Rodolfo Hernández, ¿el espejo de Donald Trump en Colombia?

Más allá de su fisionomía, ambos son millonarios, proyectan una figura antiestablecimiento y plantean trasladar la lógica económica de las empresas privadas al Estado. Análisis de expertos

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El discurso del antiestablecimiento “ese, yo sí soy independiente, ese hastío por la política, ese voto de los indignados es lo que compone una tercera dimensión que los hace muy parecidos”.
El discurso del antiestablecimiento “ese, yo sí soy independiente, ese hastío por la política, ese voto de los indignados es lo que compone una tercera dimensión que los hace muy parecidos”.

El candidato presidencial y exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández, de 77 años, ha sido comparado en múltiples ocasiones con el expresidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump. Son varias las coincidencias entre los dos políticos y claro, tienen su distancia en otros asuntos.

Más allá de su fisionomía, que es algo cercana, el análisis del discurso de estos dos hombres es lo que lleva a concluir y a establecer las similitudes.

Las tres dimensiones

El profesor e investigador de Ciencia Política de la Universidad de El Rosario, Mauricio Jaramillo, en entrevista con Infobae Colombia, plantea tres dimensiones clave en las que se asemejan Rodolfo Hernández y Donald Trump.

La primera es “la historia que narra, que pretende “vender” Hernández, con la idea de un empresario exitoso, hecho a pulso”, como en alguna ocasión también lo dijo Trump, “como tiene tanto dinero no va a llegar a robar”, además de la promesa de donar su sueldo. Es decir, la idea de empresario millonario que no necesita del “robar” al Estado, sino que, por el contrario, le dona.

En segundo lugar, Hernández, al igual que Trump, plantea trasladar la lógica y la racionalidad económica de las empresas privadas al Estado porque “el político no sabe administrar”, lo cual es también típico del discurso de Donald Trump. “Los políticos no saben administrar, los políticos son unos derrochadores y yo si sé administrar, yo si sé de negocios, como dice Hernández”, explicó Jaramillo. En la idea del Estado como una empresa y los servidores públicos como empleados, el presidente se presenta como un administrador antes que como un político.

La tercera dimensión, y quizá la que más destaca, es la figura antiestablecimiento:

“Todos los partidos son iguales, decía Trump: Demócratas y Republicanos son lo mismo. A Trump le tocó tener la candidatura del Partido Republicano porque si no no hubiera podido llegar a las elecciones, pero en realidad, él veía a todo el establecimiento como un conjunto, y es lo que dice Rodolfo Hernández, que todos los partidos son iguales, los políticos son los mismos, son unos ladrones, son unos drogadictos y todo lo que ha dicho de los políticos”, expuso.

Lo que los une es el discurso del antiestablecimiento, “ese, yo sí soy independiente, ese hastío por la política, ese voto de los indignados es lo que compone una tercera dimensión que los hace muy parecidos”, enfatizó Jaramillo.

Puntos de encuentro entre Rodolfo Hernández y Donald Trump.
Puntos de encuentro entre Rodolfo Hernández y Donald Trump.

Estrategia política, puntos de encuentro y complementos entre Hernández y Trump

El estratega político Jaime Murillo, de INNOPOLÍTICA, tiene puntos de encuentro con el análisis del académico Mauricio Jaramillo, además de dar luces sobre otros puntos que complementan el imaginario de que Rodolfo Hernández es el Donald Trump “criollo-colombiano”.

Si bien hay muchos puntos en los que coinciden, Murillo, en conversación con Infobae Colombia, se enfocó en tres principales. El primero concuerda con una de los atributos indicados por Jaramillo y es el hecho de que los dos son outsider políticos, exitosos en los negocios que vienen de una larga vida empresarial. Coincidencialmente y complementando un primer análisis, ambos se dedican a la construcción y el negocio inmobiliario.

Existe otro punto de encuentro entre estos dos políticos:

“Los dos se enmarcan en su estilo desparpajado y sin filtros de hablar sobre las cuestiones de las cosas públicas, de la República, de la cosa de todos”.

En ese orden de ideas, explicó el estratega, “lejos de haber sido un problema como lo pudo haber sido en el siglo XX, ha pasado a ser una gran virtud en el siglo XXI, donde el elector cada vez busca más líderes políticos que se parecen más a lo que ellos sienten, dicen y opinan de lo que históricamente ha sido el sistema político”.

En Estados Unidos, según Murillo, a la gente le encantó que Donald Trump nunca se hubiera enmarcado en el bipartidismo tradicional y que siempre opinará sobre las cuestiones que habían afectado el desarrollo de Estados Unidos y el estancamiento económico, como lo veía un porcentaje de la población Norteamericana:

“Entiéndase nativos americanos como hombres blancos, de habla inglesa, de padres, abuelos, bisabuelos nacidos en Estados Unidos, que percibían, sintieron o simplemente pensaban que su situación económica, que su desarrollo económico y que su posibilidad de crecimiento económico se vio afectado y se había visto afectado en el pasado reciente por actuaciones, comportamientos y realizaciones efectuadas por gobiernos que preferían beneficiar económicamente a las minorías étnicas e incluso a los migrantes de Asia y Latinoamérica”, es decir, esta población se identificó con el discurso, que se podría decir, nacionalista de Donald Trump.

Las redes sociales para la difusión del mensaje político

El tercer punto de coincidencia entre Trump y Hernández, el más importante a juicio de Murillo, es la preponderancia que estos dos outsiders políticos le dieron a la utilización de canales alternativos para la difusión de un mensaje político, pero sobre todo para la instauración de una narrativa que iba acorde a ese medio por el que se transmitía el mensaje, es decir las redes sociales.

“Los dos candidatos le dieron más importancia al uso de sus redes sociales personales como instrumentos efectivos para la difusión de un mensaje político, dejando de un lado las tácticas y costumbres de posicionamiento de mensajes y llevadas a cabo en el siglo XX como: la tarima, la radio, la televisión y también el pago de pauta periodística”.

Y agregó: “Mientras vimos a un Petro, incluso desafiando la normatividad electoral antes de tiempo, comenzó a llenar plazas públicas, lanzando su tradicional mensaje de tarima-aglomerando a miles de personas, por el contrario, Rodolfo Hernández seguía mandando mensajes en redes sociales y posteriormente encontrado en el TikTok, así como Trump lo hizo en su momento con el Twitter, una herramienta de oro que le sirvió para permear un nicho electoral al que originalmente no hubiera tenido acceso si hubiera usado los canales tradicionales de comunicación política”.

En el caso colombiano, ese nicho electoral es el de los jóvenes que no estaban de acuerdo con Gustavo Petro ni con la campaña de Federico Gutiérrez. Rodolfo Hernández se “vendió” como el empresario que pretendía combatir el mal, que toda esa gran población, y que ese nicho desatendido pensó como el principal problema del país: la corrupción.

“Dejando de un lado el discurso sobre el sistema o el modelo económico, y por el otro lado dejando de lado el discurso de la garantía de la seguridad. Esa es la clave que le ayudó a Rodolfo Hernández a posicionarse y sobre todo lo que nos permite compararlo con Donald Trump”, expresó Jaime Murillo.

Los dos, en su momento, y cada uno en su ubicación geográfica, como lo planteó el estratega político Jaime Murillo, entendieron a ese votante apático, a ese votante que nunca participaba, a ese votante que no le interesaba ninguna de las opciones de extremo y que podían encontrar en él una opción alternativa que identificaba, sentía y pregonaba lo que ellos querían escuchar:

Alejarse de las lógicas ideológicas y centrarse en un mal que nos afecta en la vida cotidiana como es la corrupción. En el caso estadounidense, Donald Trump es la seguridad económica y en el crecimiento económico de aquellos americanos nativos que se sintieron abandonados por gobiernos que habían centrado su mensaje en la migración, que habían centrado su mensaje en la influencia de Estados Unidos en mercados extranjeros y que habían centrado su mensaje en la reivindicación de derechos sociales y económicos de las minorías étnicas”.

Dos empresarios, un discurso antiestablecimiento, lenguaje popular a partir de la interpretación de los malestares sociales, uso de redes sociales personales y mostrarse como un ciudadano que hace política, son algunos de los puntos de encuentro entre estos dos “magnates” de la política colombiana y estadounidense.

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