¿Cambio o revolcón? Colombia, elecciones del 29 de mayo

Quedaron en los primeros lugares un líder izquierdista apelando a su gente de la forma y desde un lugar asociado con el poder tradicional y un líder anti-corrupción solitario, al que le desespera el debido proceso y quien, en su afán por lograr resultados, podría poner a prueba la separación de poderes

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El candidato presidencial de izquierda
El candidato presidencial de izquierda colombiano Gustavo Petro de la coalición Pacto Histórico y la candidata a la vicepresidencia Francia Márquez reaccionan en el escenario después de que Petro ganó la primera ronda de las elecciones presidenciales en Bogotá, Colombia, el 29 de mayo de 2022. REUTERS/Santiago Arcos

Gustavo Petro, dirigiéndose a sus seguidores desde el Salón Rojo del Hotel Tequendama, uno de los lugares emblemáticos de cientos de reuniones de la política tradicional, rodeado de familiares y aliados políticos. Rodolfo Hernández haciendo lo propio desde su cocina, solo, leyendo un comunicado sin mayor profundidad con una estufa al fondo. No podrían ser más claras las señales de cambio en Colombia tras la primera vuelta presidencial del 29 de mayo, que dejó a muchos perplejos: quedaron en los primeros lugares un líder izquierdista apelando a su gente de la forma y desde un lugar asociado con el poder tradicional y un líder anti-corrupción solitario, al que le desespera el debido proceso y quien en su afán por lograr resultados rápidos, podría poner a prueba la separación de poderes.

En tercer lugar quedó Federico Gutiérrez, con unos nada despreciables 5 millones de votos, que muy probablemente beneficiarán a Rodolfo Hernández, ya que es poco probable que se redirijan hacia Petro. Reflejo de la implosión del centro político, Sergio Fajardo obtuvo sólo un poco más del 4 por ciento de los votos. Muchos de sus prospectivos votantes pensaron de manera estratégica que un voto por él sería un voto desperdiciado.

La jornada electoral realizada el 29 de mayo tiene varias implicaciones para Colombia y la región.

En primer lugar, la segunda vuelta, que se realizará el 19 de junio, no será un replay de la Colombia polarizada de los últimos años. Con Federico Gutiérrez fuera de la contienda y, con él, la posibilidad de que la Izquierda de Petro tenga un claro enemigo político de Derecha, se disipan las perspectivas de unas últimas semanas de campaña ponzoñosas. Con Rodolfo Hernández de contendor los petristas quedaron más perplejos que furiosos. Por consiguiente, tendrán que esforzarse por atraer posibles votantes de centro (a quienes han golpeado duramente en redes) así como abstencionistas, con lo que su proyecto político tendrá grandes dificultades para crecer más allá de a donde ya llegó. Rodolfo Hernández, en cambio, tiene altas probabilidades de sumar apoyos y, por tanto, ganar la Presidencia de la República.

En segundo lugar, no parece cierto catalogar a Hernández de Trump colombiano. Sus propuestas son, en muchos sentidos, una incógnita.

Ha dicho que apoya la justicia social, que considera un fracaso la guerra contra las drogas, que admira al presidente mexicano AMLO. Y que perseguirá a los corruptos. Ese ha sido el eje central de su campaña. Pero no parece tener el discurso nacionalista del expresidente norteamericano y sus posturas aislacionistas en política exterior (ha dicho que quiere cerrar los consulados colombianos en el exterior) obedecen más a un argumento de costos.

En tercer lugar, no importa quién gane la segunda vuelta, hay un parte de esperanza importante para la continua implementación del acuerdo de paz logrado en el 2016 con la antigua guerrilla de las FARC y para una aproximación negociada y concertada a la solución de muchas las violencias que aún aquejan al país. Ambos candidatos que van a segunda vuelta han dicho que apoyan esta ruta de acción. Esto representa un triunfo y un aval para la carta de navegación en torno a cuya implementación se han tejido tantas enemistades políticas en años recientes.

Por último, uno de los grandes ganadores de la jornada electoral fue la Registraduría Nacional del Estado Civil. Después de que voces desde sectores muy diversos cuestionaron el proceso y las reglas de juego en las elecciones legislativas de marzo pasado (en parte como estrategia electoral para azuzar el miedo y la indignación de los votantes), los resultados obtenidos en la primera vuelta fueron publicados de forma diligente y han sido acogidos por todos los candidatos. Esto augura una ventaja para Colombia de cara al futuro inmediato, a saber, la solidez, la resiliencia y la creciente capacidad que las instituciones colombianas han demostrado en los últimos años. A pesar del gran cambio que se avecina (no importa cuál candidato gane), no se trata de un salto sin la protección que brinda un significativo paracaídas institucional.

*Angelika Rettberg es profesora titular del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. Actualmente es co-directora del Gender, Justice, and Security Hub del London School of Economics

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