En la tarde de este 4 de mayo fue extraditado Darío Antonio Úsuga David, alias Otoniel, a Estados Unidos. Sobre su cabeza había una recompensa de cinco millones de dólares, la cual ofrecía el Gobierno estadounidense, mientras que en Colombia se ofrecían 3.000 millones de pesos.
Otoniel fue cabeza del Clan del Golfo, una organización criminal que enviaba cocaína hacia Centro y Norteamérica, por lo que se convirtió en uno de los grupos delincuenciales más poderosos del país.
En octubre del año pasado, Otoniel fue capturado por las autoridades -aunque se habla de una entrega y negociación con el Gobierno nacional-. Una vez traslado a Bogotá, fue llamado por la JEP y otros órganos para que hablara sobre su participación en el conflicto armado.
La importancia de Otoniel radica en que detrás suyo hay más de 120 procesos abiertos por distintos crímenes, una circular roja por homicidio múltiple agravado, secuestro múltiple agravado, secuestro y concierto para delinquir.
Asimismo, en Colombia sería el autor de masacres, microtráfico y abuso sexual en contra de mujeres y niños. Esta última fue una práctica que sirvió a las autoridades para seguir su rastro, pues se investigaban las denuncias de las mujeres en zonas rurales de ciertos municipios de Colombia.
En Estados Unidos, Úsuga David deberá responder por haber enviado a ese país toneladas de cocaína junto a socios de Colombia, Venezuela, Ecuador, Guatemala, Panamá, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, México.
Asimismo, tendrá que enfrentar acusaciones por los delitos de distribución internacional de cocaína, concierto para cometer asesinato y concierto para elaboración y venta internacional droga, al igual que uso de armas de fuego para traficar narcóticos.
A estos cargos se le suman la acusación de la Corte Distrital de los Estados Unidos para el Distrito Este de Nueva York, que lo implica en el envío de miles de kilos de cocaína de Colombia a México y Centroamérica hacia Estados Unidos entre 2003 y 2021, al igual que el uso de asesinos para controlar los territorios.
“Empleaba sicarios o asesinos a sueldo, quienes llevaban a cabo diversos actos de violencia, como asesinatos, agresiones, secuestros y atentados”, se puede leer en el documento de acusación.
Así se convirtió Otoniel en un capo de la droga
Otoniel nació el 15 de septiembre de 1971 en el municipio de Necoclí, Antioquia, fue capturado por sus delitos como narcotraficante, además de haber hecho parte del Ejército Popular de Liberación – EPL, para posteriormente unirse a los grupos paramilitares del país, afiliados a las Autodefensas Unidas de Colombia. Luego de su avance criminal, se convirtió en el jefe máximo y comandante del Clan del Golfo o Clan Úsuga. Tras la caída de las grandes cabezas del mundo de las drogas en el territorio nacional, Úsuga David se convirtió en el narco más importante de toda la nación.
En los años 90, el también conocido como alias Mauro o Mao, se unió al EPL, grupo en donde fortaleció sus habilidades criminales, además de desarrollar su estratégica actividad criminal, junto a Juan de Dios Úsuga David, su hermano, quien lo acompañó en sus primeros pasos bajo la sombra de la ley.
Tras desmovilizarse de la mencionada guerrilla, Otoniel se sumó a las filas de las AUC, comandadas por el extinto jefe paramilitar Carlos Castaño, en este caso, Mao aumentó puntos dentro de la organización como comisionista de los réditos del narcotráfico, fue enviado a los Llanos Orientales para conformar el Bloque Centauros de la mano de alias Don Mario, luego de varios años regresó al Urabá para definir su futuro delincuencial junto a potenciales paramilitares como alias El Alemán y el resto de los Castaño, sin embargo, todo se fragmentó tras los acuerdos de Santa Fe de Ralito, en el proceso de desmovilización de los paramilitares en dicha zona.
Alias Otoniel no cesó su criminalidad, pues conformó las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que empezaron a desarrollar grupos denominados como Los Urabeños también conocido como Clan Úsuga o Clan del Golfo, organización que en la actualidad comandaba como cabeza máxima.
Este narco se apoderó del control de las drogas en el Golfo de Urabá y las salidas hacia el Pacífico y Caribe, desatando una constante guerra con el resto de grupos delincuenciales, e incluso, intimidando a la misma población y las autoridades mediante los denominados ‘plan pistola’.
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