Después de admitir ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) los delitos que ordenó durante el tiempo que hizo parte del Secretariado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), a Félix Muñoz Lascarro, conocido como Pastor Alape, se le vio en su natal Puerto Berrio (Antioquia) junto a las víctimas del conflicto. El exguerrillero se unió a la Ruta de la Verdad, un recorrido por el país liderado por la Comisión del Esclarecimiento de la Verdad que busca preparar a las comunidades violentadas para recibir el Informe Final.
“Ni un desaparecido más”, dijo Alape mientras sostenía una atarraya tejida por víctimas del conflicto del Magdalena Medio. En un acto simbólico, reiteró que está comprometido con el reconocimiento y la reparación, sobre todo en la subregión del Magdalena Medio, pues era la zona que tenía a cargo.
En medio de la Ruta de la Verdad, Alape dialogó con INFOBAE COLOMBIA sobre su comparecencia ante la JEP y las perspectivas con el gobierno electo de Gustavo Petro.
Con respecto a su comparecencia ante la JEP, ¿cómo ha sido el proceso para enfrentarse a su verdad?
Es un proceso que nosotros lo hemos llamado la autocrítica histórica de la guerrilla en Colombia. Es mirarnos al espejo; que son las víctimas. Ese es el espejo de todos los crímenes que cometimos bajo la emoción de la revolución del cambio a partir del uso de las armas. Lo que estamos haciendo es esa autocrítica. Mirarnos en ese espejo de tanto dolor que genera la violencia y podernos manifestar a plenitud desde el corazón con un compromiso ético, político, no politiquero, político, de construcción de país, de establecer cultura de paz. Eso es a lo que le estamos apostando y por eso es tan doloroso y uno se llena de muchas emociones al ver todos los puntos negros que constituyeron en nuestro accionar.
En la audiencia mencionó que las extintas Farc terminaron haciendo lo que criticaron, ¿por qué tomaron esa vía?
Hay muchas causas de ese proceso, pero nosotros no hemos querido meternos en ese escenario del reconocimiento para poder hacer el otro análisis, diríamos que histórico, que estamos haciendo. También creemos que si nos metemos a eso puede verse justificatorio, y es lo que no queremos. Por eso también nos hemos evitado hasta dar declaraciones a los medios, para que no se crea que estamos justificando. Que no se crea que este ejercicio es un ejercicio para buscar réditos, para buscar créditos políticos.
¿Hay un arrepentimiento real por esas acciones?
Nosotros no entendemos el arrepentimiento, porque el arrepentimiento es, como decir que voy y me confieso, y el que peca y reza, dicen que empata, por eso nosotros lo vemos más como la autocrítica. Es decir, reconocer un periodo de nuestra historia y de nuestra vida, en lo personal, que cómo cometimos una serie de errores que se traducen, en lo jurídico, en delitos. Entonces de cómo asumir la responsabilidad de esos delitos para que no se vuelvan a cometer. No es como es que yo me lavo las manos; ya cometí, ya pague. No. El proceso de paz nos pone a nosotros como actores permanentes en poder construir unas rutas políticas, de la política pública, para que no se repita esta tragedia.
Muchas de esas acciones quedarán expuestas en el Informe Final de la Comisión de la Verdad, ¿cuáles son las expectativas con este documento?
Nosotros aspiramos a que este informe sea lo más objetivo posible. Que sea, también, lo más imparcial posible, que no tenga ningún sesgo. No se trata aquí, de pronto, de defender lo institucional. Si el informe sale con algunas, diríamos, tracitas de defender una institución que ha estado podrida, yo diría el informe pierde su fuerza, su potencia. Parte de lo que nos tiene que dejar claro el informe es que este país hay que cambiarlo y hay que darle mucho valor a lo institucional. Ese informe lo que nos tiene que indicar es que el Estado tiene que fortalecerse y tenemos que trabajar todos por fortalecer el Estado.
Esto es un proceso. Este informe no creamos que va a ser el único. Esta Comisión de la Verdad institucionalmente termina aquí, pero aquí queda un proceso de seguir construyendo de verdad, porque aquí hay que completar la verdad. Además, si avanzamos este otro cuarto de la historia, en poder resolver los otros conflictos que nos azotan. Hay que ampliar esa verdad, porque falta la verdad de esos otros actores, y falta la verdad de los terceros, y falta la verdad de la institucionalidad, que no está aquí.
Con respecto a la paz y el gobierno electo de Gustavo Petro, ¿cuáles son sus expectativas?
Aspiramos que sea el gobierno de la paz. Este gobierno es la primera gran cosecha del Acuerdo después de cinco años. Esperamos que esté muy comprometido con las víctimas.
¿Apoya entablar diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN)?
Por supuesto. Yo estoy por los diálogos con el ELN, diálogos con el EPL, diálogos con las disidencias, diálogos con La Oficina, diálogos con los Urabeños. Es decir, con todos los actores de este país hay que dialogar, hay que negociar para poder generar la ruta concreta de la Paz.
¿Cuál es el principal reto en temas de construcción de paz que tiene el gobierno Petro?
Fortalecer la institucionalidad. Iniciar por implementar, potencializando de manera integral, el Acuerdo de Paz de La Habana, para que los otros actores vean que sí es posible.
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