“Cuando una persona no se emociona con un atardecer, es porque tiene el alma enferma”: Ermitaño, una lucha por la dignidad

Esta película es la ópera prima del director y productor colombiano Arturo Loaiza. Se estrenará el próximo 4 de agosto

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La película es protagonizada por Alejandro Aguilar y Kamilo Rojas, acompañados de Sandra Serrato, Linda Baldrich, Hernán Cabiativa, Alexander Laiseca, Gustavo Herrera y Ricardo Vesga. Foto: 70 Milímetros Films
La película es protagonizada por Alejandro Aguilar y Kamilo Rojas, acompañados de Sandra Serrato, Linda Baldrich, Hernán Cabiativa, Alexander Laiseca, Gustavo Herrera y Ricardo Vesga. Foto: 70 Milímetros Films

Horacio vive en una vereda de San Francisco de Sales (Cundinamarca) en la casa que le dejaron sus padres, que fallecieron hará unos veinte años. A Horacio le gusta el silencio de su vereda, estar con sus perros, recoger mandarinas y trabajar en el campo, cuidar sus gallinas y subir al mirador del cerro, en donde hay una Virgen, para contemplar el atardecer o el amanecer.

“Cuando una persona no se emociona con un atardecer o un amanecer, es porque tiene el alma enferma”, le dirá Horacio en algún momento a Samuel, su único amigo, un niño que vive en una finca cercana y que le lleva todos los días algo de comida y café que le prepara Stella, su mamá, y que le deja a Horacio en una banca que tiene en la entrada de su casa.

No se ven. Horacio no le contesta a Samuel, que le cuenta todos los días lo que pasa en la escuela: que van a poner Internet, que el alcalde les regaló un computador. Horacio lo escucha en silencio. Samuel intenta verlo desde un hueco en la puerta. No lo alcanza a ver. Horacio se esconde en su habitación y lo escucha. Es su rito.

Horacio es un ermitaño. Rodeado de la naturaleza, le es suficiente la música de la lluvia. Nada le falta. Sin embargo, sufre de una enfermedad degenerativa que le ha ido tullendo las manos y lo encierra en sí mismo. El tullido, le dice un vecino que desea sus tierras por lo que lo vuelve blanco de sus acosos. Al tiempo, Samuel le cuenta de ese mundo que quiere conocer y que ve cuando hay Internet en la escuela. Le cuenta que sueña con ser astronauta. Cada cosa que aprende lo maravilla. Y al descubrir algo nuevo de ese mundo que es más grande que San Francisco y sus veredas, corre a contarle a Horacio.

Volviendo a las tierras —siempre la tierra—, en las del ermitaño, además de fértiles y abundantes —e inutilizadas—, está el mirador de la Virgen, una de las cimas de una de las tantas montañas que rodean a San Francisco, que es codiciado por el alcalde, que persigue el deseo de que la gente del pueblo progrese: que tengan Internet, televisión por cable y mejores telecomunicaciones. Y, claro, algunos votos para consolidar su aspiración a la gobernación.

Detalle poster Ermitaño.
Detalle poster Ermitaño.

Con tantas montañas la señal de Internet y telefonía es intermitente. El progreso no puede ser intermitente. La solución, una antena repetidora. El mejor lugar, según el alcalde, el mirador de Horacio. El drama. El alcalde necesita instalar la antena. Se acerca a Horacio, que si bien no entiende mucho de esas cosas, no las ve con buenos ojos –su vida es más sencilla, sin tantos artificios– que se niega. Una vez, dos veces. El alcalde, insistente, le ofrece una fortuna, le ofrece vacas o todas las semillas que quiera. A Horacio nada lo convence. No va a ceder el terreno.

Las intrigas. Horacio se ve enfrentado, no solo a las autoridades municipales y su idea de progreso, sino también a su vecino. Ese otro enemigo que además de codiciar sus tierras lo detesta: casi a diario le corta la manguera que Horacio usa para llevar el agua de la quebrada a su casa solo para provocarlo. Lo cela con su esposa, que le lleva comida al ermitaño y le coquetea. Sus enemigos se acercan, intrigan cómo deshacerse de él.

Como no todo pueden ser problemas el sol también brilla para Horacio que con Samuel y Stella, emprenden una aventura en la que descubrirán que la vida no es siempre a blanco y negro y que con pequeños detalles y momentos de comunión y amor los colores brotan espontáneamente.

Samuel hablándole a Horacio sobre el internet y lo que ha aprendido en la escuela. Foto: 70 Milímetros Films
Samuel hablándole a Horacio sobre el internet y lo que ha aprendido en la escuela. Foto: 70 Milímetros Films

Ermitaño, la ópera prima del director y productor colombiano Arturo Loaiza, es una historia inspirada en hechos reales, que surge de la idea original del actor Carlos Zenon, y que de la mano del guion de Loaiza, fusiona personajes de ficción para explorar las tensiones entre la idea del progreso y el impacto medioambiental, las violencias de género, la amistad, la esperanza y la corrupción.

Así lo explica Loaiza: “en Ermitaño, buscamos acercarnos a las historias de nuestros campesinos, alejarnos de los relatos de violencia que nos han perseguido, pero sin abandonar la realidad”.

Protagonizada por Alejandro Aguilar y Kamilo Rojas –acompañados por Sandra Serrato, Linda Baldrich, Hernán Cabiativa, Alexander Laiseca, Gustavo Herrera y Ricardo Vesga– fue rodada en San Francisco (Cundinamarca) —a 55 kilómetros al noroccidente de Bogotá— en septiembre de 2020, en donde sus montañas, sus ríos también son protagonistas, el marco de esta historia de un campesino que, según lo describe Aguilar, quiere “vivir sabroso, eso quiere Horacio. No tener miedo, tener derechos, no quiere correr y dejar sus tierras”.

La imagen. La película arranca en blanco y negro. La soledad envuelve a Horacio la mayor parte del tiempo, pero con Samuel, el color aparece poco a poco. Un acento acá, un árbol. Primero agrisados. Verdes, rosados, amarillos desteñidos, verdes, cafés, rojos, verdes. Un poco más saturación. El color vibra más. Verdes más verdes, verdes menos verdes, verdes más azules. Rosados y rojos, y naranjas; como las mandarinas.

Ermitaño se estrenará el próximo 4 de agosto en las salas de cine colombianas, luego de una considerable gira por festivales que le han valido los siguientes premios y reconocimientos: Mejor director de ópera prima en Critics Choice Film Awards (2022), Mejor película en el Lightbox International Film Festival (2022), premio Signis en el 11º Festival Internacional de Cine Político, FICIP, de Argentina (2022); Mejor película en el Multidimension Independent Film Festival, opera prima del Festival de cine de Santa Fe de Antioquia y mejor película del Filmmarkersspace Film Festival.

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