En medio de los operativos para sustituir los vehículos de tracción animal en Barranquilla, un caballo fue rescatado con heridas en el lomo mientras era utilizado para empujar una carretilla de reciclaje en la capital del Atlántico. Lo curioso es que el equino no estaba siendo utilizado por su propietario.
Según lo que la autoridad ambiental, el animal estaba a manos de dos menores de edad, quienes lo habían alquilado para hacer su ruta de separación de residuos. Los prestatarios lo golpeaban con palos para que siguiera jalando la carreta que llevaba a cuestas, puesto que había empezado a oponer resistencia por fatiga. Además, era evidente que tenía heridas en su lomo y signos de desnutrición. Incluso, llegó a desplomarse.
La situación fue reportada por los vecinos de las zonas de la Arenosa, por donde pasaba el equino con los dos recicladores. Cuando finalmente la patrulla ambiental de la Policía de Barranquilla hizo presencia, el caballo fue decomisado para estabilizar su salud e investigar sobre el caso.
El director del Centro de Oportunidades del Distrito de Barranquilla, Óscar Peñuela, le dijo a la emisora RCN Radio que alquilar animales para que otro usuario ejerza maltrato sobre ellos también es punible.
El alquilar un animal está considerado en este momento como un delito de maltrato animal, y es un delito que es penalizado con orden de captura y judicialización, como cualquier otro delito tipificado en el maltrato animal. Una persona que se encuentre sorprendida alquilando el animal tiene una infracción punitiva en la ley y es causal de detención”, dijo el funcionario.
Fin de las zorras
En Barranquilla están adelantando un proceso de sustitución de vehículos de tracción animal similar al que se adelantó en Bogotá entre 2012 y 2014, fecha desde la cual se prohibió del todo el uso de caballos zorreros en la capital del país.
En esos dos años de transición, 2.890 personas que tenían caballos en su poder y les daban este uso podían entregarlos para recibir a cambio un vehículo de motor. Con ese vehículo podían continuar con la misma actividad productiva, que el alcalde de ese entonces —Gustavo Petro, hoy candidato a la presidencia por el movimiento de izquierda Pacto Histórico— consideraba esencial para la preservación del ambiente.
En Barranquilla propusieron un sistema distinto que, desde su puesta en marcha en noviembre de 2021 y, hasta el momento, ha logrado que 485 personas entreguen los caballos usados para el reciclaje. En lugar de promover un cambio de condiciones para que el reciclador continúe separando residuos, se les invita a cambiar de actividad.
A cambio de sus equinos, los antiguos zorreros reciben capacitaciones de emprendimiento por parte de la Secretaría de Desarrollo Económico de Barranquilla y reciben capital semilla para que inicien negocios sostenibles, como tiendas y servicios de alquiler.
Algunos beneficiarios del proyecto se muestran agradecidos con el cambio de ocupación, porque la naturaleza del trabajo de reciclador trae consigo muchas dificultades: estigmatización, informalidad —imposibilidad para acceder a servicios sociales y financieros—, consumo, entre otros problemas que nadie quiere asumir.
“La lluvia antes significaba tener un mal día, me tocaba seguir andando en mi caballo y perdía todo el reciclaje. Ahora somos los dos los que trabajamos. Las jornadas son mejores, ahora puedo hasta dormir” dice Edulfo Romero, beneficiario que abrió una tienda de abarrotes.
No obstante, dados los constantes problemas logísticos y culturales que la capital del Atlántico enfrenta con la disposición de residuos —que se hacen aún más visibles en época invernal, cuando los arroyos crecen y el alcantarillado no da abasto—, esta solución podría no ser suficiente.
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