Todo tiene crudo. Algunos medicamentos requieren el uso de hidrocarburos para su fabricación. Los fertilizantes, la pintura, la ropa deportiva, algunas prendas de ropa interior, los dispositivos móviles e incluso, el simple hecho cotidiano de encender una estufa para cocinar implica extraer petróleo de la tierra.
Pero cuando en una economía como la colombiana –en la que el 3.3 % del PIB corresponde a los ingresos de esta industria– y donde más de 500 empresas entre operadoras y contratistas viven de ella, la posibilidad de hacer un salto a las energías verdes puede verse como un riesgo.
Para ilustrarlo mejor, la Asociación Colombiana del Petróleo realizó un informe que bajo el nombre ‘Escenarios de política energética y su impacto para los colombianos’, ha puesto bajo su análisis dos posibles momentos a los que se debe enfrentar la industria.
En un primer caso, hace énfasis en una política de sostenimiento en la producción de petróleo y gas y destaca por encima de otros aspectos los beneficios económicos que significa la ejecución de proyectos de explotación.
Esto permitiría mantener la producción actual y el autoabastecimiento energético de petróleo y gas por lo menos una década más y continuar con la exportación del petróleo y el ingreso de dineros provenientes del extranjero.
“Incentivaría $84 billones en inversiones del sector durante el próximo Gobierno Nacional y $172 billones hasta 2032 (...) Generaría ingresos a la Nación por $105 billones al próximo gobierno y $227 billones hasta 2032, contribuyendo a la financiación de programas de desarrollo social, reactivación económica, diversificación productiva y energética y al equilibrio fiscal del país”, señala el informe.
Pero si bien los beneficios son muy importantes para la nación, desde otra perspectiva, la sostenibilidad no solo se ha convertido en uno de los pilares de este siglo sino que también ha encontrado maneras de ser aplicada en pro del desarrollo. Así lo reconoce la IPIECA, una asociación mundial sin fines de lucro de la industria del petróleo y el gas que en su informe Mapeando la industria del petróleo y gas hacia los Objetivos del Desarrollo Sostenible: Un Atlas destaca el desafío global que constituye garantizar el acceso a la energía mientras se reducen a cero las emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) en la segunda mitad de este siglo.
“El acceso a una energía más limpia y asequible es esencial para el crecimiento de economías sólidas, para mejorar la calidad de vida de forma sostenida y para la erradicación de la pobreza”, señala el documento.
Pero este aspecto tampoco queda a un lado con la Asociación Colombiana del Petróleo, que también asegura que a mayor desarrollo económico, mayores serán los ingresos que se podrán invertir en “la lucha contra el cambio climático, con metas y planes concretos para avanzar en los objetivos de descarbonización del país”.
En el caso de poner freno
Detener la actividad petrolera, para los expertos de la Asociación Colombiana del Petróleo, es un asunto que merece mucha atención y pone en riesgo la cantidad de ingresos que el país acostumbra recibir.
En declaraciones para el diario Portafolio, Francisco José Lloreda, presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), señaló que un cambio de escenario significa que en cinco años la producción de petróleo caiga 47 % y la de gas, 27 %. Esto, sin duda, no solo se vería reflejado en la escasez de éstos recursos, sino en un aumento en los precios que llevaría a que el recibo de gas natural pueda llegar a ser hasta cinco veces más costoso de lo que es en la actualidad.
Pero estos no son los únicos perjuicios. Para los expertos de la Asociación Colombiana del Petróleo, detener a la industria y sus exportaciones también significa la pérdida de divisas, lo que encarecería la energía, el precio del dólar, y perjudicaría al eslabón final de la cadena: los colombianos.
Ante esto, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático ha sido enfático. Asegura que las concentraciones de dióxido de carbono no tienen precedentes por lo que es importante dar prioridad a los asuntos vinculantes con el calentamiento global buscando soluciones en las energías limpias.
En ese sentido, el Gobierno nacional, ante un número de reservas que están por llegar a su fin, ha sido enfático en la necesidad de trabajar dos puntos. Dar continuidad a los proyectos de energías sostenibles haciendo cambios progresivos que no signifiquen un salto al vacío para la economía de los colombianos, no descartar los yacimientos no convencionales y seguir en la labor de incentivar a otros sectores en la apertura a nuevos mercados internacionales con el fin de suplantar los ingresos y beneficios que al día de hoy Colombia sigue recibiendo de la industria de los hidrocarburos.
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