En términos electorales, a Latinoamérica la une el hecho de que en muchos pueblos y zonas apartadas, el hambre de votos de cara a unas elecciones se apodera de decenas de candidatos, que buscan, de cualquier manera -sí, cualquiera- lograr aventajarse ante sus rivales.
Colombia no se salva de esta problemática y, cada cuatro años, las casas de bahareque y techo de tierra pisada son inundadas con publicidad de candidatos que prometen, a través de dinero, platos de comida y mercados, así como un futuro mejor para los habitantes de aquellas zonas que llevan décadas sumidas en la pobreza. Es precisamente esto lo que muestra la serie ‘El Paraíso’, realizada en Colombia pero que cuenta una realidad de América Latina.
En diálogo con Infobae Colombia, Eduardo Muñoz, director de la serie que será lanzada este lunes 16 de mayo por Canal Capital a las 7 p. m. y con repetición a las 10 p. m, mencionó en detalle las situaciones vividas en este formato realizado bajo el apoyo del Ministerio de las TIC y que cuenta con un elenco encabezado por Katherine Vélez, Sandra Reyes y Orlando Valenzuela.
Infobae Colombia: De dónde sale ese interés de hacer un formato enfocado en la violencia electoral... ¿Quizás en Colombia?
La serie habla sobre la corrupción, aquella que es pequeña, y esa búsqueda del poder a través de la corrupción en un pueblo latinoamericano muy pequeño, en donde realmente el poder que hay y el dinero que hay para robar es muy poco. Pero igual la gente está dispuesta a hacer lo que sea para tenerlo. Esa es como la premisa de la serie, estamos dispuestos a hacer lo que sea para tener poder o dinero, así sea poquito. Se desarrolla en un pueblo latino que se llama el paraíso que realmente este pueblo de paraíso no tiene nada, es es un pueblo muy pobre, muy pequeño.
¿Pero por qué no señalar directamente, por ejemplo, que las serie es ambientada en Colombia o enfocada en hechos que han ocurrido en el país?
Porque, primero, no es una historia basada en la vida real. Sigue siendo una historia de ficción. Podemos decir que es una serie policíaca: hay un crimen que se investiga, unas pistas tras las cuales van un investigador y un personaje civil, y eso se desarrolla en medio de una sociedad pequeña pero corrupta.
Digamos que lo que está un poco cercano a Colombia es el universo en donde se desarrolla, porque los creadores que somos Luisa Muñoz y Eduardo Muñoz, tenemos cercanía con el mundo provinciano de Colombia. Soy de un pueblo que se llama Machetá, en Cundinamarca, y Luisa es de un pueblo que se llama Norcasia, en Caldas. Ambos son pueblos en donde la política se desarrolla así, muy cruda para la contienda electoral porque hay una población de 6.000 habitantes, pero que en las campañas políticas se ve la corrupción, la compra de votos, cómo se manipula a la gente y también casos en donde desaparecen personas, no tan grave como en otras regiones del país porque de todas maneras estos pueblos están más hacia el interior.
Sin embargo, Machetá sí tuvo una época muy violenta hacia el año 2000, pero afortunadamente ha sido un pueblo donde la violencia no es tan determinante en la contienda electoral, pero la corrupción sí, y el dinero y la compra de votos.
Pero en ese orden, sí podría basarse en hechos reales, teniendo en cuenta lo que dice sobre los pueblos donde ustedes nacieron
En el mundo de las elecciones, sí. O sea, la dinámica de las elecciones, sí se asemeja, pero la historia que está dentro de la de la serie ficticia. Es ficción.
¿Por qué lanzar este formato en este punto de la campaña electoral y no en el marco de las elecciones legislativas, que es donde estas problemáticas se viven con mayor intensidad?
Fue por cuestión de trámite, porque queríamos lanzarla precisamente para las elecciones de legislativas, pero los trámites con los canales públicos son un poco demorados y no alcanzamos a sacarla en ese momento. Por eso es que coincide con las elecciones presidenciales, pero tiene que ver más con un proceso administrativo que con una intención nuestra. De todas maneras sí queríamos que fuera emitida este año cerca de alguna de las dos elecciones, porque el tema sí lleva un poco de reflexionar cómo realmente las elecciones están manipuladas por 200 cosas distintas a una opinión como de verdad racional y un análisis serio de los candidatos.
Lo que pasa en la serie es un poco que la mujer que está perdiendo las elecciones la convierten en una víctima porque le pasa a una tragedia, ¿sí? Y al final descubrimos que dicha tragedia no es tan real y la gente apoya esta mujer porque ese hecho los hace conmoverse con ella. El candidato que va ganando cuando empieza la serie está ahí porque es un tipo que se convirtió en el padrino de todas las quinceañeras tres años antes, entonces todas las 15 años ya tienen 18, pueden votar y sus papás también pueden votar por él.
En ese orden, ¿usted siente que la obra, más allá de ser ficción, puede servir como mecanismo de denuncia contra lo que pasa en muchas zonas del país, especialmente los delitos electorales?
Más que una denuncia, es como una burla, y es una que va también hacia nosotros como sociedad. Porque digamos que sí, estamos despertando y hemos empezado a ser más críticos frente a los candidatos, pero también hemos tenido presidentes que nos merecemos. Somos una sociedad fácil de engañar, una que cree en la noticia falsa, en el miedo, somos muy mediáticos y a veces creemos pendejadas muy grandes. O sea, nos han vendido muchos presidentes, muchos alcaldes, muchos senadores en este país a través de mentiras muy idiotas y nos las creemos, entonces también nuestra sociedad es una burla en sí misma.
Tenemos que ser críticos, es la invitación de la de la serie. Tenemos que ser críticos frente a los candidatos que nos ponen al frente como sociedad y no tenemos que ser convencidos, no dejarnos convencer de las pendejadas que convierten a las elecciones en un concurso de belleza.
¿Y por qué usar el género de la comedia negra para narrar unas situaciones que podrían encajar en un drama?
La idea de usar este formato es porque creemos que vivimos en un país que es un chiste bien oscuro. Colombia es un chiste bien oscuro y pasan cosas absurdas, por ejemplo, el bien conocido caso del fiscal anticorrupción que está preso por corrupción, eso ya habla de un país donde ocurren cosas absurdas alrededor del deseo de poder. Entonces por ahí el porqué del género.
Además, Colombia necesita también verse de maneras distintas. Yo siento que a veces se genera como esa posición de señalar al otro como culpable o único responsable de lo que pasa, y creo que la comedia lo lleva a uno también a verse no caricaturizado, pero sí un poco desnudo frente a uno mismo en sus cosas, en esas cosas absurdas que uno hace y esas cosas absurdas en las que cree y de las que hace parte. Entonces, por eso la comedia, porque creo que país es un chiste bien oscuro y del cual es bien difícil de reírse, pero que al final termina siendo contradictorio y absurdo.
¿El pueblo de El Paraíso es realmente un paraíso? ¿Para quién?
Es un poco de ironía, ¿no? Porque El Paraíso no tiene nada de paraíso, es un pueblo olvidado, de tierra caliente, muy pobre, en donde hay muy poco por robar o por desear, ahí la burla. Realmente, este paraíso no tiene nada.
No sería un paraíso, ni siquiera para la gente que comete delitos electorales...
Les cuesta, y en este caso a la familia Salazar, la que tienen el poder del pueblo, le cuesta mantenerlo. Están en un momento en el que los hilos desde donde manejan el poder se están rompiendo, entonces también se les convierte en un infierno, mantener su mentira y mantener el mismo poder. Por eso no es un paraíso para nadie, ni siquiera para los corruptos, porque todos están dispuestos a hacer lo que sea para llegar al poder. El contendor de las Salazar, un hombre del común y decidido desde la buena intención de cambiar el pueblo, entra a la política y a través de lo que le pasa en la campaña, se convierte en lo mismo que sus contendores.
¿Qué tantos paraísos cree que hay en Colombia en estas elecciones presidenciales?
En Colombia hay paraísos en cada esquina. Los candidatos son vistos por la gente de acuerdo a las noticias que se han movido y a la imagen pública que le venden a unos y otros. Realmente nadie está mirando las propuestas, son muy pocas las personas que van a votar en estas elecciones desde la razón: vamos a votar nuevamente desde la pasión, desde la emoción y nuevamente desde la manipulación de un lado y otro porque así funcionamos como sociedad. El político que quiera ser presidente en este país o alcalde o gobernador tiene que entender eso y jugar eso, porque todavía no estamos listos y vamos en un proceso hasta ahora muy biche de cambiar como sociedad para elegir bien.
Elegimos desde la pasión, elegimos desde la emoción, desde el instante, no desde la razón como sociedad. Por ejemplo, un campesino que necesita que sus tierras sean más productivas y que le incentiven la producción agrícola y no tiene cómo, no va a salir a votar por eso. Saldrá a votar por el miedo de que le quiten la tierra, otros de que no les quiten la tierra, otros van a salir a votar por el miedo a que no nos convirtamos en un país más pobre de lo que ya somos, pero ninguno desde la razón. Y es lamentable porque yo siento que estamos en un momento de cambio.
Esta serie sea apoyada por un Ministerio de un Gobierno que seguramente pudo haber acudido a muchos paraísos para precisamente llegar al poder. ¿No le parece paradójico?
No creo que paradójico. Si bien es un programa que impulsó este Gobierno específicamente porque le dio más dinero, ya existía ese programa. Estas estas becas de producción viene desde la antigua ANTV que desapareció y se convirtió en el ministerio de las TIC, y lo que hizo este Gobierno, afortunadamente fue incentivarlo y hay que reconocer, sin duda, la inyección de capital que le puso a estas convocatorias movieron durante el 2020 y 2021 la industria audiovisual del país. Entonces es importante reconocer que el Gobierno le metió mucho dinero a estas convocatorias del año pasado. Esto sin duda movió mucha gente y dio trabajo y movió mucho capital, sin que eso sea suficiente.
Pero precisamente más allá de que lo financia el Gobierno o no, es el escenario en donde uno puede hablar de lo que quiere hablar como ciudadano. Seguramente estos temas no son tan bien vistos, no son tan atractivos en otros medios de índole privada, entonces no es paradójico porque en últimas es una responsabilidad del Estado garantizar que los ciudadanos puedan tener una opinión y esa desarrollar sus procesos artísticos frente a los temas que les interesan, independientemente de si el Gobierno es uno que llegó al poder de maneras que uno no sabe bien cómo.
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