“El ajedrecista” oriundo de Mariquita, municipio del departamento del Tolima, estaba recluido en la cárcel federal de Butner, en Carolina del Norte, Estados Unidos; allí estaba pagando una condena de 30 años por enviar, al menos, 150 kilos de cocaína en 1990. Según se estima, para esta época el narcotraficante era el responsable del 90 % del envío de drogas al país norteamericano.
Desde el año 2004, cuando fue extraditado, había presentado diversas alteraciones en su salud, como el infarto que le dio ese año, o cuando le diagnosticaron cáncer de colon, hipertensión y hasta trastornos psiquiátricos. Todo esto, al parecer lo tenía hace varias semanas en cama y fue lo que hoy desencadenó en su muerte. Hay versiones que indican que falleció o por un derrame cerebral, o un infarto. La noticia fue confirmada por una de sus hijas.
El ajedrecista estuvo involucrado en diversas situaciones, desde atentados terroristas, perpetrados bajo la autoría del cartel de Cali, grupo el cual el lideraba con su hermano Miguel; secuestros, homicidios, narcotráfico y hasta la presunta financiación de la campaña presidencial de Ernesto Samper.
Precisamente el expresidente Samper fue quién ordenó la creación de los “Bloques de Búsqueda”, grupos de Policías y comandos élite, con ayuda de agencias internacionales, los cuales pretendían encontrar a los narcotraficantes que eran buscados, prácticamente, por todo el mundo.
Fue así como en un operativo comandado por el general Rosso José Serrano, el 9 de junio de 1995, según relata el mismo oficial, que estaban siguiendo al contador del narco, gracias a la infiltración de dos mujeres de la institución. Una de ellas notó que el capo estaba en una casa ubicada en un lujoso barrio de Cali, conocido como Santa Mónica.
La policía al identificar el perfume de Rodríguez Orejuela, les notifica a los demás uniformados para desplegar el operativo en la vivienda; allí vieron que, en un armario empotrado, se escondía Gilberto, en ese momento de 56 años. Según se reseña en la crónica de El País, el ajedrecista dijo al momento de su captura
“no me vayan a hacer nada. Tranquilos, muchachos, que yo soy un hombre de paz”.
En ese momento en compañía del general Serrano lo llevaron al aeropuerto para trasladarlo a Bogotá, según se revela con mucho temor a que lo liberaran por la “protección” que tenía en la capital del Valle del Cauca.
“Éste es el principio del final del cartel de Cali. No vamos a desfallecer hasta ver totalmente erradicado de Colombia este problema”,
dijo Ernesto Samper mientras anunciaba la captura del capo.
En ese momento se le condenó por los delitos de narcotráfico y concierto para delinquir, en ese momento, según se conoce, intentó sobornar al juez para tratar de conseguir una condena más leve. En principio fue condenado a 21 años de prisión, pero, se le redujo la condena a 7 por confesar algunos delitos y buena conducta.
En noviembre del 2002, el juez Pedro José Suárez ordenó su liberación mediante la figura del habeas corpus, considerando que había una “prolongación ilegal de la privación de la libertad”. El ministro del interior de la época, Fernando Londoño Hoyos, señaló que el gobierno calificó de “golpe terrible para la Justicia colombiana”.
Cinco meses después, la Fiscalía General de Nación lo recaptura, esa vez por enviar 150 kilos de cocaína a los Estados Unidos en 1990, los cuales llegaron luego de pasar por Costa Rica, por lo que las autoridades norteamericanas lo solicitaron en extradición y el gobierno colombiano, diligentemente, lo envío para que compareciera en los tribunales extranjeros.
Allá se le condenó por narcotráfico a pagar una condena de 30 años de prisión, la cual hubiera cumplido en 2034, a lo que el mismo Gilberto tildó como una cadena perpetua, por su avanzada edad.
Ese motivo fue el que expuso en 2020, cuando solicitó una liberación anticipada, además que ya se le sumaban complicaciones a su estado de salud por el cáncer y la hipertensión que aquejaba desde hacía varios años.
Luego, buscando beneficios, anunció que quería comparecer ante la Comisión de la Verdad según él, aceptando la responsabilidad e intervención con el poder político, económico y militar en el país, por lo que se esperaba que revelara su versión sobre hechos como el denominado proceso 8000, el que presuntamente financió la campaña presidencial de Ernesto Samper.
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