En embera el significado de “wërapara” significa, literalmente, las “no mujeres”. Pues bien, con esta palabra se creó un colectivo de mujeres trans de una comunidad indígena del occidente del país que lograron reivindicarse después de sufrir discriminaciones y luchar por ser aceptadas como son.
En entrevista para la Agencia EFE Roxana Panchí, una trans del resguardo embera Karmata Rua (conocido como Cristianía) contó que: “Ser trans indígena en la comunidad a veces me da pena”. Además, explicó que desde su comunidad ha recibido un rechazo por querer cambiar su aspecto físico.
Panchí, desde que decidió realizar el tránsito de género, ha recibido insultos como: “Nació hombre”, “se ve muy hombre”, “nunca llegará a ser una mujer”, “usted qué va a ser mujer si no tiene chumba (vagina)”. Ante los comentarios, ella comentó: “A mí me gustan los hombres, a mí me gusta que me penetren… yo soy una mujer, muy mujer”.
La directora colombiana Claudia Fischer estrenó este sábado el documental “Wërapara, chicas trans”, el cual recoge la historia de Roxana, también de Marcela, Jaima, Gina, Alexa y Pamela, todas ellas mujeres trans del mismo resguardo.
Sobre las indígenas trans en el país, Fischer explicó que, si en Colombia apenas el 1,2 % de la población se declara abiertamente LGTBI, Según una encuesta del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los indígenas LGTBI son “una minoría dentro de una minoría”.
De acuerdo con el documental, muchas de ellas se dedican a recolectar café, labor con la que reciben salarios casi inexistentes y son sometidas a discriminaciones y abusos. Ahora, hay otro grupo de emberas que siguió en su comunidad, y se ha dedicado a la agricultura, tejiendo, haciendo chaquiras (coloridas joyas de cuentas) o cerámica.
“Uno ve en nuestra sociedad que para salir del clóset a veces hay dificultades mucho mayores que las que han tenido de ellas”, le dijo Fischer a EFE. Por su parte, Roxana contó que antes era “una de esas que, dicho vulgarmente, me dejaba montarme de cualquiera”, una “bobita”. Si le pegaban -dice- se quedaba quieta. Si le gritaban, no respondía. Pero eso cambió, y con el resto de sus compañeras aprendió a responder a los otros niños de su colegio, quienes le gritaban “maricón”.
“Me gustaría ser mujer mujer, me cambiaría, me pondría senos, pero las cosas de la naturaleza son así y hay que aceptarlas”, confesó Roxana con convicción.
Antes del documental, han desfilado en pasarelas de Medellín y de Londres de la mano de la diseñadora Laura Laurens, y ahora son las estrellas de la cinta. Eso les ha ayudado a seguir y ser ejemplo para otras que les llaman para pedirles talleres y orientación.
El documental comienza con Alexa, otra de las mujeres de Karmata Rua, cantando en embera:
“¿Por qué soy mujer trans? ¿Por qué soy mujer de barro? Soy la flor que crece con perfume de aroma de mujer de barro”.
Por eso, se reivindican como “wërapara”, no mujeres, flores de barro, pero también como colibríes, de tantos colores como la bandera LGTBI que ondea estos días por todo el mundo y sobre todo con las alas abiertas y el vuelo alto.
Para recordar: en los últimos 18 meses, han asesinado a 48 mujeres trans en Colombia, según información de la Defensoría del Pueblo, mientras que la Red Comunitaria Trans denuncia que solamente la semana pasada fueron asesinadas 11 mujeres trans. El 25 de junio a una mujer del colectivo la atacaron tres hombres con cadenas en plena calle en Medellín.
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