosa ya había asesinado a un número apróximado de 23 personas, pero siempre se ha creído que la cifra real es mucho más alta. Nunca se entendió la razón por la que Hermosa se fijaba en este tipo de personas. Lo más certero a lo que llegaron las investigaciones indica que pudo haberse tratado de un complicado caso de homofobia.

La Policía consiguió arrestar a Hermosa luego de que siguieran por varias semanas a uno de sus compañeros de pandilla. Este, al sentirse en peligro, les dijo dónde vivía el joven. Así, en la madrugada del 9 de enero de 1992, la policía montó un operativo para dar con Hermosa y capturarlo. Se resistió, naturalmente, y disparó en reiteradas ocasiones contra los oficiales. El tiroteo duró varias horas y cobró más de una vida, entre ellas la de Zoila Suárez, la madre de Hermosa, que falleció luego de recibir once balazos.

Una investigación de Yalilé Loaiza para Infobae señala que después de este episodio, Hermosa fue apresado y conducido al penal García Moreno. Allí se le dictaría sentencia y los medios registraron una de las frases más icónicas de la época, y una de las más terribles: “Quiero dejar en claro que mi nombre es Juan Fernando Hermosa Suárez y que el 28 de febrero cumplo 16 años”.

"El niño del terror". Solo
"El niño del terror". Solo tenía 15 años cuando fue encarcelado. (Foto: Archivo).

El joven le comentó a las autoridades que nunca tuvo la intensión de asesinar a estas personas, pero que, realmente, no veía otro tipo de alternativas. Según él, sus víctimas fueron agresivas y esto lo llevó a ultimarlos, pues le colmaban la paciencia. Hermosa fue condenado a cuatro años en prisión, que era la máxima sentencia que se le podía dar a un menor de edad.

En la cárcel, pese a su edad, se hizo con una reputación de respeto, era un líder natural. Así conseguiría ganarse la confianza de los reos y algunos guardias. Uno de ellos, precisamente, le permitió a la novia de Hermosa ingresar al penal con un arma, lo que le serviría más tarde para llevar a cabo su plan de fuga. Ni siquiera pasaron dos años cuando el joven escapó y recayó en sus actos delictivos. Ahí fue cuando vino a parar a Colombia.

Intentó mantenerse oculto en la capital colombiana, pero era uno de los asesinos más buscados del momento. Su rostro no era difícil de identificar. Fue recapturado y cumplió su sentencia. En 1996 recuperó su libertad.

Hermosa dejó la ciudad de Quito y se fue a vivir a Sucumbíos, en la Amazonía ecuatoriana, con el ánimo de empezar de cero, junto a su padre. Y quizá lo hubiese hecho, pero cada quien obtiene lo que merece, dicen por ahí.

El 28 de febrero de 1996, el día de su cumpleaños número 20, Juan Fernando Hermosa fue asesinado. Su cuerpo apareció en el río Aguarico, cerca de Nueva Loja, Ecuador. Fue torturado antes y su rostro, cuando lo encontraron las autoridades, estaba completamente desfigurado. Lo identificaron por los documentos que cargaba consigo. En sus bolsillos tenía una identificación estudiantil del establecimiento Eduación a Distancia: Monseñor Leonidas Proaño, el certificado de libertad emitido por el Tribunal de Menores y un recorte de periódico con el titular “El síndrome Hermosa en todo el país”.

Según los reportes oficiales, unas cinco personas habrían estado implicadas en el homicidio del asesino, pero a día de hoy aquello sigue siendo un misterio.

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