Las confesiones del capo del cartel de Cali Gilberto Rodríguez Orejuela: “Le temíamos a Pablo Escobar”

El poder se convirtió en la piedra en el zapato para un empresario que se dejó seducir por la ilusión del dinero fácil, recopilamos algunas partes de la vida del capo narradas con sus propias palabras

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GILBERTO RODRIGUEZ OREJUELA RODRIGUEZ OREJUELA_GILBERTO-TRASLADO--FOTOOSCARPEREZ-COLPRENSA3.JPG
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Santiago de Cali fue reconocida por ser la famosa ‘Sucursal del Cielo’, su gente y cultura la exaltaban como una ciudad imponente y de enorme desarrollo, sin embargo, en medio de dicho paraíso, algunos querubines emprendían nuevas historias que rozaban con el delito; entre estos estaba Gilberto Rodríguez Orejuela, quien se apoderó del control de la coca en el Valle del Cauca y gran parte de Colombia.

Gilberto Rodríguez arribó a Cali e inició a construir su imperio paulatinamente, el Valle era reconocido por el desarrollo de los vastos ingenios de azúcar que cubrían gran parte de los cañaduzales, sin embargo, este rubro no fue de interés para el capo tolimense. Desde un inició su ideal lo vinculaba directamente con la farmacéutica, razón que lo motivó a encaminar su rumbo hacia este tipo de dinámicas.

A mediados de los años 70 el ambiente de la ilegalidad se apoderó de la región, desde la costa caribe resaltaba el eco de los marimberos; aquellos sujetos que empezaron con el negocio de marihuana hacia Maicao. Sin embargo, había un producto que no fue determinado por muchos pero traería grandes ganancias para sus labradores, la hoja de coca empezó a ser tenida en cuenta y Gilberto fue tentado por la misma.

El génesis

“Entre el año 1975 hasta el año 1984 comencé a traficar con cocaína desde el Puerto de Buenaventura”, relata Gilberto Rodríguez en un apartado del libro “Las confesiones secretas de Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela”, que escribió junto a su hermano. Sin embargo, el capo siempre argumento que su llegada al narcotráfico fue circunstancial, pues nunca evaluó la posibilidad de adentrarse en la ilegalidad.

Previo a su extradición a los Estados Unidos, “El Ajedrecista” como también era conocido, realizó varias confesiones ante el periodista Julio Sánchez Cristo, destacando que fue un amigo quien le endulzó el oído sobre la posibilidad de adquirir dinero de una manera más fácil, afirmó en su momento que el haber cedido a dichas propuestas iba de la mano con su inmadurez y afán de crecimiento.

Para muchos testigos de su ascenso fue curioso, pues era un hombre que ya contaba con gran parte de un emporio empresarial que generaba empleo para miles de vallecaucanos. Una de las más reconocidas era Drogas La Rebaja, que no solamente se expandió en el departamento sino, en todo el país, también dio pie a una conglomerado de laboratorios que estaba encabezado por Blaimar de Colombia S.A. y Kressfor.

Sin embargo, no todo quedó ahí pues una de las compras más importantes se dio tras la adquisición del equipo de fútbol América de Cali, club que ha sido constantemente cuestionado por armar una nómina de lujo gracias al narcotráfico, título que tuvo que limpiar con el paso de los años, gracias al desarrollo de talentos.

Rodríguez Orejuela también recordó su paso por los medios de comunicación, luego de ser parte del Grupo Radial Colombiano, importante conglomerado de medios que tuvo varias frecuencias en los años 80, así como la tendencia del First Interamericas Bank, asociación bancaría que también fue manipulada por el capo.

Alianza con el Estado

“Nosotros le temíamos a Pablo Escobar”, le explicó Rodríguez a Julio Sánchez Cristo, con el ánimo de capturar a Pablo Emilio Escobar Gaviria, el Cartel de Cali apoyó al Gobierno Nacional para dar con el paradero del capo de Medellín, no obstante, aclaró que nunca tuvo vínculo con los Pepes, organización que persiguió a Escobar durante varios meses. Según ‘El Ajedrecista’, desde Cali aportaron un sistema de rastreo para hallar el sitio en donde se encontraba el capo, afirmando que fueron ello quienes lo entregaron a las autoridades.

El tablero de ajedrez

Gilberto manejaba Santiago de Cali a su antojo, pues en el libro El Hijo del Ajedrecista, su hijo Fernando Rodríguez Mondragón relata infidencias sobre el poder que había sobre la capital del Valle del Cauca en épocas de guerra entre carteles. Según Rodríguez Mondragón, su padre uso la Empresa Municipal de Servicios Públicos de Cali (Emcali) a su antojo, pues interceptaba todas las llamadas que se hacían entre Cali y Medellín y viceversa, esto con el fin de tener información sobre cualquier dato que vinculara a la ciudad con Escobar.

Asimismo, el narco tenía una empresa de taxis que trabajaba únicamente para él, estos vehículos se movilizaban hasta el aeropuerto para recoger exclusivamente a la gente que provenía de la capital de Antioquia y llevarlos a su lugar de destino, aquí se obtenía la ubicación del ciudadano y posibles datos sueltos que se filtraban en las conversaciones que se llevaban a cabo dentro del automotor.

La guerrilla: el salvavidas del narco

Fernando Rodríguez Mondragón explica que su padre hubiese podido salvarse de la extradición, gracias al comandante de las extintas FARC. Manuel Marulanda Vélez, alias ‘Tirofijo’ llamó a su padre luego de haber pagado una condena inicial, el guerrillero lo citó en las selvas de Colombia con el fin de dialogar sobre ciertos asuntos en especifico y darle una razón de importancia, a esta invitación no asistió Gilberto Rodríguez, pues su respuesta retunda fue argumentada con que él no necesitaba ayuda.

Marulanda presuntamente tenía información confidencial en donde se evidenciaba que ya estaba pactada una orden de extradición en contra del ‘Ajedrecista’. Rodríguez Mondragón afirma que si su padre hubiese asistido a dicha cita, se hubiese salvado de la extradición e incluso se hubiera camuflado en Colombia.

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