El departamento de La Guajira es uno de los más pobres del país a pesar de la diversidad cultural que hay. Uno de los motores económicos de esta zona del país son las mochilas wayúu, una de las artesanías más populares e identificativas de Colombia.
Las mujeres indígenas que tejen estas mochilas y chinchorros (hamacas) no reciben un pago justo por estos productos artesanales, perpetuando un ciclo de pobreza y de hambre en el departamento de La Guajira. Hay que tener en cuenta que cuando se trata de comprar una mochila a una wayúu en Riohacha, los intermediarios no lo permiten porque dicen ser los dueños de la mercancía y exigen que se les pague a ellos.
En entrevista para la Agencia EFE, Sandra Guillot, coordinadora del Banco de Hilos, una iniciativa que busca que las mujeres reciban la compensación que merecen habló sobre cómo las mujeres tejedoras reciben un mínimo porcentaje de las ventas de dichas mochilas.
Según información de EFE, las redes que se dedican a vender mochilas las compran a las wayúu por 25.000 ó 30.000 pesos (entre 6,5 y 7,5 dólares), cuando los hilos “ya por si solos casi cuestan eso, pero a ellos no les importa”. Luego las venden por 80.000 pesos (unos 20 dólares) y dependiendo de la ciudad, hasta por 300.000 pesos (unos 75 dólares).
“Hay personas que vienen desde Medellín o Bogotá, se quedan dos o tres días en La Guajira, se llevan mil o 2.000 mochilas, vienen una o dos veces al mes única y exclusivamente a eso”, comentó Guillot. Y agregó que: “el intermediario en La Guajira ya ni siquiera vende las mochilas aquí, porque sabe que aquí no pasan de 100.000 pesos (unos 25 dólares)”, mientras que “hay grandes diseñadoras que solo por ponerle la etiqueta con su nombre las venden a un millón de pesos (unos 250 dólares)”.
Las mochilas no son lo único que tejen las indígenas wayúu, su arte lo han extendido a ropa para bebé y accesorios de hogar, cualquier cosa que con sus agujas puedan crear y que les proporcione ingresos para sobrevivir y alimentar a sus hijos.
Los chinchorros son otra de las piezas típicas que tejen y en donde habitualmente duermen. Pero todas se quejan del mismo problema: les pagan muy poco por sus artesanías y cuando piden más dinero por su esfuerzo y trabajo la gente no lo quiere comprar.
“La artesanía y la pesca son las principales fuentes de ingresos para los wayúu de la comunidad de El Ahumado, zona rural de Riohacha”, explicó Yelmis Patricia Uriana, integrante de esa población, a EFE.
Hay que tener en cuenta que el tejer es una actividad intergeneracional en la cultura wayúu, que se pasa de madres a hijas entendiendo que es la labor que necesitarán para convertirse en mujeres y poder sustentarse a ellas mismas y a sus familias.
“Cuando la mujer tiene la primera menstruación la encierran, le dan los hilos y la aguja y le van enseñando, dándole costumbres y usos para que cuando salga” pueda trabajar con estas herramientas”, explicó Uriana. Y agregó que: “También le cortan el pelo, ya no se tiene que vestir como niña, sino como una señorita”.
Este aislamiento puede durar entre 15 días o dos meses, aunque “antes podían durar hasta años”, contó Guillot, que también explica cómo “antes el tejido de las mochilas era único y exclusivamente de las mujeres”, porque “la cultura wayúu es machista a pesar de que es matrilineal”.
“Tejer una mochila era sinónimo de ser gay o afeminado, así como los chinchorros, no era bien visto en la cultura”, explicó Guillot. Por su parte, los hombres solo se encargaban de hacer las “waireñas”, que son los zapatos, y los cinturones o las gasas, las colgaderas de las mochilas, pero “de unos años para acá han empezado a tejer a raíz de la necesidad” ya que no tenían empleo y las mujeres eran las que llevaban dinero a las casas, detalló Guillot.
Para enfrentar el trabajo infravalorado y pagar un precio justo por las mochilas, así como para ayudar a disminuir los altos índices de desnutrición infantil que existen en La Guajira, la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco) creó la iniciativa Banco de Hilos.
Los hilos que les “venden” desde el Banco de Hilos tienen un precio más barato que en el mercado, por lo que las mujeres pueden ahorrarse una pequeña cantidad cuando empiezan a tejer otra mochila. A las wayúu un precio justo por su elaborado trabajo. En su página web las mochilas se venden en un rango de entre 90.000 y 100.000 pesos (entre 22 y 25 dólares).
“Las mochilas completas las están comprando en 65.000 pesos (unos 16 dólares), de esos nos descuentan 12.600 pesos (3 dólares) del pequeño mercado, y los 20.000 (5 dólares) de los hilos”, informó Uriana.
Los hilos que les “venden” desde el Banco de Hilos tienen un precio más barato que en el mercado, por lo que las mujeres pueden ahorrarse una pequeña cantidad cuando empiezan a tejer otra mochila. Aún así, para las wayúu no es suficiente para mantener a toda la familia, por lo que tienen que seguir vendiendo mochilas por otras partes, en el caso de Uriana a la dueña de un hostal de Riohacha.
Las mochilas wayúu son el motor económico para estas comunidades que suelen vivir apartadas y sin muchos recursos en una región donde el Estado no tiene mucha presencia. Y aunque están mal pagas, las wayúu siguen tejiendo, dando continuidad a una tradición con la esperanza de que algún día se llegue a valorar su artesanía tanto como para pagarles un precio justo.
Con información de la Agencia EFE*
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