La Corte vs. las mujeres

El derecho a la interrupción voluntaria del embarazo nunca ha estado a salvo. Incluso, mientras la decisión Roe vs. Wade estaba vigente, por debajo de la mesa los cuerpos legislativos de muchos Estados estaban creando obstáculo

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La Corte Suprema estadounidense ha revocado Roe vs. Wade, una decisión que en su momento fue vista como vanguardista y que les otorgó a las mujeres el derecho a disponer de sus propios cuerpos e interrumpir el embarazo en forma segura.
La Corte Suprema estadounidense ha revocado Roe vs. Wade, una decisión que en su momento fue vista como vanguardista y que les otorgó a las mujeres el derecho a disponer de sus propios cuerpos e interrumpir el embarazo en forma segura.

No, en contradicción con lo que muchos liberales predijeron, el movimiento en favor de los derechos no resultó ni lineal ni progresivo. Nos creímos el cuento de que la vigencia y la garantía de los derechos de las personas avanzaría en una secuencia, que empezaría por poco para terminar en mucho. No se dio ese supuesto contagio global en el que más países terminarían garantizando más derechos. Nos llamamos a engaños. A pesar de que muchos se durmieron en los laureles de la convicción de la irreversibilidad de lo avanzado, había quienes veían venir la debacle. Luchadoras incansables por los derechos advirtieron que íbamos por mal camino e hicieron lo posible para evitar la tragedia. Tristemente, sus esfuerzos fueron infructuosos.

La Corte Suprema estadounidense ha revocado Roe vs. Wade, una decisión que en su momento fue vista como vanguardista y que les otorgó a las mujeres el derecho a disponer de sus propios cuerpos e interrumpir el embarazo en forma segura. Ahora, cada estado en Estados Unidos tiene la potestad de decidir por su cuenta si continúa o no protegiendo y garantizando ese derecho. Ya es claro que cerca de la mitad de los estados tomarán la decisión de no hacerlo. Esto empujará a miles de mujeres a la clandestinidad y, por ese mismo camino, a incurrir en riesgos enormes e irreversibles para su propia salud cuando intenten practicarse abortos clandestinos. Está claro y demostrado que la prohibición del aborto no reduce el número de abortos, solo los hace más peligrosos para ellas, particularmente para las mujeres con menos recursos.

El derecho a la interrupción voluntaria del embarazo nunca ha estado a salvo. Incluso, mientras la decisión Roe vs. Wade estaba vigente, por debajo de la mesa los cuerpos legislativos de muchos Estados estaban creando obstáculos para la operación de las clínicas, a través de la creación de una normatividad absurda y solapadamente contradictoria con la decisión inicial de la Corte.

Se inventaron toda clase de requisitos y restricciones para su operación y para el ejercicio de la labor de los médicos que, en muchos casos, llevaron al cierre definitivo de estas clínicas.

Así, desde antes de la decisión de la Corte, se habían incrementado los costos y las dificultades para acceder a un aborto seguro y costeable. Poco a poco fueron socavando -cada vez con más desfachatez- la jurisprudencia de Roe vs. Wade hasta que la tornaron inservible, sembrando así las condiciones que permitieron asestarle el golpe mortal al fallo que por cincuenta años protegió el derecho al aborto.

Si algo hay que aprender de toda esta experiencia es que los enemigos de los derechos de las mujeres actúan así, agazapados y por debajo de la mesa. Rara vez juegan limpio y a la luz del sol. Varios de los jueces que terminaron votando para revocar la decisión de la Corte durante la semana que termina, habían dicho en sus audiencias de nombramiento en el Congreso que entendían el precedente que significaba Roe vs. Wade y que no planeaban tocarlo. Y resulta que el plan era otro: era hacerse elegir para conformar un bloque conservador en la Corte cuyo principal objetivo era echar para atrás los avances logrados.

Parte del problema consiste en que ninguna corriente ideológica o tipo de partido se ha apersonado realmente de la defensa de este derecho de las mujeres. Los Demócratas en Estados Unidos no armaron frente común y tampoco adoptaron este como un tema bandera. Los moderados siempre creyeron que eso afectaría sus posibilidades de ser elegidos. En América Latina, la izquierda y muchos partidos de corte liberal no se han apropiado de esta causa y su posición frente al tema ha estado plagada de ambigüedades.

A pesar de eso, el movimiento feminista ha operado con la suficiente seriedad y eficiencia, haciendo uso de un activismo legal constante y disciplinado para mover a nuestras sociedades en la dirección correcta. Pero tristemente, no ha estado acompañado por las clases políticas cuyo compromiso desde los legislativos ha sido tibio y han dejado la difícil decisión de garantizar este derecho en manos de las Cortes. Mientras tanto, los partidos de izquierda o de corte liberal se han convertido en campos de batalla en donde la disputa entre los grupos de mujeres que defienden este derecho y los enemigos agazapados del mismo se tranzan en franca lid todos los días. Me consta.

Parte de la estrategia debe ser exponer públicamente, sacar de debajo de las piedras, a aquellos y aquellas que posan de progresistas y de avanzada pero cuyo instinto o cuyo sistema de alianzas políticas los convierte en conservadores y regresivos cuando de derechos de las mujeres se trata.

Porque la única herramienta que tenemos a nuestra disposición para continuar esta lucha es señalarles y hacer visible su falta de coherencia, cortándoles el camino antes de que sea demasiado tarde. Nada está garantizado y Estados Unidos nos ha demostrado que tenemos que caminar mirando por encima del hombro, vigilando constantemente el compromiso del estado, de políticas y políticos, con la preservación y aseguramiento de este derecho.

*Sandra Borda es Politóloga de la Universidad de los Andes, Magister en Relaciones Internacionales de la Universidad de Chicago y Magister en Ciencia Política de la Universidad de Wisconsin. Es, además, doctora (PhD) en Ciencia Política de la Universidad de Minnesota, y cuenta con un Postdoctorado en Política Exterior en la Universidad de Groningen. Ha trabajado en medios de comunicación como el Canal NTN24, Diario El Mercurio, BBC Londres, Agencia Internacional de Noticias AP, Revista Semana, Periódico El Espectador y Russia Today. Fue miembro de la Misión de Política Exterior.

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