Vicente García reconoce que “los discos son fotografías de momentos”

Después de haber sacado a la luz Candela (2019), hoy el artista dominicano lanzó Camino al sol. Infobae Colombia habló con el cantante sobre el proceso de composición de este nuevo álbum en donde la reflexión y la presencia de la naturaleza son una constante

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El artista dominicano lanza su nuevo álbum Camino al sol
El artista dominicano lanza su nuevo álbum Camino al sol

Hablar sobre la música de Vicente García es referirse a salir de la zona de confort. Desde sus inicios en República Dominicana, llevado por el interés en la música afro, el reggae, el R&B y el funk, el viaje musical de García podría considerarse como un devenir en el cual no solo ha logrado rescatar los ritmos del Caribe, sino hacer una constante invitación al origen.

Pasando de la montaña, la playa, el sol, el río, el mar hasta el firmamento, saltando de la guitarra, al tres cubano, al piano y a un sin fin de instrumentos que toca per se, llevado por esa misma curiosidad que tienen los niños frente a lo que son objetos que desprenden sonidos diferentes, García no solo ha logrado ganar gran reconocimiento internacional.

Hoy Camino al sol, álbum producido por Richard Blair y también con la compañía de Teto Ocampo, es el resultado de un experimento musical que surgió durante la pandemia y que logra dar cuenta de la versatilidad de un artista liberado de las etiquetas que salta sin temores entre géneros para caminar con libertad entera entre acordes y poderosas letras.

Infobae Colombia: Si hay un punto en común en cada uno de los álbumes que ha lanzado, se trata de la presencia de un mensaje que parte de la reflexión en donde la naturaleza es una constante ¿Cómo fue el proceso de elaboración de este disco en medio de la pandemia, cuando todos estábamos confinados?

Vicente García: Fue un disco que nació a partir del deseo de querer trabajar con Richard Blair. Él lleva muchos años viviendo en Colombia. En ese momento me encontré con un Richard que estaba buscando otras esquinas de la música. Duramos seis meses tratando de ver dónde podíamos encontrar un punto en común y ahí llegó la pandemia, que fue lo que vistió todo el concepto del disco porque fue un momento en el que muchos nos cuestionamos la existencia, la música, todo. De ahí partieron muchas letras y siempre en nuestras conversaciones previas a trabajar, escuchábamos música que tuviera alguna labor más que entretenimiento, música de tribus, música de los montes tibetanos, música que tuviera una herramienta de sanación. Eso ayudó a encontrar la sonoridad en el disco.

Con Richard supimos valernos de músicos que también estuvieran en esa búsqueda de salir de las estructuras típicas y jugar un poco más a experimentar. Fue muy importante contar con la colaboración de Teto Ocampo porque ha sido uno de los músicos más importantes de la música contemporánea en Colombia. Fue un disco que también tuvo un proceso accidentado, porque varias veces fuimos al estudio y cuando a alguno le daba covid, entonces había que posponer las cosas para evitar contagiarnos. Eso pasaba porque era una grabación en bloques, es decir, donde todo el mundo grababa al mismo tiempo. Desde el inicio lo decidimos así porque era una manera de hacer de la música un ritual y respetarla como tal.

IC: Ahora que habla del ritual, ¿en qué consiste ese camino al sol? ¿Por qué el álbum lleva ese nombre?

VG: El camino al sol viene de muchas preguntas que yo, como ser humano, me hice en la pandemia; preguntas sobre la muerte, porque a muchas personas se les fue alguien cercano. También me cuestioné sobre mi rumbo. Hacia dónde uno va, hacia dónde uno llega, son preguntas existenciales de la vida. Ahora, la canción que da título al disco es básicamente la canción que yo quería oír cuando me muriera. Hacer ese ejercicio de viajar por preguntas que normalmente en la cotidianidad uno deja pasar.

IC: Hablamos de la necesidad de dar respuesta al nacimiento, a la existencia y a la muerte, pero sabemos que estos temas no son nuevos en su trayectoria musical. ¿Eso quiere decir que estos son más bien acertijos constantes?

VC: Sí, en cierta forma es curioso. A pesar de que yo cambio el género, el estilo o lo que sea, a través del mensaje y las letras siempre hay una conexión porque al final soy yo. Pasa sin darme cuenta, pero yo sí puedo entender e identificarlo entre un tema como La esquinita, que fue una canción que le escribí a mi papá cuando murió y A la mar. También pasa con lo que ahora estoy haciendo. Yo creo que por más que uno invente siempre queda la esencia de lo que uno es y cómo uno interpreta la vida, el amor, todo.

IC: ¿Qué ha aprendido de la existencia, el nacimiento y la muerte?

VG: He aprendido que hay que tener esa curiosidad, pero también hay que vivir la vida y entender la existencia como es y no ofuscarse en el misterio del por qué la muerte, cosa que aunque está bueno preguntársela, también merece una pausa para vivir la vida.

IC: Hay artistas que aseguran que cuando se le pone una etiqueta a una canción, ésta deja de ser propia y pasa a ser de otros. Precisamente la canción Camino al Sol reza “tengo que dejarlo todo porque voy camino al Sol”. Se puede interpretar como un mensaje de desprendimiento. En ese caso, ¿se considera un artista desprendido de las canciones? ¿Cómo es el ejercicio de desprenderse de estas?

VG: ¡Uf! Yo creo que sí. El último disco fue de merengue con elementos de electrónica. Eso no puede ser más opuesto. Creo que me divierte mucho eso. Disfrutar de la música, de todas sus esquinas. Eso no significa tampoco que ahora voy a hacer música exclusivamente con un contenido espiritual, son etapas por las que uno pasa y los discos son fotografías de momentos.

IC: En ese sentido, ¿cómo fue ese salto de Candela a Camino al sol?

VG: Yo no siento que exista esa barrera en mi vida y eso tiene mucho que ver con mi manera de consumir la música. Yo oigo, desde son cubano, cantos mongoles, salsa de Ismael Rivera o Mercedes Sosa hasta Sting. Lo que sí trato es de no quedarme en un mismo lugar mucho tiempo; no encasillarme.

IC: En este álbum hay una canción muy particular que es en inglés y que se llama Circles of the sun. Aunque no es la primera vez que canta en inglés, ¿cuál fue la motivación para volver a hacerlo?

VG: Con Richard Blair empezamos a cranear ese concepto de la resurrección de cómo uno va y vuelve como en un Saṃsāra. Todo esa concepción de la vida, la muerte, la resurrección. Y aunque a mí se me hace un poco difícil componer en inglés, me gusta mucho el hecho de que me saque a otro lugar. Tal vez la misma limitación hace que uno tenga otros procesos para componer. Siempre siento que compongo como un latino, queriendo hablar algo en inglés, sin embargo, no trato de encontrar una perfección.

IC: En estos procesos, ¿qué viene primero?, ¿la composición o la melodía?

VG: Realmente soy un loco, porque las letras son casi lo último. A veces cuando estoy mezclando, hay algo que quiero cambiar de la letra. Siempre trabajo con la melodía porque siento que la melodía evoca muchas cosas. Todo parte de tarareo que luego trato de entender. Es más como una labor de empezar a esculpir eso que nació. Hay otros métodos y a veces los utilizo como hacer un banco de palabras, tener un vocabulario para de ahí armar. Sin embargo, siento que cuando uno parte de la melodía, de una inquietud muy interna puede sacar algo.

IC: Muchos artistas en Colombia tienen que prosperar primero fuera del país antes de lograr ese reconocimiento que buscan al interior. Muy al contrario su historia lo manda de Santo Domingo a Colombia. ¿Siente que por el hecho de venir de afuera su música es más apreciada?

VG: Yo creo que eso es algo que sucede en todos los países, sobre todo en los países chiquitos, como el mío. Uno cuando sale de su país y regresa, cuando la gente no te tiene tan cerca y tu vuelves, de algún modo te validan. Es un fenómeno extraño. Igual, yo también creo que tiene mucho que ver con uno mismo a cómo uno se enfoca cuando sale de su país y sale de su zona de confort. Cuando yo me fui de Dominicana yo me fui de la casa de mi mamá y mi papá, y me vine a vivir solo, a aprender la vida, mucho más comprometido con el oficio. De todos modos, uno no puede negar que salir del país hace que se expandan los horizontes, los de uno y los de quienes también lo perciben a uno.

IC: ¿Qué sigue después de Camino al sol? ¿De qué va esa evolución constante?

VG: Ya estoy grabando otro disco, casi que opuesto, mucho más electrónico con bachatas y con reggae. Ahí voy bastante avanzado. Ahora, del 10 al 27 de julio vamos a girar por Europa, estaremos un tiempo tocando. Regresaremos a Colombia y estaremos también en un sinfónico en Costa Rica –que también es un proyecto súper bonito– y seguiremos haciendo música, tocando.

Camino al sol, el álbum de Vicente García fue ilustrado por Daniel Liévano
Camino al sol, el álbum de Vicente García fue ilustrado por Daniel Liévano

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