Cuando Gustavo Petro se vinculó al M-19 en 1978, en Latinoamérica, corrían tiempos de cambio. El triunfo de la revolución cubana en 1959, la victoria de Salvador Allende en Chile en 1970 y el surgimiento del grupo guerrillero, ese mismo año, por la polémica victoria presidencial del conservador Misael Pastrana Borrero sobre el candidato de la Anapo, Gustavo Rojas Pinilla, daría origen al grupo insurgente Movimiento 19 de abril, hechos que hicieron que los movimientos sociales del continente se animaran a pensar en que podían llegar al poder.
Petro tenía 10 años cuando se creó el M-19. Según los manifiestos del grupo insurgente, buscaban lograr una “democracia verdaderamente participativa en Colombia”, sin referente marxista, al contrario de las Farc, el Eln y el Epl.
El M-19, a través de su agencia de comunicación ‘Oiga Hermano’, difundían sus boletines y comunicados, a la vez que tenían cercanía con la revista Alternativa, una publicación de periodismo investigativo. Así fue que Gustavo Petro tuvo sus primeras aproximaciones a esta guerrilla.
Pero cuando realmente quedó impactado por los ideales del movimiento, fue cuando Pío Quinto Jaimes, militante del M-19, le entregó los documentos que resumían la Quinta Conferencia. En esta deliberación estaban plasmadas las conductas políticas, y las líneas teóricas y de acción del movimiento.
“El documento me encantó: el M-19 articulaba los planteamientos socialistas de la izquierda tradicional de la época, pero iba mucho más allá para proponer algo que sigue pareciendo obvio pero que no lo es tanto: una democracia real para Colombia”, afirmó Petro en su libro, ‘Una vida, muchas vidas’.
Junto a su amigo, Germán Ávila, decidieron ingresar al M-19 en 1978. Fue Pío Quinto quien les enseñó las primeras tácticas insurgentes. “Se aseguró de enseñarnos algunas técnicas de chequeo y contrachequeo, provenientes de los mismos Tupamaros de Uruguay, como darle una vuelta a la manzana cuando fuéramos a ir a verlo para asegurarnos de que no nos siguieran y si lo hacían, encontrarnos de frente con el perseguidor. Solo una vez sospeché haberme topado con un agente encubierto del F2″.
Pero como en todo grupo insurgente, sus miembros no podían identificarse con su nombre de pila. Ante esta realidad, Petro, escogió el nombre de Aureliano como su nombre dentro del M-19 en honor al libro ‘Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez.
Una de las primeras participaciones que tuvo el hoy candidato a la Presidencia de la República dentro de la guerrilla urbana fue en la famosa operación Ballena Azul. El 30 de diciembre de 1979 hombres del M-19 ingresaron al Cantón Norte de Bogotá, una de las construcciones militares más importantes que tiene el país debido a su ubicación estratégica y que concentra importantes unidades militares, y sustrajeron 5.000 armas del Ejército Nacional.
Ese fue uno de los golpes más duros que el M-19 le dio al Estado colombiano. A través de un túnel, construido desde una casa aledaña, los guerrilleros se metieron en las entrañas del espacio militar más importante del país. Las armas se guardaron en una caleta en Zipaquirá que “nosotros ayudamos a construir sin saber con qué fin la estábamos haciendo”, afirma Petro en su libro.
Luego del golpe, el ejército logró capturar a cerca de 300 miembros reales del M-19, la mayor parte de su dirección nacional, como Álvaro Fayad, Antonio Navarro, Gerardo Ardila o Carlos Pizarro. Todos fueron detenidos en la cárcel La Picota de Bogotá. Desde allá decidieron organizarse, de un momento a otro, la prisión se convirtió en la oficina pública del M-19.
El comandante del Ejército Nacional para esa época era el general Luis Carlos Camacho Leyva y una de las instrucciones que recibió del presidente Julio Cesar Turbay fue la de: “acabar con el M-19″.
En su libro, el político de izquierda colombiano, recordó cómo desde el movimiento les enseñaban a soportar la tortura. “Nuestro entrenamiento militar era más en técnicas de clandestinidad, de aprender a resistir la tortura en caso de que nos capturaran. Ese momento influyó mucho en mi personalidad. Debíamos ser fuertes, centrados, silenciosos, debíamos aprender a guardar la tranquilidad. Eso me ha servido en la vida para, en los debates parlamentarios más duros, mantenerme tranquilo y centrado”.
En 1985 fue la primera vez que Gustavo Petro estuvo preso. El Ejército Nacional logró ubicarlo, luego de que un niño les revelara su ubicación en el barrio Bolívar de Zipaquirá. Fue capturado por porte ilegal de armas. Según el abogado Rafael Barrios, consultado por El Espectador, Petro cumplió una pena de 16 meses en la cárcel Modelo de Bogotá y en febrero de 1987 recuperó su libertad.
En febrero de 1987, cuando salió de prisión, prefirió la clandestinidad en Santander. Allá conoció a Mary Luz Herrán, su primera esposa, con quien tuvo a sus hijos Andrés y Andrea. Carlos Pizarro Leongómez había asumido la comandancia del M-19 en aquel entonces. Con él tuvo muchas discrepancias, ya que el nuevo comandante no creía en la paz y estaba en contra de entrar en diálogo con el Gobierno de Colombia.
Mucho tiempo después, cuando era senador, Petro contó una anécdota del día de su captura. “Entrando a una universidad, un celador fornido me pidió un minuto para hablar conmigo. ‘Yo fui el soldado que lo capturó en Bolívar, en Zipaquira’: me dijo. Le quiero contar lo siguiente: la orden que yo tenía era tirarle una granada, y yo lo cogí del pelo para salvarlo. Ese día me echaron del Ejército”, dijo el aspirante a llegar a la Casa de Nariño.
Un año antes de esta captura, en 1984, Petro tenía 21 años y se convirtió en concejal de Zipaquirá, pero el M-19 no estaba muy entusiasmado con la incursión de sus miembros en la política ni con las maneras pacíficas que impulsaba, de modo que lo expulsaron, aunque fue reincorporado tiempo después. “Yo era militante clandestino del M-19, pero desarrollaba una actividad legal en la ciudad de Zipaquirá, incluso como concejal”, le dijo a la periodista Guylaine Roujol en su canal de YouTube, Bándalos, en 2021.
Una de las acciones más recordadas que realizó el M-19 fue la toma del Palacio de Justicia el 6 de noviembre de 1985. Ese día, el M-19 irrumpió en la edificación tomando como rehenes a funcionarios estatales y miembros de la Corte Suprema de Colombia. La toma generó una respuesta por parte de la fuerza pública con un contraataque que duró dos días. Casi 100 personas murieron y el edificio quedó reducido a cenizas.
Para ese momento, Petro se encontraba detenido en el centro penitenciario de Bogotá. En muchas oportunidades, los rivales políticos han acusado al líder de la izquierda colombiana sobre su responsabilidad en ese ataque. En su libro, describe porque esos señalamientos. “Como yo era un integrante de la dirección del movimiento, mi nombre apareció en un comunicado reivindicativo que el M-19 publicó como resultado de la toma”.
Además de esto, el medio de verificación de noticias, Colombiachek ha desmentido en varias oportunidades la participación de Petro en la toma del Palacio de Justicia. “Como lo hemos explicado en varios artículos, Gustavo Petro “fue miembro del M-19, pero ha dicho varias veces que estaba en la cárcel cuando esa guerrilla se tomó el Palacio de Justicia [el 6 y 7 de noviembre de 1985] y que no tenía conocimiento del plan. Varios reportajes en medios de comunicación le han dado la razón”.
Los años que pasó en el M-19, Petro los combinó con sus estudios de economía en la Universidad Externado de Colombia. Realizó su carrera universitaria en este centro educativo porque su padre era egresado de allá y los docentes eran los mismos que dictaban clase en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia.
“La idea de unirme al M-19 me daba susto. No era un asunto cualquiera. Era entrar a una cuestión armada: Sabía que los mensajes de ese movimiento entraban como un cañón en las almas de los colombianos”, se lee en el libro de Petro.
Para la época en la que Petro entró al movimiento insurgente, la revista Cromos realizó una encuesta y el 80 % de la población colombiana simpatizaba con el M-19. El candidato del Pacto Histórico recuerda sus primeros pasos por la guerrilla así:
“Hasta ese momento, mi vida había sido tranquila. Nunca había corrido un riesgo y solo había disparado un arma una vez, en la casa de mi abuela, por accidente. Sabía hablar de la revolución y de la importancia de organizarnos con los obreros, entre rondas de cervezas, pero no más”.
Una de las principales tareas de Petro dentro de la estructura del M-19 era consolidar las ideas sociales de la guerrilla en el municipio de Zipaquirá. “En una reunión de las intermedias, le pusimos un nombre a la columna. Se llamó José María Melo en honor al único presidente indígena que tuvo Colombia, en 1854″.
Cinco años después de la toma del Palacio de Justicia, en 1990, el 9 de marzo de 1990, el Movimiento 19 de Abril dejó las armas para ingresar a la vida civil. “Fueron años muy duros, hasta que Jaime Bateman, apoyado sobre la culata de un fusil, le mandó un mensaje a Belisario Betancur, quien ganó las elecciones de 1982, para que hiciera un proceso de paz”, recuerda Petro en su libro.
El 9 de marzo de 1990 en Caloto, Cauca, se firmó el primer acuerdo de paz entre una guerrilla y el Estado colombiano. El M-19 había declarado que la guerra no era la solución y resolvió deponer las armas en una negociación con el gobierno de Belisario Betancur.
Ante la desmovilización de la guerrilla, Petro empezó analizar que rumbo tomaría en su vida. Con poca experiencia en la política, empezó a analizar como podía abrirse un espacio electoral para el M-19 en Cundinamarca. “En ese departamento no teníamos fuerza política alguna, ni siquiera una figura popular. Yo, acaso, era el más conocido, porque había sido concejal en Zipaquirá, pero en el resto del departamento no me conocían. El reto, gigantesco, me sedujo de entrada”.
Y fue así que empezó su carrera política que lo tiene cerca de convertirse en el próximo presidente de Colombia. Recientemente, el líder de Colombia Humana, estuvo en Anserma (Caldas), ahí, el candidato tuvo un recorrido en la camioneta de uno de los pobladores, en donde sostuvo una conversación con el conductor y habló del M-19.
“Doc., yo hablo con mucha gente y yo les digo: muchachos, donde el M-19 existiera como movimiento cuando nació, todos los que estamos aquí seríamos del M-19″, manifestó el conductor del vehículo.
Ante dicha afirmación, el aspirante a la presidencia indicó: “Sí, claro. Yo no sé si revivirlo porque eso es como los Beattles: queda el espíritu ahí, pero también reiniciarlo se vuelve problemático porque ya no es lo mismo, es otra historia, otra vida”.
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