Mujer, afro y empoderada: Francia Márquez, la voz que representa el cambio en Colombia

Su historia de vida es el reflejo de la historia de muchos otros colombianos que han nacido en territorios olvidados por el Estado, y que han tenido que luchar toda su vida, más que los y las demás personas, para demostrar que son capaces y que se merecen una oportunidad

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La candidata colombiana a la
La candidata colombiana a la vicepresidencia, Francia Márquez, de la coalición Pacto Histórico, habla durante el cierre de campaña antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en Bogotá, Colombia, el 21 de mayo de 2022. REUTERS/Luisa González

Desde que inició el proceso de consultas de los aspirantes a la Presidencia de Colombia ha habido un nombre que ha llamado la atención y que ha estado en el centro de la conversación nacional e internacional: Francia Márquez.

Aunque no es candidata presidencial, se han escrito varios artículos sobre ella en la prensa nacional e internacional. Me atrevería a decir que ha recibido incluso más atención que otros candidatos presidenciales y, sin duda, es la candidata vicepresidencial que más emociones —positivas o negativas— despierta.

La atención que ha recibido no es gratuita, ella es una de las figuras más importantes de Colombia. Eso es de destacar porque, a pesar de que en el último siglo más mujeres han alcanzado cargos de liderazgo en la política a nivel mundial, las cifras entregadas por el informe de Naciones Unidas Mujeres en la política 2021 nos muestran que solo un 6 % de países tienen a una mujer como jefe de Estado y un 7 % están liderados por una jefe de Gobierno. Estas cifras evidencian por qué el nombre de Francia es todo un fenómeno global. Los resultados que obtuvo en la más reciente consulta para elegir a los candidatos presidenciales de cada coalición dejaron al descubierto que el país ha cambiado.

Hoy, tenemos como candidata vicepresidencial, de una fórmula que según las encuestas podría ser la ganadora en segunda vuelta, a una mujer negra y empoderada. Estos atributos no habían estado presentes, al menos no con tanta fuerza y en un cargo de esta visibilidad, en la política colombiana. Su designación como fórmula vicepresidencial es significativa porque su historia de vida es el reflejo de la historia de muchos otros colombianos que han nacido en territorios olvidados por el Estado, y que han tenido que luchar toda su vida, más que los y las demás personas, para demostrar que son capaces y que se merecen una oportunidad.

Francia en sí misma es un símbolo y representa para muchos, que creen en ella, la oportunidad de tener a alguien diferente en la Casa de Nariño. Es la oportunidad de que, a la capital del país, al lugar donde se toman las decisiones, llegue una persona que ha luchado por cada cosa que ha conseguido, una persona que representa un cambio en la política tradicional y en la forma de ver las cosas.

Su designación en este cargo ha evidenciado, por todo el ruido generado, que las mujeres como grupo aún estamos muy subrepresentadas en la política colombiana, y que contar con voces diferentes es más que necesario.

Lo cierto es que Francia es una estrella en ascenso que no se rinde y que genera a la par tanto orgullo como miedo. Por ejemplo, la semana pasada, durante un acto de cierre de campaña, su equipo de seguridad tuvo un gran susto, luego de que vieran un láser apuntando, desde lejos, a la cara de la candidata. Francia, a pesar de su frustración y probablemente del miedo que sintió, decidió seguir adelante con su discurso, declarando con una voz entre cortada que ‘este momento que estamos pasando, en donde no podemos expresarnos públicamente, es lo que nos prometemos cambiar’.

De todas formas, en Colombia es normal, aunque no debería serlo y eso es justamente lo que tiene que cambiar, encontrar esa clase de sentimientos que en muchas ocasiones se expresan de forma violenta. Los cambios están generando dudas porque hay una gran incertidumbre acerca del futuro.

No hay certeza acerca de si Francia desempeñará un buen papel, si cumplirá con las expectativas, si estará a la altura de su cargo, y, sobre todo, si trabajará para abrir las puertas y romper los techos que impiden que otras mujeres como ella puedan participar y ser escuchadas. Lo cierto es que, su presencia y su afinidad con grupos que se han sentido excluidos, marginados, o que simplemente quieren un cambio, nos demuestra que este país no es el mismo y que, quizás, como resultado de la firma del acuerdo de paz, este es solo el comienzo de un nuevo tipo de políticos que pueden hablar de cosas como la política del amor y de la posibilidad de “vivir sabroso” y sin miedo, después de tantos años de violencia.

*Angie Katherine González G. es profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales, estudiante del Doctorado en Medios, Comunicación y Cultura, Magister en Comunicación Política e Institucional por el Instituto de Investigación Ortega y Gasset (Madrid) y Magister en Marketing, Consultoría y Comunicación Política por la Universidad Santiago de Compostela. Es Docente-investigadora y Coordinadora Especialización en Marketing Político y Estrategias de Campaña Universidad Externado de Colombia.

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