Luego de la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la extinta guerrilla de las Farc, los índices de deforestación crecieron en el país, contrario a lo esperado por parte de la misma institucionalidad y organizaciones sociales, esta práctica aumentó para 2017 y el impacto se sintió en municipios como Uribe, Meta, donde tuvo una de las tasas de deforestación más altas: de 1.805 en 2015, pasó a 3.746 hectáreas de bosque perdido.
De acuerdo con colectivos ambientalistas y organizaciones sociales, no solo los cultivos de coca son principales culpables de la deforestación en Colombia; también lo es la ganadería extensiva. De hecho, académicos como Paulo Murillo, han dedicado gran parte de sus estudios a las causas de la tala indiscriminada de árboles y el consumo de la flora y fauna en zonas como la Amazonia.
El resultado de dichos estudios fue la alarma sobre la actividad ganadera tiene una gran responsabilidad en la destrucción de especies de árboles en esta parte del país. Su método reunió imágenes satelitales que permitieron rastrear las áreas utilizadas para el cultivo de hoja de coca, con otras que han detallado el crecimiento de la actividad ganadera desde 1985 hasta 2019.
Adicionalmente, realizó un trabajo etnográfico durante ese último año, hablando con excombatientes y agricultores de Meta y Guaviare. Sumado a eso, en diálogo con El Espectador explicó que la firma -e implementación- del Acuerdo de Paz, en lugar de llevar protección a las zonas con amplia diversidad forestal, se expandieron las actividades ilegales, pues con la salida de miembros de las Farc de aquellos territorios, otras estructuras armadas entraron para su disputa y control.
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La tesis, presentada en durante la novena edición de la Semana Geomática Internacional, encabezada por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Allí, Murillo adviritó que la actividad ganadera extensiva es mucho mayor que la siembra de hoja de coca; y en ese sentido, explicó al medio citado que “Son 60 veces más el área deforestada hacia ganadería extensiva que hacia coca”.
Además, explicó que el crecimiento de cultivos ilícitos no se puede parar con glifosato, sino que ello requiere un trabajo de sustitución basado en el diálogo con las comunidades con el fin también de frenar la ganadería y su extensión que, poco a poco, acaba con regiones como la Amazonía.
A dicha conclusión han llegado informes como el publicado por el Centro de Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina, que registran un amplio crecimiento de cabezas de ganado en esta zona del sur de Colombia. En 2016 se registraron 1′078.084 bovinos; en 2017, un total de 1′244.526; en 2018 la cifra aumentó a 1′627.285 y en 2019 este número se elevó 2′021.829.
A su vez, en municipios como San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá, La Macarena -Meta-; San José del Guaviare, El Retorno, Calamar, Miraflores y Solano, localizados en la parte alta de la región amazónica, registran cifras alarmantes de deforestación para el adecuamiento de terrenos y así robustecer la actividad ganadera.
De acuerdo con la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible -FCDS-, de 2016 a 2019 fueron deforestadas alrededor de 300.415 hectáreas en los municipios mencionados, comparando estos números con el tamaño de 430 canchas de fútbol profesional. Complementando esos datos, el Ideam precisó que en 2019, el 66 % del total de la deforestación se registró en el Amazonas.
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