Hablar de jazz es hablar de big bands, esas grandes orquestas jazzeras que, desde los años veinte se han convertido en un elemento trascendental en este género musical en el que el virtuosismo y la improvisación son norma.
Hay quienes ubican el nacimiento de las big bands cuando muchos músicos del sur de Estados Unidos migraron a Nueva York tentados por los buenos sueldos que pagaban los clubes nocturnos neoyorkinos. Para la crítica especializada, uno de los protagonistas de la consolidación de la big band como ese ‘estándar’ en el jazz, fue Fletcher Henderson, un músico proveniente de Georgia que desarrollaría su carrera en Nueva York.
En la Gran Manzana, para principios de la década de los 20, y tras una gira junto a la cantante Ethel Waters, Henderson decide organizar una banda estable con la que presentarse en Nueva York, y con la que conseguiría un jugoso contrato en el mítico Roseland Ballroom de Manhattan. Así nacería Fletcher Henderson Orchestra, por la que pasarían nombres como Louis Amstrong, Don Redman o Coleman Hawkins.
El cerebro de la orquesta era Redman, un músico que, junto con Henderson, desarrolló por primera vez conceptos fundamentales para las big bands como la orquestación por secciones –dividió las líneas melódicas entre los metales y las maderas– y que se convertiría en la formación básica de este tipo de orquestas: 3 trompetas, 2 trombones, 4 maderas (saxofones/clarinetes) y la sección rítmica con piano, guitarra (o banjo) contrabajo (o tuba) y batería.
En poco tiempo, la Fletcher Henderson Orchestra se convertiría en la primera big band importante de la historia.
Además de Henderson, otros músicos como Luis Russell, que se hizo cargo en 1929 de la banda de King Oliver –el primero en llamar a su grupo big band–; o The Cotton Pickers del baterista William McKinney, dirigidos primero por Don Redman y, después, por Benny Carter; o el mismo Duke Ellington, cuya banda The Washingtonians ayudaron a la consolidación de estos cambios en la forma de abordar el jazz.
A un siglo –más o menos– de que aparecieran las primeras big bands en Estados Unidos, desde el Instituto Distrital de las Artes (Idartes), para 2022, tiene preparado el desarrollo del piloto Big Band Femenina de Bogotá, una orquesta de jazz y músicas populares colombianas y latinoamericanas, de gran formato, conformada por exclusivamente por mujeres residentes en Bogotá.
Esta iniciativa busca abrir más espacios para la experiencia femenina en este oficio, contribuyendo así a la consolidación de una escena musical más justa e incluyente.
Por lo que, para este año, la Big Band Bogotá –proyecto que nació en 2010 en el marco del Festival Jazz al Parque–, será liderada y dirigida por figuras femeninas de notable trayectoria en la escena del jazz y priorizará en su formación la incursión de mujeres intérpretes de jazz y músicas populares en distintos instrumentos.
Además de aumentar la participación femenina en este espacio del jazz de la capital, uno de los objetivos de esta big band es el de rescatar la memoria y la obra musical de las mujeres en distintos campos de la música, por lo cual tendrá un repertorio conformado por obras musicales compuestas y/o arregladas por mujeres.
Entre los roles de esta big band estarán el de jefe de cuerda de trompetas, trombones, saxofones y piano, además de intérpretes de estos instrumentos y de guitarra eléctrica, contrabajo, percusión y batería.
Las mujeres que deseen postularse a esta invitación deben ser personas naturales, residentes en Bogotá y seguir las indicaciones de la invitación pública, que estará abierta hasta el 10 de julio.
Para consultar las bases, así como los demás requisitos se puede acceder aquí.
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