Cumbre de las Américas: ¿estarán a la altura?

No deja de ser lamentable que la cumbre sea noticia solamente por la discusión sobre quién asiste y quién se abstiene de ir, como si fueran un montón de adolescentes imberbes preparándose para un “prom”

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La Cumbre de las Américas se desarrollará entre el lunes 6 y el viernes 10 de junio.
La Cumbre de las Américas se desarrollará entre el lunes 6 y el viernes 10 de junio.

La convocatoria a la Cumbre de las Américas —que se inicia mañana lunes en Los Ángeles—ha resultado como para alquilar balcón. El gobierno de Biden planteó no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua. En reacción, los gobiernos de México, Bolivia, Brasil, Argentina y otros estados amenazaron con no asistir, en caso de que Washington insistiera en sus vetos.

Ya se sabe que México y Bolivia prefirieron ausentarse antes que aceptar las condiciones de la Casa Blanca. Por su parte, a Bolsonaro le duró su pataleta hasta que le ofrecieron una reunión privada con Biden. A Fernández, para tentarlo, le mandaron a la Casa Rosada una invitación para que, en julio, visite oficialmente la Casa Blanca. El Departamento de Estado cruza los dedos para que este gesto asegure la asistencia del presidente argentino. A pocas horas de la cumbre, increíblemente, todavía no hay lista definitiva de asistentes y todavía circulan invitaciones sin respuesta.

En medio de las desafiantes circunstancias globales y regionales, que exigen al hemisferio con urgencia nuevos caminos de acción colectiva, no deja de ser lamentable que la cumbre sea noticia solamente por la discusión sobre quién asiste y quién se abstiene de ir, como si fueran un montón de adolescentes imberbes preparándose para un “prom”. Hoy más que nunca es preciso que las Américas logren acuerdos fundamentales y eficaces sobre cómo enfrentar los problemas inaplazables que tienen tropezando al hemisferio. Esto no será posible si de arrancada nos dedicamos a tramitar vetos y exclusiones.

Buscando superar esos desencuentros políticos con Estados Unidos y tratando de aprovechar al máximo la oportunidad, un grupo de académicos de la Universidad de Los Andes (Colombia), el Colegio de México (México) y la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina) presentarán un diagnóstico del estado de las relaciones hemisféricas y una propuesta sobre cómo abordarlas para evitar que ésta sea una cumbre más, con muchas fotos y pocos resultados (consulte el informe completo aquí).

De este trabajo que será presentado la próxima semana en Los Ángeles, llaman la atención varias cosas. La primera es que el hemisferio ha cambiado sustancialmente desde que se iniciaron estas cumbres en los 90. En esa época, los dos elementos claves del consenso liberal internacional pasaban por su mejor momento: el libre mercado y la democracia, después del final de la Guerra Fría, parecían ser más sólidos que nunca. Además, “la globalización se percibía como sinónimo de prosperidad” y sentíamos que habíamos logrado construir la ansiada aldea global.

Hoy las cosas son bien distintas. En la región, el libre mercado dejó secuelas en materia de pobreza y desigualdad que ni los propios gobiernos de izquierda han logrado remover. Las encuestas muestran que el desencanto con las instituciones de la democracia, tanto en el hemisferio como en el resto del mundo, es profundo y casi estructural. Sin embargo, la globalización es hoy asociada con “la inseguridad por el desempleo, la desindustrialización, el endeudamiento familiar y el gradual desmantelamiento del estado de bienestar”. Y no se trata solo de un problema de percepciones, como lo señala el siguiente gráfico que incluye el informe:

En medio de este escenario, Estados Unidos ha permanecido cada vez más “desatento, distante y ausente respecto de América Latina y el Caribe” y la región se ha alejado rápidamente de las formas de acción conjunta gracias a “las diferencias político-ideológicas entre los gobiernos de la región (que) limitan los acuerdos y la articulación de una agenda o voz común”. Mientras tanto, la llegada de potencias extrarregionales ha sido contundente, como lo demuestra el siguiente gráfico que compara el comercio de América Latina con Estados Unidos y con China:

El contexto de incertidumbre mundial, fragmentación regional y polarización política no tiene antecedentes en la historia del sistema interamericano. Esto hace que la reunión en Los Ángeles pueda constituirse en un espacio donde se inicie una discusión para resolver el problema más grave que enfrentan las Américas: la desigualdad y la pobreza. Pero la solución no reside única y exclusivamente en la acción de los estados. La sociedad civil no se puede quedar por fuera de ese esfuerzo.

Tal como lo sugiere el informe, “hasta ahora no existe un modelo interamericano de cooperación para la equidad, la inclusión y la atención humanitaria robusto, concertado, imparcial y alineado con la agenda 2030″. La Cumbre de las Américas tiene el potencial de ser el lugar en donde este modelo se empiece a gestar, con la ayuda de todos.

Los gobiernos siguen enfrascados en sus luchas ideológicas mientras sus sociedades siguen aguantando y esperando una solución al deterioro de su situación económica y social. Esa salida, a diferencia de lo que piensan las mentes parroquiales, no pasa solo por un proceso electoral o por la vara mágica de un líder todopoderoso: en el mundo de hoy la solución debe ser acordada y diseñada entre todos los actores de nuestra comunidad regional. Nos falta modestia o nos sobra arrogancia para reconocer que solos, cada uno por su lado, no lograremos nada.

El diagnóstico y la urgencia de los remedios son claros: “el sistema interamericano se ha vuelto disfuncional, se ha politizado y necesita reparación urgente. Esto lleva a la necesidad de un nuevo diálogo interamericano, casi refundacional, incluyente, equilibrado, continuo y multisectorial a fin de repensar, actualizar y reformar la arquitectura institucional regional ahí donde se necesita y reforzarla ahí donde sí funciona”. Este nuevo diálogo no se le puede delegar solo a los políticos y a los gobiernos, tan enfrascados hoy en el populismo y en lograr likes en las redes. Se necesita que se abran espacios para que la sociedad civil asuma rápidamente el protagonismo que se requiere para que el hemisferio se movilice y empiece a resolver los verdaderos problemas de la gente.

*Sandra Borda es Politóloga de la Universidad de los Andes, Magister en Relaciones Internacionales de la Universidad de Chicago y Magister en Ciencia Política de la Universidad de Wisconsin. Es, además, doctora (PhD) en Ciencia Política de la Universidad de Minnesota, y cuenta con un Postdoctorado en Política Exterior en la Universidad de Groningen. Ha trabajado en medios de comunicación como el Canal NTN24, Diario El Mercurio, BBC Londres, Agencia Internacional de Noticias AP, Revista Semana, Periódico El Espectador y Russia Today. Fue miembro de la Misión de Política Exterior.

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