Con ayuda de una camilla, entre matorrales, el pasado 25 de junio, miembros del CTI de la Fiscalía sacaron el cuerpo de una persona que se encontraba envuelto en bolsas negras en la vereda Río Frío, en Zipaquirá. El hallazgo dio fin a la larga y angustiosa espera que mantenía la familia de Adriana Pinzón, la psicóloga que había sido reportada como desaparecida el pasado 7 de junio en un sector de Chía, en Cundinamarca, conocido como Tres Esquinas. La mujer, de 42 años de edad, es la víctima de una larga historia que, hasta el momento, mantiene a las autoridades en búsqueda de respuestas. La venta de un carro, un lío amoroso y un seguro de vida rondan el caso.
Todo comenzó el 7 de junio, día en el que sus familiares supieron de ella por última vez. Pinzón no daba señales de su paradero, por lo que su cara empezó a ser una imagen recurrente dentro de las noticias nacionales. Sin tener pista alguna de dónde podría estar, los ojos de familiares y allegados se giraron a Jonathan Torres, cuñado de la Adriana, quien aseguraba que era la última persona que la había visto con vida por última vez. En su momento, argumentó que había pactado una cita con ella para cerrar el negocio de la venta de un carro, el de ella, y que, posterior a ello, la mujer había tomado un servicio de transporte privado hasta su casa. Según él, esa fue la última vez que supo de Adriana.
De ser una pieza fundamental para hallarla, Jonathan se convirtió en el principal sospechoso de la desaparición de su cuñada. Fue una semana después de los hechos, el 14 de junio, que integrantes del CTI de la Fiscalía, junto al Gaula y la Dijín de la Policía, capturaron a Jonathan Torres, en Zipaquirá. El 15 de julio, a su vez, en audiencia de control de garantías, un juez le dictó medida intramural a Torres Campos, por su presunta participación en la desaparición Pinzón.
“Esto es materia de investigación por parte de la Fiscalía General de la Nación. Jonathan Torres, como última persona que la vio, que la acompañó hacer ese negocio, tendrá mucho que decir. La verdad, el sentimiento es de incertidumbre, ella no se comportaba así, ella era muy seria, este tipo de negocios, de actividades, no son habituales en ella”, dijo Marlon Alonso Suárez, familiar de Adriana Pinzón, ante la prensa nacional. Quienes la conocieron, aseguraron que la firma que quedó en el contrato del negocio del carro no corresponde a su firma real.
“Él había quedado en traerme el levantamiento de prenda y los traspasos firmados. Al otro día, me dijo que había ido a donde la señora y que por eso ya me había traído los traspasos firmados. Entonces, en realidad, ella no los firmó y el documento es falso”, dijo el comerciante con el que se había pactado el supuesto negocio de la venta del carro, en una entrevista con el diario El Tiempo. El hombre aseguró que Torres estuvo solo durante el momento del cierre de la compra y venta. “En realidad, no vimos a la señora nunca”, añadió al diario nacional.
En su contra, además de su propio testimonio, recae el registro audiovisual de más de diez cámaras de seguridad que dejan ver lo que habría vivido Adriana en sus últimas horas de vida. Una de las imágenes más dicientes es aquella en la que se le ve cargando un pesado paquete en bolsas de basura negras, las mismas que fueron halladas en Zipaquirá y que contenían los restos del cuerpo sin vida de la psicóloga. Para el momento de la revelación del video, no se aseguró que en la bolsas estuviera Adriana, sin embargo, fue una latente hipótesis. Lo que tenían en su interior esas bolsas negras fue guardado en la cajuela de un carro que, posteriormente, fue conducido por Torres para salir del lugar de los hechos.
“Los registros fílmicos indican lo contrario. Videos de cámaras de seguridad del conjunto residencial donde vivía Adriana Pinzón dan cuenta de que el hombre ingresó al apartamento pasado sobre el medio día de ese 7 junio. Entre las 6 p. m. y las 7:20 p. m., salió en dos oportunidades con el carro de su cuñada. Primero, con un morral negro; luego, con bolsas plásticas que cargaba con dificultad y que dejó en el baúl”, argumentó la Fiscalía General de la Nación sobre el caso.
Mientras se adelantaban las investigaciones en el caso, durante la semana pasada apareció el carro de Pinzón, sin embargo, con pocas noticias positivas para la familia. El automóvil, en su interior, tenía rastros de lo que parecía ser sangre humana, sangre que, para el día del hallazgo, se supuso provenía del cuerpo de Adriana, de quien se seguía sin tener rastro. Torres, es de destacar, era pareja de Pilar Pinzón, hermana menor de la familia.
“En estos casi 20 días ha sido el abrir los ojos y encontrarnos con un monstruo que no solo cegó la vida de mi hermana, sino que a mi familia la sumió en una gran y total tristeza”, comentó la mujer en una entrevista con la revista Semana.
Además de los rastros biológicos dentro del automóvil, el ente acusador recaudó el testimonio de un conocido del presunto victimario que aseguraba que Torres le había dejado a guardar un paquete fuera de lo normal. En el maletín había “cuchillos con manchas de sangre, documentos de la psicóloga como la licencia de conducción, entre otros elementos”.
Así mismo, en la casa de Adriana se hicieron hallazgos que daban pistas de lo que habría sido el crimen cometido en su contra. “En el apartamento de la víctima se visualizan unas manchas que, eventualmente, pueden corresponder a sangre humana. Lo que esto indica, puede ser, es que hubo un episodio en el cual se encuentra comprometida la vida de la señora Adriana Pinzón y que la persona que el día de la desaparición estuvo en su apartamento fue el señor Torres (...) se recolectó evidencia física dentro de la cual se encuentran documentos de la señora Adriana Pinzón Castellanos en el lugar señalado por el testigo, quien relaciona su versión con la desaparición y posible muerte de la profesional. Este también aporta imágenes como son: armas cortopunzantes con mucha sangre”, dijo la Fiscalía.
A las pruebas en contra de Jonathan se unió la grabación de una llamada que sostuvo él con su mamá. “Jonathan, usted por qué es tan irresponsable, está viendo la situación por la que está pasando Pilar (la hermana menor). Usted es el principal involucrado en esa mierda y se desaparece. Coja responsabilidad, usted ya está muy viejo, hermano”, le decía la mujer. Ante la Fiscalía también se presentó una mujer de 40 años que se autodenominó como la amante de Torres. A las autoridades entregó un celular en el que, dijo ella, había información relevante, entre eso, mensajes sospechosos con un amigo de él enviados para el día de la desaparición de Adriana.
“Labor investigativa de Fiscalía permitió ubicar un cuerpo que, según las primeras verificaciones, se cree que sería el de la psicóloga Adriana Pinzón Castellanos, reportada como desaparecida el pasado 7 de junio, en Zipaquirá (Cundinamarca). Los fiscales del caso y personal del CTI conocieron información sobre la ubicación de la víctima, se trasladaron a una vía en la vereda Río Frío, en Zipaquirá, y encontraron en una zanja una bolsa negra en la que estaba el cuerpo que guardaría relación con la psicóloga”, comentó la Fiscalía a través de sus portales oficiales, al hallar el cadáver de la Adriana Pinzón. Torres está a la espera del avance de sus proceso ante las autoridades y del que será su futuro judicial.
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