Una alineación de estrellas y estrellados: ¿por qué Gustavo Petro es el nuevo presidente?

Allanó el camino de Petro a la Casa de Nariño y difícilmente se repetirá en los próximos años

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Gustavo Petro, presidente electo de
Gustavo Petro, presidente electo de Colombia. REUTERS/Vannessa Jiménez

La incertidumbre electoral terminó. Gustavo Petro es el nuevo presidente de Colombia. El balotaje arrojó un 50% (11.281.013) de los votos a favor de Petro frente al 47% (10.580.412) que logró Rodolfo Hernández. El presidente Iván Duque, el candidato derrotado, los líderes gremiales y propios y extraños reconocieron la victoria, la transparencia de la jornada y el inicio del proceso de transferencia pacífica del poder presidencial.

Sin embargo, ¿cuál es la clave del éxito del presidente electo Petro? ¿Qué lo llevó a convertirse en el primer presidente de izquierda elegido popularmente en Colombia? La explicación sencilla es una cadena de decisiones acertadas, un discurso moderado de centro y algunas alianzas políticamente incorrectas. La explicación compleja es una alineación de estrellas y de estrellados.

De un lado, la primera estrella es Francia Márquez. Brilló durante toda la campaña presidencial. Sus más de ochocientos mil votos en marzo le bastaron para convertirse en la candidata vicepresidencial de Petro. Y su lealtad al Pacto Histórico, la coalición de izquierda, su discurso frentero en contra de la corrupción y su compromiso con las causas de género, étnicas y sociales empujó con carácter la votación por la fórmula Petro/Márquez.

Por irónico que pueda sonar, la segunda estrella de Petro fue el manejo acertado de su imagen pública institucional. Su plan de gobierno es sólido, sus intervenciones eran en términos de políticas públicas y su respaldo discursivo se sustentó en la vigencia de la Constitución Política y en la implementación del Acuerdo de Paz de 2016.

La tercera estrella es su voltaje político. En todas las encuestas, sondeos y proyecciones publicadas en el período del balotaje Petro registró más conocimiento, favorabilidad y fidelidad electoral que su adversario, es decir, fue el candidato más consistente, predecible y confiable en la segunda vuelta presidencial.

La cuarta estrella es el descontento popular con los gobiernos nacionales en América Latina. El reflejo mediático del levantamiento social en Chile y la revuelta política en Bolivia de 2019, entre otras jornadas regionales de protesta, incidieron de manera directa en los paros nacionales de 2019 y 2020 y en el estallido social de 2021 en Colombia. La meta era clara: el cambio es viable en las calles o en elecciones. Y Petro representó ese cambio en las urnas.

Y la quinta estrella de Petro fue la transformación de la estrategia electoral durante el balotaje. Habitualmente, los candidatos manejan múltiples frentes de trabajo en esa etapa. Pero la campaña del Petro convirtió el día de las elecciones en una sola jornada continua de tres semanas privilegiando el contacto personal con poblacionales muy bien seleccionados para el cubrimiento mediático: pescadores, artesanos, obreros y ciudadanos en las calles. Su discurso político se fraccionó entre jóvenes y, de manera especial, entre adultos y adultos mayores, y viajó a las regiones donde la intención de voto era mayoritaria por Hernández.

Y de otro lado están los estrellados, la otra cara de la alineación. El presidente Iván Duque encabeza el listado. Sus descalificaciones en contra de las ideas de Petro -sin mencionarlo- crearon indignación por su evidente intervención en la campaña. Cada llamado de atención por el futuro libre y seguro de los colombianos mutó en votos a favor del Pacto Histórico.

Otro estrellado es el fiscal general Francisco Barbosa. Las actuaciones de los últimos días impulsando capturas en contra de jóvenes integrantes de las primeras líneas fue un mensaje de miedo que terminó por envalentonar a otros jóvenes a votar por el candidato Petro.

Ahora el estrellado es el general Eduardo Zapateiro, comandante del Ejército, quien no solo desacreditó y atacó a Petro como candidato presidencial, sino que deliberó -por cláusula constitucional no lo puede hacer- y lanzó una advertencia de no obediencia que puso en tela de juicio la subordinación de los militares a las autoridades civiles.

La estrellada que sigue es la procuradora general Margarita Cabello. Su intervención en política al suspender -sin fundamentos legales- al alcalde de Medellín Daniel Quintero, al mismo tiempo en que denegó la del general Zapateiro, quien intimidó al candidato Petro, mostró el doble rasero del Ministerio Público en contra del Pacto Histórico.

Y el último estrellado es la élite política, es decir, los partidos políticos tradicionales: Liberal, Conservador, de la U, Cambio Radical y Centro Democrático. En las elecciones de la primera vuelta presidencial el candidato de esa élite quedó relegado al tercer lugar. Y en el balotaje no se adaptaron al escenario electoral y sus más relevantes caciques electorales apostaron por el candidato Hernández.

En conclusión, los colombianos decidieron con su voto en las elecciones de marzo, mayo y junio un cambio disruptivo. Exigieron un nuevo repertorio para la gestión de las políticas públicas y rostros alternativos en las corporaciones públicas. Y esa alineación de estrellas y estrellados crea la representatividad ciudadana del Pacto Histórico, la coalición electoral que llevó a Gustavo Petro y a Francia Márquez a la Casa de Nariño.

*Jairo Libreros es abogado, especialista en política internacional y profesor titular de seguridad y defensa nacional de la Universidad Externado de Colombia

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