Día Mundial sin Tabaco: ¿valdría la pena repensar la estrategia?

Cada 31 de mayo, la Organización Mundial de la Salud hace una campaña de concienciación que podría estar fracasando por sus altas expectativas

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Pese a la información que presenta el Ministerio de Salud, el porcentaje de fumadores no solo no se estaría reduciendo; estaría trasladándose a opciones electrónicas. - Referencia.
Pese a la información que presenta el Ministerio de Salud, el porcentaje de fumadores no solo no se estaría reduciendo; estaría trasladándose a opciones electrónicas. - Referencia.

En 1987, la Asamblea Mundial de la Salud estableció el 31 de mayo de cada año como el Día Mundial sin Tabaco. Cuando llega esa fecha, la Organización Mundial de la Salud hace un llamado sobre lo que denominan epidemia de tabaquismo, que para esta entidad es la principal prevenible con consecuencias letales que enfrenta la comunidad sanitaria en todo el mundo.

Además de los impactos en la salud del consumo de tabaco, la OMS se enfoca en cuestionar las estrategias que adelantan las empresas tabacaleras para incentivar el consumo de sus productos entre la población, especialmente la más joven. En algunos países hay legislación motivada por estas presiones: desde cajas de cigarrillos de color marrón, pasando por fotografías de personas enfermas hasta la prohibición del uso de vaporizadores.

No obstante, algunas organizaciones civiles tienen problemas con el enfoque que se le ha dado a la lucha contra el tabaco. Es el caso de Échele Cabeza, un reconocido proyecto colombiano sobre drogas para usuarios no problemáticos —las personas que pueden vivir y trabajar aunque sean consumidores habituales— que se enfoca en la mitigación del daño.

Para ellos, es un error buscar que las personas dejen de consumir nicotina por completo. Además, les parece que el discurso de tabaco cero es anticuado, porque a estas alturas de la historia debería ser claro que hay una gran diversidad de estilos de vida y ese tipo de campaña no es compatible con todos ellos.

Pensar en un mundo de tabaco cero es un imposible y esta aproximación resulta arriesgada y costosa en términos económicos, sociales y de derechos humanos, tal como lo ha demostrado en paralelo la guerra mundial contra las drogas de hace más de 50 años con un balance bastante negativo”, aseguran.

Échele Cabeza y la corporación Acción Técnica Social (ATS), entidad que se dedica a confrontar el fracaso de la guerra contra las drogas, reprocharon a través de un comunicado que la OMS, la OPS y las organizaciones antitabaco aplaudan las restricciones contra este —impuestos, etiquetados especiales y sistemas de salud inquisitivos, entre otras— sin cuestionar la efectividad real de esas medidas en términos de salud, tecnología, economía y protección al medio ambiente.

Estas dos corporaciones llaman la atención al Ministerio de Salud sobre varios aspectos: la falta de inversión en campañas nacionales sobre el uso del tabaco —denuncian que en 2020 no hubo ninguna, aunque es cada vez mayor el dinero por impuestos que reciben de las tabacaleras— y la manipulación de cifras para presentar resultados lineales y desinformadores sobre el número de usuarios de tabaco.

“En Colombia el Ministerio de Salud señaló el 19 de mayo de este año que “según la más reciente Encuesta de Calidad de Vida del DANE, entre 2016 y 2021, el porcentaje de fumadores o prevalencia bajó del 8.3% al 5.6%, es decir, que hay un millón menos de fumadores”, olvidando que de acuerdo con el DANE la prevalencia mes de consumo de tabaco en 2019 fue del 9,8%”, dice el comunicado.

Además, las cifras que destaca el ministerio no incluyen el uso de cigarrillos electrónicos o vaporizadores con nicotina. El DANE pudo determinar a través de la encuesta que más de 2.5 millones de personas los han usado al menos una vez y 350 mil son consumidores regulares; aparte de los seis millones de consumidores regulares de cigarrillo en el país, que cada vez son menos por las nuevas alternativas electrónicas, percibidas como “más seguras” por la población.

Entonces, Échele Cabeza y ATS piden a los gobiernos y entidades académicas y de salud que desarrollen alternativas para las personas fumadoras y usuarias de nicotina que no pueden o no quieren dejar de fumar, “que reduzcan los riesgos y daños de esta sustancia, además de medidas que se adapten a sus necesidades y les pongan en el centro de las decisiones, para garantizar éxitos más allá de la exclusiva prevalencia cero”.

Las entidades piden la promoción del autocuidado y la toma de decisiones —informadas y respetuosas del derecho al libre desarrollo de la personalidad— con respecto al tema del tabaco, así como la creación de “prevención focalizada e innovadora y por grupo poblacional”, que se salga de la repetición infinita.

También recomiendan que se deje de comunicar miedo y estigmatización hacia adultos que no pueden o no quieren dejar el hábito, además de que se les garantice acceso integral al sistema de salud, con enfoque en la mitigación del daño. Finalmente, que las estrategias de promoción y prevención tengan enfoque diferencial entre fumadores y no fumadores.

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