Perfil de Iván Márquez: el narcoterrorista que le falló dos veces a la paz y habría muerto en su ley criminal

Uno de los traidores del acuerdo de paz entre el gobierno Santos y las Farc se refugiaba en el régimen de Venezuela: era buscado por Colombia, Estados Unidos y hasta por sus colegas delincuenciales

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Iván Márquez, de profesor a narcoterrorista de las Farc. Foto: REUTERS/Jaime Saldarriaga
Iván Márquez, de profesor a narcoterrorista de las Farc. Foto: REUTERS/Jaime Saldarriaga

Desde que alias Iván Márquez se alzó en armas en agosto de 2019, cuando rompió lo pactado en el acuerdo de paz para regresar a la selva colombiana y convertirse en el jefe natural de la disidencia Segunda Marquetalia, su nombre no ha dejado de sonar. Este 2 de julio, Colombia está en la incertidumbre de saber si falleció en Venezuela.

Luciano Marín Arango, el nombre real del criminal, era oriundo de uno de los departamentos más violentos del país, Caquetá. En 1955 nació en la capital de ese territorio, Florencia, donde se formó como bachiller y, a los escasos 22 años de edad, inició con las inclinaciones por los ideales rebeldes que marcaron el inicio de uno de los delincuentes más buscados por las autoridades colombianas.

29-08-2019 Iván Márquez y otros disidentes de las FARC anuncian la vuelta a las armas
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De hecho, en su segunda década de vida, se sumó a las Juventudes Comunistas (JUCO), donde adquirió conocimientos que, más adelante, usó para desenvolverse en la vida: hay reportes que señalan que allí estudió la conformación de la la Unión Soviética y corrientes alternas.

Tras varios años en JUCO, Iván Márquez se inclinó por la docencia y alcanzó a impartir clases por varios años en el colegio Corazón Inmaculado de María. Esta institución era la sede de estudios del municipio El Doncello, en Caquetá.

Así llegó a las Fuerzas Armas Revolucionarias de Colombia

El citado criminal era solicitado por la Policía Nacional por múltiples delitos entre los que se destacan el reclutamiento ilícito, homicidio en persona protegida y desaparición forzada agravada; la mayoría de ellos los cometió mientras era militante de una de las guerrillas más antiguas del hemisferio latino, las Farc, que llegó a su fin en octubre de 2016, luego de que el expresidente colombiano Juan Manuel Santos firmara un acuerdo con ese grupo subversivo.

Fue en 1985 cuando el malhechor se enfiló en las Farc, en el frente número 14, bajó la comandancia del también sanguinario delincuente asesinado Jacobo Arenas, que vio potencial delincuencial en Marín Arango y lo enlistó para convertirlo en uno de los más temerarios y controversiales del país.

Durante sus años al frente de la citada guerrilla, Márquez sembró el terror en varios departamentos colombianos como Nariño, Cauca, Huila, Putumayo, Caquetá, Amazonas. Es más, la fuerza pública tiene un sinfín de material probatorio que evidencia que el comandante subversivo también cometió varios crímenes en las zonas fronterizas del país con Ecuador, Perú y Brasil.

Las dos veces que le falló a la paz

Iván Márquez no solo hizo oda a su prontuario criminal al devolverse para la selva en 2019, siendo congresista por el acuerdo de paz, sino que en el gobierno de Belisario Betancourt participó en diálogos que buscaban ponerle fin a la guerra en el país. En ese tiempo militó por años en el partido Unión Patriótica (UP) y alcanzó sus primeras curules: una en el Concejo de Caquetá y otra en la Cámara de Representantes por el departamento que lo parió.

Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez,  jefe del equipo negociador de las FARC en los diálogos de paz. AFP 163
Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez,  jefe del equipo negociador de las FARC en los diálogos de paz. AFP 163

Sin embargo, tras la muerte de Jacobo Arenas, el exterminio de sus entonces copartidarios de la UP, y la persecución de la izquierda en Colombia, llevó a que Márquez tomara su fusil y tirara línea en el Bloque Sur de las Farc alcanzando a ser, inclusive, uno de los dirigentes y voceros más importantes de la exterminada guerrilla.

Márquez estuvo en los procesos de paz que cuatro de los últimos gobiernos adelantaron para detener la matanza y crímenes de lesa humanidad de las Farc: el de César Gaviria en Caracas y Tlaxcala; el de Andrés Pastrana en el Caguán; el de Álvaro Uribe y su ‘Acuerdo Humanitario’ y el de Juan Manuel Santos en las negociaciones de La Habana, de las que aceptó las condiciones pero finalmente terminó devolviéndose junto a Jesús Santrich, El Paisa y Romaña a sembrar terror desde las selvas.

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