Aura Rocío a sus 20 años ya era la reina del turismo en el Valle del Cauca y se encontraba a punto de acabar su carrera de administración de empresas. Una noche a finales de 1987 la invitaron a una reunión en un edificio al norte de Cali, según ella, un senador le presentó a Gilberto Rodríguez Orejuela, en ese momento solo estuvo involucrado en un problema con la justicia española, pero, lo presentaron como un empresario.
“Estábamos destinados a estar juntos, la vida me lo puso allí. Me fue conquistando sin que yo me diera cuenta. Cuando uno está enamorado no es consciente de nada, yo sabía quién era, uno piensa con el corazón no con la cabeza”,
dijo Aura, que según ella al momento de que empezó el romance se estaba divorciando de su segunda esposa. Agregó: “Yo no era la muchachita que se entregó a un mafioso por dinero. Yo me enamoré de él”.
Lo que empezó siendo una historia de ensueño, poco a poco se fue destiñendo, Aura Rocío Restrepo estuvo con Gilberto Rodríguez en el momento más violento de la guerra de los carteles, en el recrudecimiento de los atentados y homicidios en Colombia y lo que fue la caída de su esposo y su hermano Miguel, quienes lideraban el grupo criminal de Cali.
Su vida empezó a ser la de cualquier criminal perseguido, no porque ella fuese responsable o coautora de lo que hacía Gilberto, sino porque las autoridades sabían que donde ella estuviera también la acompañaría el capo. Por eso, ella misma ha revelado que los millones no valían nada, por ejemplo, en una entrevista a El Tiempo reveló:
“Cuando doy charlas a niños y jóvenes lo hago para decirles que el dinero no lo es todo. Tener una casa con muebles lujosos, un sofá que costaba varios miles de dólares, pero sin poder salir, sin disfrutar una familia”.
Aura Rocío a pesar de ser inocente, tiene detalles de varias historias, por ejemplo, del renombrado proceso 8000, caso donde se presume que el Cartel de Cali financió la campaña presidencial de Ernesto Samper, a propósito, hace poco ella misma dijo ser testigo de llamadas entre el exmandatario y el narcotraficante.
A esto la exreina le contestó:
“Yo escuché a Gilberto Rodríguez Orejuela hablar con usted por teléfono, vi cajas y cajas de dólares enviadas para su campaña, sé de los compromisos que adquirió y no pudo cumplir. No sea cínico sinvergüenza. En serio, se pasa... Vergüenza ajena”,
ella misma había declarado que esos dineros se enviaban en cajas de zapatos y que la comunicación entre Samper y Rodríguez Orejuela era frecuente.
En sus años como pareja pudo ver a un hombre muy culto, a pesar de solo cursar hasta cuarto de primaria, alguien muy carismático que tenía dentro de sus principales virtudes la inteligencia; pero, según reveló Gilberto se deprimía mucho, tanto que por las noches tomaba antidepresivos.
En su libro, “Ya no quiero callar” revela que a pesar del amor que le tuvo, nunca fue feliz, de hecho, nunca fue su esposa ya que Gilberto no se separó de Miriam, pero, no era capaz de dejarlo, pues Aura era su único consuelo.
Todo terminó el viernes 9 de junio de 1995, cuando notaron la presencia de las autoridades hacia las 3 de la tarde, ella misma metió a Gilberto en el armario donde minutos después la Policía lo encuentra. Esto la hizo pagar una condena por 3 años, por los delitos de encubrimiento y concierto para delinquir.
La relación pasó a ser por correspondencia hasta que un día se terminó, según cuenta, con él se fue todo: el dinero, sus propiedades, los episodios de violencia y el “karma” de ser la mujer de un narco. Años después, al recobrar su libertad se casó y tuvo hijos, pero, a pesar de todo, Gilberto nunca dejó de ser el amor de su vida.
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