‘Pese a los 316 firmantes de la paz asesinados, no pierdo la esperanza’: Sandra Ramírez, senadora del partido Comunes

En diálogo con Infobae Colombia, la firmante de los acuerdos en La Habana habló tanto del lanzamiento del documental ‘No odiarás’ el lunes 9 de mayo como del apremio por implementar lo pactado en 2016 con Gobierno nacional

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Bogotá, 17 de octubre de 2018. Rueda de prensa FARC sobre el presupuesto general de la Nación. En la foto: Senadora Sandra Ramírez. (Colpresa - Álvaro Tavera).
Bogotá, 17 de octubre de 2018. Rueda de prensa FARC sobre el presupuesto general de la Nación. En la foto: Senadora Sandra Ramírez. (Colpresa - Álvaro Tavera).

Parecen infinitos los relatos sobre los más de 50 años de conflicto armado en Colombia. Miles de víctimas tienen algo que contar sobre las barbaries que ha dejado la violencia entre actores armados legales e ilegales en el país: desde el despojo de tierras, ‘pescas milagrosas’, secuestro y extorsión, hasta tomas de pueblos por parte de ejércitos privados en complicidad con el Estado.

Entre los relatos de quienes vivieron el conflicto, tres fueron recopilados en el documental ‘No Odiarás’, en el que las protagonistas son las mujeres, realizado por el proyecto Colombia+20 de El Espectador y cuyo estreno nacional será este lunes 9 de mayo en la Cinemateca Distrital. Las historias son las de Esther Polo Zabala, lideresa social de Córdoba y víctima de grupos paramilitares; Bibiana Quintero, hija de un militar condenado por delitos sexuales y también lideresa comunal pero en el Catatumbo, y la senadora Sandra Ramírez. Juntas envían un poderoso mensaje sobre la reconciliación en medio de la violencia generada en diferentes extremos de la geografía colombiana.

Pues bien, la legisladora del partido Comunes habló con Infobae Colombia, no solamente sobre la importancia del documental para sanar las heridas del conflicto, sino acerca de la necesidad de transformar la política de seguridad actual con el fin de priorizar la vida tanto de firmantes de paz como de las familias en zonas donde la disputa entre actores armados por el control territorial se ha vuelto el pan de cada día para miles de personas.

En contexto: ‘No odiarás’, el documental que narra el conflicto armado desde tres historias diferentes

Infobae Colombia: ¿Cuál fue el detonante que la motivó a participar de esta película, además del hecho de contar su propio relato como excombatiente?

Sandra Ramírez (S.R.): Me llamó la atención, sobre todo, contar la parte humana que todos tenemos. Que la gente se dé cuenta que nosotros somos humanos como todos, que sufrimos, sentimos, cocinamos y nos quemamos... que nos disgustamos pero volvemos a reconciliarnos y que llevamos una vida normal. Que en la guerrilla, a pesar de los azares, del asedio y de los combates, también era una vida normal, pero sobre todo, una vida particular de comunidad donde nos educábamos.

En la guerrilla permanentemente nos educábamos y lo hacíamos en la convivencia diaria, porque su hay algo difícil para los humanos es tener que aguantarnos a ciertas personas. No señor, allá establecíamos normas y entre las diferencias nos encontrábamos y ante todo tenía que prevalecer el respeto.

También hay que tener en cuenta el reclutamiento en muchas zonas donde no había presencia del Estado...

Claro, también hay que entender por qué una mujer campesina común y corriente, sin tener siquiera un apellido, tiene que tomar ese rumbo. Había una sola oportunidad y eso es lo que queremos mostrar con el documental, pero también que en la guerra se cometieron errores que el mismo conflicto no nos hacía ver. La guerra no nos permitía ver otros colores aparte del blanco y negro. En esa guerra nosotros tenemos responsabilidad por hechos muy dolorosos, pero ahora estamos aquí buscando el perdón para reconciliarnos y construir paz desde orillas diferentes.

Sectores de la oposición han cuestionado la implementación del Acuerdo de Paz, la actual política de Paz con legalidad y sumado a ello, han ocurrido hechos como el ocurrido en Puerto Leguizamo, Putumayo. Al ver todos estos hechos, ¿usted no se desmoraliza siendo firmante de la paz?

Bueno, empiezo hablando por la política de Paz con legalidad. ¿Qué ha significado esa política? Masacres, desplazamientos y asesinatos. 316 firmantes de la paz han sido asesinados y más de 200 en este gobierno. Además, han habido amenazas, desapariciones, rostros mutilados y torturas; en eso se ha traducido la paz con legalidad.

Ahora, ¿Perdemos la esperanza? No. Yo estoy convencida de que lo mejor que hicimos fue firmar el Acuerdo de Paz, y también estoy convencida de que hoy ha crecido ese clamor por la paz. Mira que yo acompañé diferentes movilizaciones en Bogotá, estuve también en Armenia y con los jóvenes de la Primera Línea desde la Comisión de Paz del Senado, en Armenia, en Pasto... en varias ciudades, y yo no oí a ningún muchacho decir ‘denme armas para la guerra. No, ningún joven gritó eso. Ellos gritaban que querían estudiar, que querían poyo para sus expresiones artísticas y culturales. También pedían apoyo para el deporte y trabajo digno. Eso es lo que en realidad buscan los jóvenes. Eso es paz.

Yo estoy segura de que ahora, la sociedad colombiana, que es lo más lindo que hay con todas las fallas y errores que tiene, y en casi todas sus mentes hay un clamor por la paz de nuestro país.

¿Y este documental, al igual que otros formatos y narrativas, ayudan a mejorar el escenario social y político actual viendo lo polarizado y dividido que está el país en plena época electoral?

A ver, nosotros como sociedad sí tenemos que pensar, y si hay algo que ha hecho el Acuerdo es abrir una puerta para que nos demos cuenta todos y todas cómo está realmente nuestro país con, por ejemplo, la crisis económica, política, humanitaria, de inseguridad, en el sector agro. Que la gente se dé cuenta que esas crisis no son precisamente por la guerra. Ahora, el cambio se tiene que dar en las próximas elecciones: ese estallido social del 28 de abril de 2021 se tiene que reflejar en las urnas.

Yo sí aspiro a que sea así. No podemos continuar con un proyecto de guerra que ha venido posicionándose todos estos años y, si no votamos bien, podemos continuar con un proyecto de seguridad democrática no 2.0 sino 3.0. Ya tenemos un Congreso alternativo pero también necesitamos de un cambio en el Ejecutivo. Colombia necesita urgentemente un cambio que haga el tránsito de la guerra a la paz.

Si en la ciudad se teme a la Policía, en los campos se le temía al Ejército y eso no lo veo yo ahora. Mira, yo tenía dos meses de ingresada -a las extintas FARC-, era el año de 1982 y estábamos en un curso 62 muchachos que llegamos a la guerrilla por muchos motivos. Estábamos cerca a una casita donde vivían dos campesinos y una joven que tal vez tenía 15 años. Ella se fue a la tienda, y cuando iba llegando a su casa, vio al Ejército pero ella siguió. La cogieron a tiros y ella no supo cómo se escapó. Llegó a una casa, sus habitantes la escondieron y, ¿sabe dónde encontraron ellos la forma de protegerla? Llevándola adonde estábamos nosotros.

¿Se supo eso en las ciudades? Nunca. Después, ellos -El Ejército- llegan a mi casa y torturan a mis padres y a mi hermano, entonces ellos en el campo son temor. Necesitamos unas fuerzas armadas que generen confianza y moralizadas en la defensa de los derechos humanos y no unas que sigan viendo a sus padres, tíos, hermanos y vecinos como enemigos. Eso no lo necesitamos en Colombia después de haber firmado un Acuerdo de Paz de tales dimensiones.

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